—¿Estás solo? ¿Y los demás? ¿Se fueron?
—Tu papá convocó a Jin a una reunión de emergencia. De hecho, también me llamó a mí, así que debo irme pronto. Nam subió a esperar a Tae, ¿no se cruzaron?
Niego con la cabeza y, mientras pido un mate a la muchacha de la cafetería, me siento frente a Hobi.
—Tu guardaespaldas parece tu sombra... pero siempre a cierta distancia. Bastante discreto —lo observa de reojo.
—Ya me acostumbré a Jimin. Papá tenía razón, después de todo —admito a regañadientes—. Me cuesta decirlo, pero sí... —confieso algo molesta. ¿En cuántas cosas más tendrá razón papá? No lo sé. Quizás en todas. Al fin y al cabo, siempre llevará treinta años más de sabiduría sobre los hombros.
Sacudo la cabeza, tengo a Hobi frente a mí, y no es momento de perderme en pensamientos. Respiro profundo y lo miro a los ojos. Esos ojos que me sonríen y despiertan mil emociones en mí.
—Oppa... yo quería explicar lo de hoy...
—No lo hagas, Suki. No hay nada que explicar —niega con la cabeza y sonríe dulcemente—. Solo sé que, cada día que pasa, me asombras más. Lo que hiciste hoy fue valiente, fue increíble. Tú eres increíble —dice, tomando mi mano sobre la mesa.
El calor sube por mi piel como si se hubiera encendido una chispa. Me sonrojo con su halago. Pero, de pronto, suelta mi mano y su expresión cambia. De admiración a preocupación. Mira alrededor, asegurándose de que nadie nos observa. El ambiente se enfría, y él vuelve a poner distancia entre nosotros. Me duele. No estamos haciendo nada malo, pero aun en momentos así, debemos contenernos. Ni un gesto sincero, ni un mínimo roce nos está permitido.
—Me alegra que te hayas quedado. En serio quería verte de nuevo, Hobi —digo, fingiendo estar tranquila y no herida por su constante necesidad de mostrarse frío—. El otro día te fuiste sin despedirte y apenas contestas mis mensajes. ¿Está todo bien? —pregunto, aunque preferiría no presionarlo. ya parece demasiado nervioso, y la culpa pesa en sus ojos.
—Quisiera mentirte, Suki, y decir que todo está bien. Pero desde ese día, la culpa me invade —confiesa, y le creo. Hobi y su moral inquebrantable deben estar cargando con todo.
—Hobi, no quiero presionarte. Y seré sincera contigo. Entiendo cómo te sientes, porque te conozco. Sé quién eres, y esa es una de las razones por las que me gustas. Sé que te sientes culpable, y no quiero que lo hagas. Para mí fue especial, algo que deseaba, y no me arrepiento. No voy a pedirte algo formal o serio, porque sé que mi posición no lo permite. Pero si quieres y me aceptas como soy, con todas mis obligaciones y matices... yo quiero estar contigo, Hobi.
Sus ojos se iluminan, como si no hubiera anticipado mis palabras. Su expresión se suaviza y me sonríe, trayendo luz a su aura gris.
—Suk... Yo no dejo de pensar en ese día. En tu piel, en tus besos —su mano se desliza por debajo de la mesa, y con las yemas de los dedos acaricia mi pierna desnuda hasta detenerse en el borde de mi falda del uniforme—. Fue especial para mí también —susurra, clavando su mirada en la mía. Le tomo la mano y él la aprieta, sellando el momento.
—Oppa... no perdamos la oportunidad de estar juntos. Solo... déjate llevar —le pido, acercándome más y acariciando su rostro.
Cierra los ojos al sentir mi tacto y besa la palma de mi mano con devoción.
—Es una locura, Suki... pero no puedo, no quiero negarme esto. No dejo de pensar en lo que hicimos. En tu aliento sobre mi rostro, en tus piernas entrelazadas con las mías —susurra, rindiéndose.
—Entonces no lo hagas. No termines esto antes de haberlo siquiera empezado —lo miro con deseo y, por fin, parece ceder—. El jueves tengo la tarde libre. ¿Nos vemos? —le propongo, con esperanza.
VOUS LISEZ
Metanoia
Roman d'amourMetanoia Suk Rae tiene el futuro trasado. Un apellido poderoso, un destino corporativo ineludible y un matrimonio arreglado con Jungkook, el hijo perfecto para cerrar la alianza entre dos familias millonarias. Pero hay algo que no estaba en el guio...
