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"Hey mamá, ¿cómo has estado? Lamento tardar tanto tiempo en venir a verte, pero la culpa me hace alejarme de ti y de todo lo relacionado a eso. Ahora... ¿puedo entrar y pasar la noche aquí?"

Pienso en las palabras, una y otra vez como un serio recordatorio de lo que debo evitar decir y que tengo que venir más a menudo. Entro al estacionamiento y prácticamente corro hacia el interior. Ha comenzado a llover y lo último que quiero es pescar un resfriado e incluir algo más a la lista de cosas que me vuelven patética en estos momentos.


Una de las viejas enfermeras de las que Marcie solía sustituir en vacaciones, está sentada en la recepción que esta escasamente iluminada. Supongo que no vienen muchos visitantes a esta hora del día. La mujer eleva su mirada y frunce el ceño en mi dirección, después se coloca sus gafas y me sonríe amablemente al reconocerme... creo.

—Buenas noches cielo, ¿Puedo ayudarte en algo? —La mujer toca algún interruptor cercano que hace la habitación este más iluminada. Muerdo mi lengua y miro hacia las lámparas rectangulares que están en el techo.

—Sí, yo quisiera... uh, ver a mi madre. — Siento que lo último suena más bien como una pregunta, así que carraspeo. Tengo una extraña urgencia por huir de la mirada de la enfermera. — Quiero decir...

— ¿Eres la hija de Julia? —me interrumpe mirándome con sus cejas elevadas. Mentiría si digo que eso no me hace encogerme aún más en mi sitio. 

Suelto un suspiro, — Si, lo soy. — Las palabras abandonan mis labios lentamente. Solo espero que no haya malas noticias esta ocasión. La última vez que me pare por aquí me entere que mi madre había vuelto a hablar. Y eso fue algo bueno ¿lo fue?

Como sea, era algo que inevitablemente ocurriría, ya que ella en realidad jamás perdió la capacidad de hablar, simplemente estaba ahorrándose las palabras, fingiendo para protegerme. — ¿Es posible que pueda entrar a su habitación un rato? — Elijo no mencionarle que probablemente pasaré gran parte de la noche aquí. 

La mujer me mira, evaluándome, casi creo que me va a dar una respuesta negativa.

— Bien, solo cierra la puerta nuevamente cuando vayas a salir. —asiento y le doy las gracias con una pequeña sonrisa sincera antes de internarme por el larguísimo pasillo que lleva a cada una de las habitaciones de las personas recluidas aquí. En serio, están en su mayoría contra su fuerza de voluntad. Es algo que se puede percibir en el ambiente del lugar.

En el camino, extraigo mi celular de la pequeña bolsa de mi abrigo y mando un pequeño mensaje a mi hermana Rebecca, diciéndole que estoy bien y que no se preocupe, que le daré una explicación por la mañana y que de ninguna manera le abra la puerta a Marcie, Zayn o... Niall.

Creo que son muy pocos detalles, pero que podrá manejar el asunto.


Finalmente llego a la habitación de mi madre, miro dos veces el número y el expediente junto a la puerta para asegurarme que efectivamente no me he equivocado y no voy a encontrar a alguien a medio vestirse como la primera vez que vine aquí.

Decido entrar de una vez por todas y no me sorprende ver la habitación de mi madre completamente iluminada y ella sentada en medio de la cama, recargada contra la cabecera y con un libro entre sus manos. Espero que no se trate de otro libro de recetas, siento que eso la hace deprimirse al no poder llevar a cabo ninguna ni hacer uso de sus maravillosas habilidades culinarias.

El restaurante de la familia se siente diferente desde que ella no está ahí.

—Hola — susurro, atrayendo su atención. Mi madre sonríe, se quita sus gafas de lectura y coloca el libro fuera de su regazo.

Fears | niall horanWhere stories live. Discover now