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Faltaba poco para que la mañana alumbrara el Palacio de Cristal haciendo de un espectáculo la residencia real. De esta forma se anunciaba al reino el inicio del día.

El carruaje que atravesaba los terrenos reales se detuvo delante de una de las tantas mansiones que solía visitar en el pasado. Dentro las dos personas que estaban abrieron los ojos.

-Alteza, llegamos- dijo el cochero mirando hacia atrás.

Lyon alzó la pequeña cortina y pestañeó lentamente. Sacudió su cabeza intentando quitar el sueño que aún lo abrumaba después de apenas dormir dos horas, dado los sucesos recientes y que ese día ingresaría a la academia militar.

Sabía que todo había sido de golpe, pero dado que habían atentado contra su vida, el lugar más seguro era la academia, allí la seguridad era tan estricta que resultaba sofocante.

-Espérame aquí- le dijo a Charles que casi volvía a dormirse- No demoraré mucho.

-Estás loco ¿verdad?- Charles se restregaba los ojos intentando despejar el sueño- Si te pasa algo y te tocan un pelo es mi cabeza la que rodará. El rey está bastante tenso ya.

Lyon alzó los hombros.

-has como desees- acto seguido abrió la puerta y salió al exterior. Afuera un guardia bajó de su caballo y lo iba a seguir, pero el príncipe hizo una seña con la mano señalando que Charles ya iba con él.

Ambos entraron en la mansión donde ya el mayordomo los esperaba tras ser informados de su presencia.

-Buenos días, sus altezas- se inclinó formalmente.

-Buenos días- saludó Lyonhart- Vengo a ver a Milan. Sé que es temprano y debe estar durmiendo, pero sino es ahora no podré verlo después, ingresaré a la academia.

Los ojos del mayordomo se abrieron de la impresión.

-Espere por favor, en un momento le aviso a los condes, de momento los llevaré a la sala de visitas- se corrió a un lado y les indicó con la mano.

Segundos después le daba instrucciones a una de las criadas de la mansión.

-No haga de esto algo tan grande- Lyon lo miró por encima del hombro- No tengo tanto tiempo como el que deseo.

-Entendido- el mayordomo asintió y los dirigió a la sala. Poco después les trajeron una taza fuerte de té.

Charles por seguridad y acostumbrado a hacerlo, agarró la taza de Lyon y tomó un sorbo antes de dársela a él. Era una costumbre entre ellos dada la seguridad que debía tener el príncipe heredero. Y Lyon, siendo Charles una de las pocas personas en las que confiaba solo tomó de su bebida cuando este asintió.

¿Qué era peligroso? Lo era. Si su té estuviese envenenado la vida de Charles correría peligro y hasta podría morir. Lyon siempre se ponía nervioso cada vez que Charles tomaba las cosas por él y aun cuando había sido tema de discusión su amigo nunca cedía en sus tareas.

El sonido de alguien corriendo no se demoró en llegar a ellos. Lyon dejó la taza sobre la mesa y se levantó casi al mismo momento en que la puerta fue abierta de golpe. Un chico con el cabello despeinado, aun portando la piyama, solo con una túnica suelta sobre sus hombros y los ojos enrojecidos señal de que había estado llorando... y que lo haría de nuevo.

Estos se llenaron de lágrimas y no se demoraron en correr por sus mejillas. Milan corrió hacia Lyon, lanzándose contra su pecho del príncipe y rodeó la cintura de este con sus brazos. Ni siquiera había tenido en cuenta a Charles, toda su atención se había centrado en Lyonhart desde que se había despertado con la noticia de su llegada.

-Lyon- sollozó contra él temblando notoriamente- Tenía tanto miedo, había tanta sangre.

Por alguna razón Lyon no supo como reaccionar. No estaba acostumbrado a ¿consolar podría ser? Los que lo rodeaban siempre eran personas fuertes o que cuidaban de su seguridad... incluyendo a Ashary. Nunca había visto al chico llorar. Ni siquiera cuando ambos peleaban al punto de hacerse dolorosas heridas, jalarse el cabello casi desprendiendo mechones o cuando era regañado por sus padres cuando estos creían que nadie los veía. Y vaya que esos regaños daban miedo.

Pero ahora tenía al vulnerable cachorro contra él llorando a moco tendido muerto de miedo. Como si el ataque hubiera ocurrido hacía poco.

Se dejó llevar por el instinto y rodeo los hombros de Milan con sus brazos.

-ya todo está bien. Todo pasó- le sonrió cuando el joven alzó la cabeza- No tienes que llorar.

Milan asintió e infló las mejillas en un intento de contener las lágrimas. Después recostó su rostro sobre el pecho de Lyon y lo abrazó más fuerte.

-¿Es verdad que te vas a la academia?- su voz aún era pastosa.

-Sí, tengo cosas que hacer. Una de ellas es volverme más fuerte. No quiero que a los que quiero salgan heridos.

Milan se estremeció en sus brazos.

-Pero si entras no podremos vernos hasta dentro de dos años y medio. ¿Qué voy a hacer?

Lyon sonrió. Debía aprovechar esta oportunidad. Agarró el rostro de Milan entre sus manos.

-Esperarme fielmente. No puedes ir detrás de Asha, ni de nadie más ¿sí?

Ante aquellas palabras Milan sonrió dejando atrás su expresión dolida. Asintió con fuerza entusiasmado.

-Si lo haré, esperaré aquí- mostró una gran sonrisa.

-Buen chico- Lyon sentía que había dado un gran paso por delante de Ashary. No podía perder terreno ahora que estaría en la academia por un largo tiempo. Aunque conociéndolo era capaz de usar sus trucos.

Y si... besaba a Milan ahora. Su primer beso tanto de uno como del otro. Y Ashary no se lo podía quitar. Y, además, ellos habían sido interrumpidos.

Sus dedos acariciaron las mejillas de Milan borrando las lágrimas que quedaban en ellas y lo miró, sobre todo sus labios. Se olvidó de todos los que estaban en la sala. Solo debía besar al chico, a su futuro omega.

Y así se inclinó y besó su piel... dejando una ligera marca... en la frente de este, sin entender la razón de por qué al final... no pudo hacerlo. 

Mi odioso duque omega ( trilogía corta Palacio de Cristal I)Where stories live. Discover now