Capítulo XII

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Llegué hasta la gran cavidad de la señora,me quité los tacones y eché una ojeada por si había alguien que pudiera descubrirme.
El mayordomo pasó justo a mi lado, sin darse cuenta, mi corazón latía como nunca pensé que lo hiciera y deseé que no lo oyera.

Estudié el edificio; a mi derecha las escaleras unian el suelo donde yo me encontraba con el de donde provenian las voces, debajo de ellas una gran puerta entre abierta que dejaba ver la cocina, los criados no paraban de frecuentarla;a la izquierda el salón con unos grandes sillones de color camel y una gran television y enfrente de mi una nueva alfombra de color grisaceo con un tapizado precioso debajo de un gran piano de cola, una guitarra y un caballete con un lienzo a medio acabar.

Subí por las escaleras despacio,el quit de la cuestión era que nadie me divisara.

Arriba se oían unas risitas que me sacaban de quicio, había una chica tonteando con mi...novio...bueno mi futuro prometido...

Llegué al piso de arriba aun descalza y ya allí me guié de mi penoso oído y de mi intuición femenina; la primera puerta a mi izquierda era un baño, pude ver lo cuidado que estaba, sin duda el padre de Nicolás, Ricardo es una persona muy educada y con un buen gusto.

Seguí con mi camino recorriendo el largo pasillo hasta encontarme con un enorme vestidor, la puerta medio abiertame dejaba ver un montón de vestidos que habrían pertenecido a la madre de Nicolás y supuse que por pena y recuerdo no los tiraron aunque también había millones de trajes, de smokings y camisas de todos los colores del arcoiris, centenares de cajones llenaban la sala repletos de corbatas y zapatos.

Seguía oyendo las risitas solo que ahora más pausadas.

Anduve hasta ver una puerta abierta de par en par, escondí mi cara tras el marco de la entrada para que no me descubrieran. Eso si que parecía una habitación, constaba de un armario muy grande, una cómada, un espejo y una cama...

Ahí estaban, sentados el uno junto al otro, la chica era rubia, muy blanca de piel aunque no pude ver mucho pues estaban de espaldas, sujetaban algo grande y oscuro entre las manos, ¿un álbum de fotos, un portátil, una cámara?

- Espera, tengo sed, voy a por un vaso de agua, ¿quieres algo?-Dijo Nicolás con voz segura.

- No, gracias cariño.-Lo dijo de una forma muy dulce y le puso unos ojos que me sacaron de quicio.

Salí a prisa de allí, el pasillo parecía no acabarse nunca, me decanté por esconderme en el baño con el único deseo de no ser vista y esperé a que él chico pasara, escuché como sus pasos se acercaban a mí pensaba que cuando llegara a la puerta oiría mis respiració agitada por lo que opté por no respirar.

Pero vamos a ver,Isa, ¿Quién era ella? La madre no porque murió,a Nico no le gusta hablar de eso, su hermana tampoco pues no tiene, su prima...
supongo que un familiar ni le habla así a otro, además eran de la misma edad, año arriba año abajo...

Los zapatos habían cesado, por fin volvieron a meterse en la habitación.

Ya me había tranquilizado un poco y mi pulso seguía su ritmo normal. Salí del baño y bajé las escaleras, seguí el mismo camino que antes en silencio tampoco hablé con nadie.

Por fin en mi cochecito, ¡Bonito, cuanto te quiero!

Conduje hasta casa, era ya más o menos la hora de comer por lo que supuse que mamá me estaría esperando.

La carretera tampoco se ha acababa, ¿¡es que hoy todo me iba a salir mal!?

Como sospechaba mi madre ya estaba sentada en la mesa, la saludé después de labarme las manos y me senté con ella.

-¿Dónde has estado?

-Me he ido a dar una vuelta por ahí.

-¿Y qué es lo que estuviste haciendo ayer en tu habitación?

-Nada, de allí para acá.-Estaba agotada.-Mamá,digamos que hoy no he tenido un buen día y ahora lo último que necesito es que me hagan un interrogatorio, siento estar tan borde, creo que voy a comer tranquilamente y me voy a dormir.

Mi madre pareció captarlo y no dijo nada.
Me siento fatal cuando me tengo que poner así, llevo unos días malísimos en los que nada me sienta bien y siempre tengo un humor de perros.

Una vez en mi cuarto me senté en la silla del ordenador fui a darle al botón de encendido y me sorprendió verlo brillando.

Emm...yo lo apagué ¿verdad?

Lo apagué pues nadie me habría hablando.
Desde que @mipríncipe azul no chateaba conmigo no me sentaba ahí para nada.

Enserio, creo que alguien está entrando en mi habitación sin mi permiso y hace lo que le da la gana en ella,ayer lo de la página principal de mi correo y hoy encender el portátil, esto no me gusta...

Me tumbé en mi alfombra malva y debía de quedarme dormida porque cuando me despertó un ruido extraño ya era de noche.

Reconocí que era el teléfono fijo de casa y en ese mismo momento unos golpecitos sonaron en puerta.

-Majestad, es para usted.-Era Marta.

Me encaminé hacia allí y abrí el portón.
Su mano temblorosa me tendió el teléfono y en cuanto lo cogí se dio me media vuelta y se marchó.

-¿Si?

Mi voz se oía horrible.

-Hola Isa, soy Nico.

Carraspeé.

No tenía ni pizca de ganas de hablar con nadie y menos aun con él.

-¿Qué es lo que quieres?

Estaba frustrada, me sentía engañada, no me apetecía ser amable.

-Sólo oirte, te echo mucho de menos, ¿sigues castigada?

Se oyeron las risitas, él rió también.

-No, ya no.

-Jajaja...shh...-Dijo, aunque no estaba hablando conmigo.-Eso es genial, a ver si podemos quedar.

-Mira, ¿qué te parece que vaya a tu casa ahora?

-¡No, de ningun modo!

Levanté una ceja en señal de desaprovación.

-Esta bien, pues luego, adiós.

Colgué sin más, no esperé su respuesta.

Se había descubierto él mismo y no me lo había contado asi que no debía de haber sido un familiar, de repente todo en mi mente se aclara. Encajé las piezas sueltas como si de un puzle se tratara...era...¡la chica a la que estaba esperando la otra noche!

@MiPríncipeAzulWhere stories live. Discover now