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Al día siguiente, Diamond decidió ir temprano a visitar a Tate en el hospital. Cuando llegó, lo encontró despierto y, entre risas y bromas, compartieron un momento de intimidad.

—Buenos días, dormilón —saludó Diamond con una sonrisa mientras se acercaba a su cama.

—Buenos días, hermosa —respondió Tate, devolviendo la sonrisa.

Se besaron tiernamente antes de empezar a platicar sobre cómo había pasado la noche Tate en el hospital. Diamond, tratando de aligerar el ambiente, compartió una idea que había estado rondando por su mente:

—Sabes, estaba pensando que podríamos escaparnos de aquí, hacer algo emocionante. ¿Qué te parece?— bromeó la chica

Tate, intrigado por la propuesta, le respondió con una sonrisa cómplice:

—No suena tan mal, lo único que necesito eres tú.— dijo el chico a lo que la chica respondió con un beso que él correspondió.

Diamond lo ayudó a levantarse con cuidado, apoyándolo mientras se dirigían al baño. Una vez allí, lo dejó entrar mientras ella esperaba afuera. Después de unos minutos, cuando Tate salió, Diamond le entregó una toalla limpia y lo ayudó a secarse el cabello.

—Gracias por la ayuda —dijo Tate, mirándola con gratitud.

—No hay problema, estoy aquí para ti —respondió Diamond, sonriendo con ternura mientras lo acompañaba de regreso a la cama.

Se quedaron un momento más juntos, disfrutando de la cercanía y la intimidad que compartían.

—Quiero llevarte a mi habitación y hacerte miles de cosas— dijo el chico a lo que Diamond sonrió.

Diamond se rió suavemente ante la proposición de Tate.

—Primero debes recuperarte, guapo —respondió con cariño—. No quiero que te esfuerces demasiado.

Tate asintió con una sonrisa, reconociendo la sabiduría en sus palabras.

Cuando Diamond se dispuso a salir, se encontró a Lila Green en el marco de la puerta. Diamond se quedó petrificada al ver a Lila Green parada en el marco de la puerta, bloqueando su salida. La mirada fría y penetrante de la mujer la hizo sentir incómoda, y Diamond se preguntó qué estaba haciendo allí.

Con un nudo en la garganta, Diamond tragó saliva nerviosamente mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para enfrentar la situación.

Diamond sintió cómo la tensión en la habitación aumentaba con cada palabra que salía de los labios de Lila Green.

—Te dije que no vieras a mi hijo, pequeña loba—, dijo Lila con frialdad, su mirada clavada en Diamond.

Tate, por su parte, intentó intervenir:

—Mamá... Yo la amo.

Diamond contuvo el aliento, esperando la respuesta de Lila.

—Que bien que la ames hijo, pero su relación no puede ser.

—Que bien que no necesito tu aprobación—, dijo el chico enojado, rompiendo el silencio tenso que se había instalado en la habitación. Sus palabras resonaron en la habitación, llenas de determinación y rebeldía. Diamond sintió un atisbo de alivio al escuchar la defensa de Tate, pero también una punzada de preocupación por las posibles consecuencias de desafiar a su madre.

El enojo en la mirada de Lila Green era evidente mientras dirigía su advertencia a Diamond.

—Vete de aquí, Diamond. Si regresas, te enfrentarás a las consecuencias—,advirtió con firmeza.

Las palabras resonaron en la habitación, cargadas de amenaza y autoridad. Diamond tragó saliva, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros mientras se preparaba para abandonar la habitación.

Diamond entendía perfectamente la gravedad del problema en el que se había involucrado, pero su deseo de ver a Tate era tan intenso que estaba dispuesta a enfrentar incluso más problemas con los Green. Sabía que cada paso que daba hacia adelante en esta dirección complicaba aún más su situación, pero la sola idea de ver a Tate, aunque fuera por un breve momento, eclipsaba cualquier temor o preocupación. Era como si su corazón estuviera ligado de alguna manera inexplicable a esa posibilidad, y estaba decidida a seguirla, sin importar las consecuencias.

Al llegar a casa, Diamond se vio envuelta en una atmósfera cargada de tensión. Por un lado, estaba la preocupación constante por la complicada situación con los Green, sabiendo que cada movimiento podría tener repercusiones graves. Por otro lado, el corazón le pesaba con la preocupación por la salud de Tate. Cada pensamiento estaba teñido de ansiedad, sintiendo como si estuviera atrapada entre dos mundos igualmente peligrosos. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, la inquietud persistía, acompañándola en cada paso dentro de su hogar.

Queen of diamonds Where stories live. Discover now