Los 7 infiernos de Hunter Alexandre. [Fantasía/Romance].

✧ Capítulo 10 ✧

«And then one random night when everything changes». Kenya Grace. Strangers.

HUNTER

Mi mente era una nube de confusión. Estaba tan cansado que sentía que iba a desplomarme en cualquier momento. Ni siquiera entendía cómo había llegado hasta allí, llevaba horas caminando, corriendo. Todavía era de noche, aunque sentía que habían pasado días. ¿Por qué seguía ahí?

Por momentos había sentido que alguien me perseguía, eso me había hecho correr aún más, me había acelerado el corazón durante horas.

A punto de caer sobre el suelo de los jardines, levanté la cabeza y me percaté de que no estaba solo.

—¿Estás bien? —dijo Pandora con voz tenue, me observaba con cierta preocupación, pero no parecía atreverse a acercarse a mí.

A mi alrededor, tan solo podía oír el viento acariciando los árboles de esos extensos jardines. Una fuente de piedra con base circular presidía el recinto y un sinfín de arbustos, que parecían completamente negros a falta de luz, rodeaban la fuente y marcaban el camino hacia las verjas de hierro que delimitaban los terrenos de la Academia. Esa noche había cruzado esas puertas una decena de veces y, aun así, siempre había terminado regresando allí, a ese punto exacto.

Mis rodillas temblaron y supe que no podía más. Me dejé caer sobre el suelo, cerrando los ojos, y Pandora acudió corriendo, sin rastro de miedo esta vez.

Oía su voz, oía la urgencia en el modo en el que pronunciaba mi nombre.

—¡Hunter!

Todo se volvió oscuridad y tan solo podía sentir sus manos intentando alzarme, ayudándome a recomponerme. Noté el roce de sus dedos en mi rostro y esto me estremeció, me forzó a abrir los ojos ligeramente y fijarlos en los suyos.

Pandora era guapa. No en el modo salvaje en el que lo era Santos, por ejemplo, o cualquier otra de las chicas de la Academia. Sus ojos eran demasiado grandes, eso le daba un aspecto ligeramente infantil, pero su rostro era simétrico y agradable. No era la primera vez que me encontraba tan cerca de ella, aunque Pandora insistiera en que no recordaba la fiesta, y su aroma dulce me hizo despertar durante unos instantes.

Estaba cansado. Joder, me moría de sueño. Llevaba unos tres días sin dormir y lo notaba en cada centímetro de mi cuerpo.

—Vamos adentro —susurró ella—. Necesitas un médico.

—No.

Conseguí ponerme en pie con su ayuda, apoyándome en su cuerpo. Era bastante fuerte para ser tan pequeña, pero intenté no recargarme en ella demasiado para que no nos cayéramos.

Los siguientes minutos pasaron por mi mente de forma borrosa. Pandora consiguió llevarme al interior de la Academia, fue capaz de conducirme hasta el interior de mi habitación y me ayudó a tenderme en mi cama.

Gi tenía un sueño muy profundo, así que imaginé que no se despertó en ningún momento. Aun así, no podría asegurarlo, pues me encontraba en un estado de semiinconsciencia del que solamente había un modo de salir: dormir.

Pandora dejó de sujetarme y, durante solo un instante más, acarició mi cabello. Supe que no esperaba que yo lo notara; en ese punto yo estaba más dormido que despierto, en realidad, pero podía sentirla ahí. Me quitó los zapatos y me tapó con la colcha, trayéndome una sensación de deja vù inesperada.

Cuando Pandora se alejó de mí, fue como si me quitaran el aire de repente. Intenté que se quedara conmigo, balbuceé algunas palabras, pero no creí que ella pudiera comprenderlas, probablemente no tenían ningún tipo de sentido.

No escuché el sonido de la puerta al cerrarse, pero supe que se había ido. Lo supe en el frío que me atenazó de pronto, en la sensación de estar solo, más que antes incluso.

A pesar de tener miedo, a pesar de todo lo que estaba sucediendo, solo entonces pude cerrar los ojos y abandonar mis pensamientos por primera vez en días.

Solo entonces me quedé dormido.

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