20 la novia

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Con un gemido, Anahí apretó los puños, aún dormida. Había sido otra larga semana, y al entrar casi a rastras en el hospital, se sintió completamente abrumada. Los médicos se mostraban cada vez menos optimistas, pero las enfermeras continuaban animándola con historias de otros pacientes que habían despertado del coma.

Seguían alentándola a que le hablara, pero a menudo no sabía qué decir, por lo que había empezado a leerle en voz alta. Esa noche había traído una de sus historias favoritas, pero estaba tan cansada, que se había quedado dormida nada más colocar la cabeza sobre la cama.

Soñaba que Dmitri la perseguía por las calles de Manhattan mientras buscaba a Alfonso y, cada vez que se daba la vuelta, allí estaba Dmitri. Se asustó y se agitó en sueños. De repente, apareció Alfonso, que derribó a Dmitri antes de estrechar a Anahí entre sus brazos. Abrazándose a él firmemente, lloró mientras le decía que le había estado buscando.

Anahí suspiró al sentir su mano acariciándole el cabello. Al despertarse, se dio cuenta de que no era un sueño. Alzando la cabeza, se sorprendió al ver a Alfonso mirándola, mientras le seguía acariciando. Respirando entrecortadamente, se lanzó sobre él y besó su rostro.

-¡Estás despierto! No me lo puedo creer- lloró Anahí, pulsando el botón para llamar a la enfermera. Incorporándose, le sonrió, mientras le acariciaba la mejilla. Cuando la enfermera asomó la cabeza, Anahí se retiró para que viera que estaba despierto.
-Voy a llamar al médico de guardia- les dijo la enfermera sonriendo.
-Tengo mucho que contarte. Todos están muy preocupados. No puedo creer que estés despierto. Es genial- Al entrar el médico, Anahí tuvo que obligarse a sí misma a dejar de hablar.
-Sr. Herrera, me alegro de ver que por fin ha despertado- dijo acercándose a la cama.

Mientras la enfermera le tomaba los signos vitales, el médico le sometió a una serie de pruebas para asegurarse de que no tenía ninguna lesión nerviosa. Tras darle hielo triturado, la enfermera dejó el vaso sobre la cama y salió.

-Sé que le va a costar hablar pero, ¿puede decirme dónde está y cómo se llama?
-Al-Alfonso Herr-Herrera. Hosp...hospital- respondió con voz ronca.
-¿Sabe qué le ha ocurrido?
-Coche. Frenos.
El médico asintió con la cabeza
-¿Y esta encantadora señorita? ¿Quién es?
-Anahí. Mmm...mi Anahí.

Anahí se tapó la boca, luchando contra las lágrimas. No podía creer que estuviera despierto y hablando. Cogió el móvil y envió un mensaje a Ivan, tras lo cual el médico se volvió para hablar con ella.

-No estaremos seguros hasta que le hagamos más pruebas, pero parece prometedor- le dijo con una sonrisa -Le espera un largo camino por delante.
-¿No podía haberme dicho sólo la buena noticia?- Bromeó Anahí estrechándole la mano.
-Ahora, si me disculpan, tengo que hacer las rondas-
Y volviéndose a Alfonso: -Sr. Herrera, durante los próximos días va a estar muy ocupado mientras nos aseguramos de que todo funciona correctamente.

Cuando el médico se fue, Anahí se sentó en el borde de la cama. Se secó las lágrimas de los ojos, no podía creer que por fin estuviera despierto.

-Me siento como en un sueño. Como si en cualquier momento voy a despertar en esa silla y tú vas a seguir en coma.

Alfonso le apretó la mano, mirándola. Aún estaba aletargado y, aunque sentía que debía hacer algo, su cuerpo y su mente no se ponían de acuerdo. Inclinando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos. Iba a tener que tomarse las cosas con calma.

Sólo habían pasado tres días desde que Alfonso saliera del coma, y ya estaba perdiendo la paciencia. Todas las pruebas fueron positivas, la resonancia magnética tuvo un resultado normal, y consiguió ponerse en pie y andar unos diez pasos con ayuda. Estaba convencido de que si le daban el alta podría contratar la ayuda necesaria para acelerar su proceso de recuperación, pero los médicos insistieron en que permaneciera ingresado.

enamorada de un millonario Where stories live. Discover now