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Diamond se encontraba sentada en su amplia habitación, rodeada de fajos de dinero apilados sobre la mesa. La luz tenue de la lámpara de escritorio iluminaba la habitación mientras ella contaba meticulosamente cada billete, concentrada en su tarea. El suave sonido del conteo llenaba la habitación, mezclado con el zumbido distante de la ciudad fuera de las ventanas. Con cada fajo contado, su expresión se volvía más seria, reflejando la determinación de su negocio.

Ella quería abrir un bar para personas jóvenes para que se sintieran seguras en el. Le quería poner Glamour y darle una vibra femenina. Pero sabía que sus hermanos no estarían de acuerdo, sobretodo Heart y Ace que vivían del negocio de Ace. No contar con el apoyo de sus hermanos era difícil para ella ya que ella siempre apoyó a todos y tenía la espalda de todos y no podía salir con Tate o explorar la idea de salir con él por su familia. Ella se sentía muy sola y no sabía con quien contar, aparte de su madre que la apoyaba, no tenía a nadie.

Suspiró pesadamente y decidió salir. Se puso una falda negra, un brazier rojo y una chaqueta negra. Se coloco sus tacones altos y salió de su casa. Subió a su auto y fue a ver a Tate correr.

Cuando llegó aún no era hora de la carrera. Busco a Tate con la mirada y cuando lo vio se dirigió hacia el. El chico sonrió al verla y la vio de pies a cabeza. Se mordió el labio y se rascó la nuca nervioso.

—Diamond, ¿Qué haces aquí?

—Te venía a ver

—¿En serio? Tú, la hija de los Wolf vienes a verme a mí competir por voluntad propia. —le toca la frente haciendo como si chequeara por fiebre.—¿Te sientes bien?

—Muy gracioso, Green.

—Ya en serio, ¿Qué haces aquí?

La chica suspiró pesadamente.

—Necesitaba a alguien.

—Me tienes a mí para lo que sea ¿Qué ha pasado?

—Quiero abrir mi propio bar y llamarlo Glamour pero siento que no tengo el apoyo de mis hermanos y que es un lobo sin un clan.

—Nadie.

—Exacto.

El le acaricio sus brazos.

—Estoy seguro que tus hermanos te apoyarán. Se cuanto se quieren. Solo tienes que darles tiempo de asimilarlo. El negocio de Ace es como su vida. Y Heart no podría ser la jugadora de poker que es sin su bar. Tratan su negocio como un tesoro. Solo dales tiempo, Di.— le dijo y ella lo abrazó. Él le correspondió el abrazo.

—Gracias por apoyarme y creer en mi— le susurro en su oído y él enterró su cabeza en el hueco de su cuello.

El tiempo parecía detenerse mientras estaban envueltos en su abrazo, pero pronto llegó el momento de separarse. Tate se encaminó hacia su puesto, preparándose mentalmente para la carrera que se avecinaba. Mientras tanto, Diamond permaneció en su lugar, observando con intensidad la pista, con los nervios a flor de piel y el corazón latiendo con fuerza.

La multitud rugió con entusiasmo cuando los motores rugieron y los autos salieron disparados en la pista. Tate demostró una vez más su destreza al volante, deslizándose hábilmente entre los competidores y tomando la delantera. La emoción creció a medida que la carrera llegaba a su clímax, y finalmente, Tate cruzó la línea de meta en primer lugar, con un rugido ensordecedor de los espectadores.

Al salir del auto, Tate no perdió tiempo y se acercó rápidamente a Diamond, envolviéndola en un cálido abrazo. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el mundo pareció desvanecerse a su alrededor. Levantó su mentón suavemente, buscando sus labios, y se fundieron en un beso apasionado. Diamond enredó sus brazos alrededor de su cuello, mientras Tate colocaba sus manos con ternura en su cintura.

Después de ese apasionado momento, Tate y Diamond compartieron una mirada llena de complicidad y alegría. Se dirigieron juntos hacia el podio de premiación, donde Tate recibió el trofeo de campeón entre aplausos y vítores de la multitud. Diamond estaba a su lado, radiante de orgullo, compartiendo cada momento de su triunfo.

Después de la ceremonia, Tate tomó la iniciativa de celebrar el triunfo de una manera memorable llevando a Diamond en un emocionante paseo en helicóptero. Juntos, se elevaron por encima de la ciudad, sintiendo la brisa fresca en sus rostros mientras admiraban las vistas panorámicas, incluyendo la majestuosa Estatua de la Libertad, que parecía aún más imponente desde esa altura.

De regreso al yate, Tate había organizado una cena romántica para dos, donde reinaba la champaña fría y el aroma tentador de la pasta pesto. Con elegancia, sacó la silla para que Diamond se sentara, luego tomó asiento frente a ella, dedicándole toda su atención. Con una sonrisa cálida, Tate vertió cuidadosamente la champaña en la copa de Diamond, brindando por el comienzo de una nueva amistad o posible romance.

Durante la cena, el ambiente estaba impregnado de una atmósfera cálida y relajada. Tate y Diamond disfrutaron de cada bocado de comida exquisita mientras compartían historias y risas. Hablaron sobre sus sueños, sus pasiones y los momentos que habían compartido juntos desde que se conocieron.

La conversación fluía sin esfuerzo, cada palabra fortaleciendo su conexión y profundizando su comprensión mutua. Hablaron de sus planes para el futuro, imaginando juntos las aventuras que aún les esperaban. También compartieron sus pensamientos más íntimos y sueños más profundos, revelándose el uno al otro en un nivel más profundo.

Entre risas y susurros, se tomaron de las manos, sintiendo el calor reconfortante de su contacto. En ese momento, nada más importaba excepto el amor que compartían y la felicidad de estar juntos. La noche pasó volando, pero el recuerdo de esa cena inolvidable permanecería grabado en sus corazones para siempre.

Queen of diamonds Where stories live. Discover now