ᴬᵇᵘˢᵒ ˢᵉˣᵘᵃˡ

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¿Habría alguien dispuesto a poner fin a todo este infierno?

Él no podía hacerlo, ya no tenía nada a su alcance, había perdido todo contacto con el mundo exterior y, como ya era costumbre, su salvación tenía que recaer en alguien más.

Era agotador saber que no puedes hacer nada, si tan solo hubieras puesto un alto a la primera señal, aún podría ir donde Miriam y aún podría sentirse seguro entre sus brazos.

Jake movió su cabeza intentando mitigar sus pensamientos, no es como si torturarse cada vez sobrepensando cualquier cosa, fuera a arreglar todo mágicamente.

Se paró lentamente de la vacía cama, sus párpados se sentían pesados, que no lo iban a estar si cada vez que podía desahogaba sus penas derramando lágrimas llenas de sufrimiento escondido.

Caminó tambaleando hasta la puerta del baño. ¿Hacía cuánto tiempo había comido con normalidad? No lo recordaba.

Abrió el caño y agarró un puñado de agua como un intento de despertarse al cien.

Muchos decían que después de la tormenta venía un hermoso arcoíris, pero este se tardaba en llegar.

—¡A-ah!— un fuerte gemido de asombro salió de los labios del mayor al ver frente suyo el revólver que Hunter había traído a casa.

¿Lo había dejado ahí a propósito o se olvidó de esconderlo?

El peliazul no tenía la respuesta, pero lo que sí sabía era el horrible flashback que le hacía tener a la vista esa arma en específico.

Jake agarró su pecho amortiguando los fuertes latidos y calmó un poco su ansiedad.

Salió apresurado del cuarto de baño antes de entrar en un ataque de pánico.

Ya no se sentía seguro ni en su propia casa.

(...)

Hunter caminaba de forma autoritaria por los pasillos de la oficina. Aunque mostrara esa fachada de jefe superior a todos, no fue un impedimento para los trabajadores, que comenzaron a murmurar a lo bajo. El pelinegro intentaba ignorarlo.

Pero hubo uno en específico que hizo que parara en seco al escucharlo.

"—Escuché que le fue infiel con varias personas y que a todas ellas fue disculpado. ¿Quién puede tener tan baja autoestima para perdonar eso?"—

—Tú— apuntó al pobre chico que estaba sudando al oír la temeraria voz del contrario. —Ven a mi oficina, apúrate—

El pobre hombre solo asintió, sintiéndose humillado ante las miradas penetrantes de sus compañeros.

Ambos caminaron en silencio hasta llegar al lugar indicado y al cerrar la puerta detrás suyo.

—Mira bien, no sé qué pasa por tu cerebro, pero no tienes ni un derecho a venir a hablar de mi vida privada. ¡Y peor aún, inventándote mentiras!"— la voz firme resonó en toda la habitación.

Hunter volvió a mirarlo directamente a los ojos, no tenía piedad, no le importaba si este trabajo lo era todo para el tipo.

—No quiero verte más, agarra tus cosas y lárgate de acá, esta empresa no debe tener a idiotas como tú que solo se limitan a inventar tonterías, en vez de trabajar como se debe— decretó el más alto dándole la espalda a la persona.

No hubo ni un intento de negarlo o simplemente negociar su estadía.

Con la fachada derrotada, se retiró definitivamente del lugar.

Era verdad, Hunter obviamente sabía que lo que dijo no era mentira, pero no podía a manchar su reputación más de lo que ya estaba.

(...)

Violentometro [Hunter x Jake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora