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Diamond abrió los ojos con una dolorosa resaca y se levantó de la cama con cuidado, sintiendo el peso de la noche anterior en su cabeza. Se vistió rápidamente y salió en busca de algo de desayuno para aliviar su malestar, pero su mañana tranquila se vio interrumpida cuando alguien intentó robarle.

Instintivamente, Diamond reaccionó con rapidez y destreza, respondiendo con una patada en la entrepierna del ladrón, dejándolo incapacitado y sorprendido por su valentía. Sin esperar a ver más, Diamond aprovechó la oportunidad para escapar y corrió de regreso al club, donde se sentía segura y protegida.

Aunque su corazón seguía latiendo con fuerza por la adrenalina del momento, Diamond se sentía aliviada de estar a salvo.

Diamond colocó la comida en la mesita de noche de la habitación y despertó a Tate, compartiéndole lo que acababa de suceder. Al escuchar la noticia, Tate se llenó de ira y determinación, expresando su deseo de vengar el intento de robo.

—¿Quién fue? Yo lo mato —dijo Tate, su voz llena de furia contenida.

Diamond conocía la naturaleza decidida y protectora de Tate, y sabía que era capaz de cumplir su amenaza si se lo proponía. Sin embargo, trató de calmarlo y contener su impulso violento.

—No lo sé, Tate. Solo quiero olvidar lo que pasó y seguir adelante —respondió Diamond, tratando de disuadirlo de tomar represalias.

A pesar de sus palabras, Diamond podía sentir la determinación de Tate y sabía que tendría que mantenerlo bajo control para evitar que hiciera algo imprudente. Con cautela, se prepararon para enfrentar el día juntos, conscientes de que su unión era su mayor fortaleza en momentos de adversidad.

Después de comer su desayuno juntos, Diamond y Tate tomaron caminos separados para enfrentar sus respectivos asuntos. Determinado a tomar medidas contra el ladrón que intentó robar a Diamond, Tate se dispuso a encontrarlo.

Finalmente localizó al ladrón y, consumido por la ira y el deseo de justicia, Tate confrontó al individuo. Sin vacilar, comenzó a golpearlo con ferocidad, sin detenerse hasta que el ladrón quedó inconsciente en el suelo.

Al día siguiente, mientras Diamond estaba viendo las noticias, una historia en particular captó su atención: el joven que intentó robarle estaba en el hospital después de recibir una golpiza brutal que casi lo mató. Reconoció al responsable de inmediato y supo que había sido Tate. Lleno de emociones encontradas, decidió confrontarlo.

—Vi lo que le hiciste a ese chico. Casi lo matas —acusó Diamond, su voz llena de preocupación y reproche.

Tate se mantuvo firme en su posición, justificando sus acciones con determinación.

—Nadie se mete con mi chica —respondió Tate con determinación, dejando en claro su lealtad y protección hacia Diamond.

Las palabras de Tate sorprendieron a Diamond, quien no pudo evitar preguntarse sobre el significado detrás de ellas.

—¿Ahora soy tu chica? —cuestionó Diamond, buscando claridad en medio de la confusión.

Con una mirada intensa y segura, Tate afirmó su posición con confianza.

—Mía y solo mía —declaró Tate, dejando en claro sus sentimientos y su determinación de proteger lo que consideraba suyo.

Diamond se sintió abrumada por la intensidad de las emociones que surgieron en ese momento. Aunque aún tenía preguntas sin respuesta, no pudo negar la profundidad de los sentimientos que compartían.

Aunque Diamond había tratado de disuadir a Tate de tomar represalias, comprendió la necesidad de su pareja de protegerla y de restaurar su sentido de seguridad. A pesar de la violencia del enfrentamiento, Diamond sabía que Tate había actuado impulsado por su amor y preocupación por ella.

—¿Te puedo decir algo? —preguntó Tate, su tono cargado de seriedad y sinceridad.

—Sí —respondió Diamond con cautela, preparándose para escuchar lo que tenía que decir.

—Siempre he estado enamorado de ti, Diamond. Desde que éramos niños, pero nuestras familias no me permitían acercarme a ti. Si no hubiera sido por esa apuesta en el puesto de carreras, nunca hubiéramos empezado a salir —confesó Tate, revelando sus sentimientos más profundos.

Las palabras de Tate resonaron en el aire, llenando el espacio entre ellos con una nueva comprensión y revelación. Diamond se quedó sin aliento ante la sinceridad de sus palabras, sintiendo cómo se desvanecían las barreras que habían separado sus corazones durante tanto tiempo.

Queen of diamonds Where stories live. Discover now