No recuerdo haber llegado aquí...es más,nunca lo hago siempre salgo dandole a la cruz...

Sin embargo, me puse a releer los mensajes que me había estado mandando @mi príncipe azul desde el primero hasta el ultimo.

15 de Mayo

Me han preparado una fiesta por mi cumpleaños a la que no quiero ir porque la chica no vendrá, lo cierto es que me encantan las sorpesas y sobretodo estar con mis amigos...pero ya sabes, no será lo mismo si no viene.
N.

23 de Abril

¡FELICIDADES! Hoy es tu cumple, espero que esto siga siendo igual, me encanta hablar contigo porque me siento libre, te puedo contar todo lo que siento y no juzgas mi aspecto, eres una persona increíble y espero que hoy, en tu día, te traten igual, me gustaría conocerte y felicitarte en persona, pero estoy en la otra parte del mundo con mi padre de visita a un viejo amigo de la familia.
N.

30 de Junio

Tengo una gran escayola en el pie, no puedo moverme y me duele mucho, aunque me lo hice de la forma más tonta que puedas imaginar, ¡no te rías ehh! Me caí por las escaleras jugando con mi primo de dos años y se le había desplomado por la barandilla un cochecito de juguete y yo iba a cogerlo, te contaré si quieres lo que me diga el médico.
P.d: te veo riendote,¡asi que para ya! ; )
N.

Miré el reloj, eran las nueve de la noche,hora de cenar, Marta no tardaría en avisarme.

Alguien aporreó la puerta, con delicadeza.

-Señorita, la cena está servida.

-Gracias, ahora mismo voy.

Apagué el ordenador dándole antes a la crucecita superior   para que no volviera a ocurrir lo que supuestamente a ocurrido.

No se si será mi imaginación o es que alguien ha entrado en mi cuarto.

Cenamos tranquilamente sin hablar de nada de lo ocurrido, la mesa larga de madera estaba llena de comida pero se sentía vacía, ni mamá ni yo hablamos de nada durante todo el tiempo que estuvimos ahí sentadas.

Al día siguiente me levanté pronto, pasé a mis animales y me vestí para irme.

-Hoy me voy a ver a Nicolás.

-Haz lo que quieras pero aquí tienes que estar a la hora de comer.

Arranqué mi Fiat 500 azul celeste y me dirigí al pueblo de al lado, conocía el camino porque no había pasado mucho tiempo desde que Nico me llevó,lo que no sabía era por donde se llegaba al palacio pues no llegamos hasta allí.

El cartel de "Bienvenido a El lago de los deseos" parecía saludarme.

Una vez aparqué enfrente de la familiar heladería pregunté a varios ciudadanos con sus piles blancas como la nieve y me dieron varias señas. Por lo que volví a coger el coche para no cansarme.

Tras varias vueltas lo encontré por fin.
No parecía un palacio, era más bien una simple pero arreglada estancia, como mi casa de verano de las montañas, los jardínes estaban muy cuidados, y la fachada de color marfíl daba una calurosa bienvenida, las ventanas superiores contaban con lujosos balcones con barandillas doradas y las inferiores contaban con unas bonitas cortinas de color camel.  

Bajé del coche con un poco de aire de superioridad y llamé a la puerta grande y de una madera bastante pesada.
Los porteros la abrieron dejado ver una gran recepción, una mesa de café en el centro de una gran alfombra color crema sostenía un gran jarrón con flores de todos los tipos, dos sillones uno frente al otro en la izquierda y a la derecha una gran ventana que llegaba desde el suelo hasta el techo iluminaba toda la habitación.

Una señora venía rápidamente hacia mí con un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas, era una sirvienta.

-¿Me hará el favor de presentarla?

-Ehh, si, soy Isabel.-Dije un poco sorpendida de como su voz se oía rota a pesar de su mediana edad.

-Bien, quedese aquí por favor, supongo que querrá hablar con el rey ¿verdad?

-No, vengo a ver al príncipe Nicolás por favor.

-Me temo que el señorito está ocupado, ya hay otra mujer con él, ha venido a visitarle.

¿¡Cómo?! Debe de haber un error.

-Bien, gracias, entonces esperaré a que ella se marche.

-Como usted quiera.-Se encogió de hombros y se giró.

-¿Querrá usted tomar algo?- Me señaló los sillones y la mesa de café volviéndose de nuevo hacia mí.

-Emm...no muchas gracias.-Respondí aunque me di  cuenta tarde que en verdad si que me apetecía algo.

Escuché sus zapatos alejarse.

Me senté en uno de esos apetecibles sillones y esperé, al lado de la ventana.
En la otra pared había una gran puerta que abarcaba de un extremo a otro, por donde había venido la señora, y al lado del cristal de mi derecha se encontraba un reloj de pared, muy antiguo como mostraba la oscura madera y el ruido de las manecillas al moverse; vi pasar los minutos, 10, 15, 20...

¡Estoy harta, Isabel, vamos a ver de quién se trata!

@MiPríncipeAzulWhere stories live. Discover now