Capítulo 11: El arresto

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Berlín, 15 de mayo de 1951.

Parque Britzer, barrio Britz, Distrito Neukölln

1:54 p.m.


Lena corrió hacia su compañero, con la vista nublada por las lágrimas y el corazón golpeando sus costillas. Llegó a su lado y lo encontró tendido sobre un charco de su propia sangre, aún respirando, pero con el pulso cada vez más lento.

—Lo... siento... —dijo Arthur al verla, dejando escapar un hilo de sangre por la comisura de los labios. Intentó sacar algo de su bolsillo.

Lena, entre lágrimas, lo ayudó. Era su cajetilla de cigarrillos.

—Ábrela —le pidió susurrando.

Lena obedeció, y al intentar sacar un cigarrillo, de la cajetilla cayó un billete de veinte marcos. Se quedó helada al ver cómo el billete caía, ondulante, hasta posarse a un borde del charco rojo, empapándose con la sangre de Arthur.

—Son los veinte marcos que te debía —dijo con dificultad—. Los llevé siempre conmigo, eran mi excusa para tenerte al pendiente de mí.

—Idiota —le dijo Lena, tomando el billete teñido de rojo, con un nudo en la garganta—. Eres un idiota.

Arthur sonrió, y señaló con un dedo tembloroso el cigarrillo que sobresalía de la cajetilla. Lena se apresuró en encenderla con su encendedor Zippo y se lo puso en los labios.

Tomó su mano derecha y Arthur hizo una mueca de dolor, dejando caer el cigarrillo. Lena se lo volvió a colocar en la boca y tomó su mano izquierda, que Arthur había llevado hacia su pecho, cerca del orificio de la bala.

Fumó con mucha dificultad y hurgó bajo su propia camisa empapada en sangre. Extrajo un anillo que pendía de un collar dorado que colgaba de su cuello.

—Lo llevo conmigo desde que me transfirieron a Berlín —dijo, con voz entrecortada—. Iba a proponértelo en Leipzig, pero puse mi carrera en primer lugar. Fui un idiota.

El corazón de Lena golpeaba fuerte y sentía que le faltaba el aire. Arthur, el hombre que alguna vez imaginó como su marido, yacía frente a ella, con el anillo de compromiso entre los dedos, soltando sus últimos suspiros.

El "te amo" que pronunció Arthur, más que escucharlo lo leyó en sus labios. Su voz era apenas un hilo, y al apagarse, sus ojos se cerraron. Lena abrazó el cuerpo inmóvil en el suelo. Ya no le sentía pulso.

El tiempo se detuvo y, por un instante, Lena era la única persona en la calle, en Berlín, en el mundo entero. Y el mundo era un lugar muy pequeño para albergar el dolor que sintió en aquel momento.

Sus sentidos se apagaron en el preciso momento en el que el corazón de Arthur se detuvo. No fue consciente del sonido de las patrullas acercándose.

Un oficial de policía la separó del cuerpo inerte, por la fuerza, pues Lena no pretendía soltarlo. En su garganta se solidificó su pena, y cuando quiso decir algo, no pudo.

Con la vista nublada por las lágrimas, vio como otros dos policías uniformados tomaban el pulso de la garganta de Arthur. Uno de ellos negó con la cabeza, y el otro hizo un gesto a un colega.

Lo siguiente que recordó era estar esposada en el asiento trasero de una patrulla, con la mirada clavada en el techo tapizado. Se incorporó y miró por la ventanilla, habían metido el cuerpo de Arthur en una bolsa negra, y lo estaban cargando a otro coche patrulla. Un policía de prominente bigote que fumaba apoyado en el capó la vio reaccionar y fue hacia ella.

Doppelganger - #ONC2024 (Completado ✓)Where stories live. Discover now