Y la cuestión más grande en todo este asunto es: ¿Dónde demonios se encuentra él?

Casi a punto de colapsar entro finalmente en el desastre con cuidado de no tocar absolutamente nada. Si algo realmente grave pasó, lo menos que debo hacer es estar aquí, revisando las cosas y dejando las huellas para que yo sea culpada por algo que no hice. No estoy siendo nada más que una cotilla. No estoy siendo más que una chica preocupada casi hasta la muerte por un chico que juraba odiar más que nada.

Me acerco al espejo –o lo poco que queda de él, pues todos los trozos de cristal reflejante están sobre un montón de ropa– y cierro los ojos con pesadez cuando noto algo de sangre seca en ellos. Mi rostro palidece al instante y mis manos comienzan a sacudirse sin control. Lagrimas bajando por mis mejillas es lo único de lo que soy consciente mientras me siento entre el desorden.

No, no, no. Esto es irreal. Esto no puede estar pasando.

Demonios, ni siquiera sé lo que ha pasado y estoy llorando por litros en cuestión de segundos.

Aun sollozando ruidosamente, me pongo de pie con lentitud. Recomponiéndome y evitando caer por completo en un ataque de pánico. Tiene que haber una explicación para todo esto.

Salgo a trompicones de la habitación y coloco mis manos sobre mis rodillas, inclinándome y obligándome a respirar con tranquilidad. No padezco asma, y agradezco por millones que no sea así, o de lo contrario estaría muriéndome en el suelo. La horrible presión que siento en el pecho no es más que preocupación pura.

Tomo mi celular del bolsillo de mis jeans y me arriesgo a llamar por centésima vez en las últimas doce horas a Niall. Su tono de llamada se escucha amortiguado desde la habitación que acabo de dejar y lanzo mi teléfono con desesperación contra una de las paredes, pero corro una vez que este yace en el suelo con la pantalla completamente destrozada.

Genial.

Ahora perdí a Niall y a mi celular, que gran manera de iniciar el día.

(...)

—Quita esa cara, vas a ahuyentar a todos mis trabajadores. —papá murmura acercándose a mi lugar junto el lavaplatos. Cierra la llave del grifo y se mantiene a mi lado en silencio. —Habías estado tan feliz los últimos días, ¿Qué ha sucedido? Mamá ya está en casa, todo está volviendo a la normalidad, ¿Qué te mantiene de esa manera? —él cuestiona con su voz jovial de la que estoy comenzando a cansarme. Me abraza de costado, colocando su brazo sobre mis hombros y presionando cariñosamente para tratar de reconfortarme.

Suspiro y reprimo un sollozo. —Estaré bien, ¿sí? —contesto huyendo de las preguntas que mi padre hace. Aún es duro para mí pensar en ello a pesar de que no tengo confirmado nada hasta el momento. Ellos ni siquiera saben de mi salida al amanecer.

Papá asiente y murmura otra vez: —Probablemente deberías tomar el resto del día, hasta que te recuperes. Me encargaré de esto por ti, vamos. Respira algo de aire limpio. —asiento. Estar jugando con el agua de la llave no va ayudarme para nada, lo único que ha logrado hasta el momento es hacerme pensar aún más.

Dejo mi mandil y tomo mis cosas para salir por la puerta trasera. Todo esto parece tan ridículo, apenas ayer salí por el mismo lugar con Marcie y-

Marcie.

Si ella tenía respuestas ayer, ella puede dármelas ahora en vista de los hechos.

Corro hasta mi auto ante la realización, la casa de la pelirroja está cerca pero no caminaré hasta ella cuando esta presión en el pecho está amenazándome con matarme poco a poco. Mi teléfono y el de Niall se sienten como un ancla dentro del bolsillo de mi sudadera.

Como dije antes, la casa de Marcie está cerca del restaurante de mis padres, así que no me lleva más de cinco minutos estar en el frente de su casa y estar golpeando con desesperación la puerta principal. Hay un timbre, pero no lo uso. No está su madre y quizá ni siquiera ella.

La puerta se abre y casi golpeo a quien la abre ante mis alterados movimientos.

Me lanzo dentro inmediatamente sin mirar, Marcie está en el sofá; despeinada y con el cabello alborotado, sus labios lucen rojos e hinchados y me congelo una vez más en mi sitio por segunda vez en el día. Esta vez, por un motivo totalmente distinto.

Mierda, llegué a interrumpir un momento entre Zayn y Marcie. La realización me golpea y enrojezco violentamente. Así que ahora sé quién me abrió la puerta y ahora está detrás de mí. Bueno, ahora no quiero mirar a ninguno de los dos.

Mierda. —dejo escapar. —Yo- yo esperaré, arriba. En las escaleras. —digo, haciendo mi camino hasta las escaleras y me siento a la mitad de ellas, camino todo el camino sin mirar algo que me hunda más en la pena.

Transcurren un par de minutos y yo estoy sentada en el mismo lugar, abrazando las piernas contra mi pecho a la vez que trato de no escuchar por completo la pequeña conversación/discusión que la pareja está teniendo en susurros altos. Saco mi teléfono roto y milagrosamente aún vivo para juguetear con él un poco. Miro el fondo de pantalla solo porque mi lado masoquista lo está exigiendo y trago bastante saliva mientras trato de reprimir mis lágrimas una vez más.

Repito:

«No sé lo que ocurrió, no debo crear conclusiones precipitadas, él es inteligente, está a salvo. No llores más. Respira profundamente, respira.»

Una sombra se coloca por encima de mí y elevo la mirada. Marcie me mira con preocupación y en el principio de la escalera está Zayn recargado, probablemente molesto por mi interrupción. Hombres.

—Él no está, todo es un desastre. —mascullo sintiéndome intimidada bajo la mirada del moreno. Marcie lo nota, pero no hace nada para que su novio se vaya. —Quiero respuestas, pero él no está para ello. Y estoy asustada por él. —la pelirroja asiente y suspira, observo como la pareja intercambia miradas y finalmente Zayn niega, en señal de que no tiene ni idea. Lo que hace que la presión en mi pecho se intensifique.

—Lo siento Maiah, no tengo ni idea. No he hablado con él en casi una semana. —Zayn me sorprende hablando desde abajo. Muerdo mi labio y le doy una última mirada esperanzada a Marcie antes de levantarme y dejar ir el tema.

—Oh linda, perdóname. No sé nada, te juro que te diría si lo supiera. —ella se sienta a mi lado y coloca una mano en mi rodilla. —No debí haberte dicho nada ayer, lucías tan diferente a las últimas veces y luego yo misma te vuelvo a mandar directo a las sombras. Soy un asco de amiga. Perdóname.

Asiento, resistiendo el impulso de gritarle que eso no es la respuesta. Que eso no es lo que quiero oír, que sus palabras no resuelven absolutamente nada. Eso no me dice nada de cómo y dónde está Niall.


Nota de Autora:

drama, drama, drama y muchas nuevas preguntas que probablemente deben estarse haciendo

¡gracias por sus votos y lecturas!, las amo (las jamón con queso xD)


Fears | niall horanWhere stories live. Discover now