XXXVIII.- Hermanos de Leyenda

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White sonrió con diversión al ver como Nemed no sabía que hacer con los pelirrojos que saltaban a su alrededor, al parecer los cachorros de lobo estaban emocionados con el castaño. Les gustaba su aroma y quería que les prestará atención.

— Ya adoro a esos cachorros. — comentó White mientras se sentaba en uno de los sofás.

— Parece que disfrutas ver a tu Hermano sufrir.

— Nemed era diferente hace seis años así que me gusta verlo ser un poquito más humano. Sí, somos hijos de Selene y el Nemeton, protegemos el mundo sobrenatural, pero creo que también tenemos derecho a comportarnos de nuestra edad. ¡Estamos en nuestra plena juventud! — se quejó el castaño mientras levantaba sus manos de manera exagerada.

Lydia rio levemente, tenía que admitirlo ese chico le recordaba a Stiles, eran tan parecidos que no podía evitar ver a su amigo en él y era un sentimiento tan agridulce que dolía. White no era Stiles y jamás lo sería, en cambio podía decir que Nemed le recordaba a Stiles de manera diferente, la manera en la que se movía o la manera en que sonreía, incluso en ese momento donde se veía bastante angustiado era Stiles.

— Tienes razón. Es bueno que se diviertan. Son bienvenidos a pasar el tiempo con la manada, aquí nos divertimos bastante a pesar de nuestros trabajos. — le dijo la pelirroja mientras le sonreía a Allyson que le había entregado una taza con café al castaño.

— Cachorros, dejen al pobre chico en paz. — les dijo Peter a sus hijos mientras reía levemente.

— Pero... ¡Huele rico! — exclamó Edmond con un puchero.

— Y es muuuuy bonito. — dijo esta vez Henry mientras tomaba la mano del castaño de cabello largo y lo arrastraba al suelo.

— Lamento que nuestros hijos estén ocupando toda tu atención. — le dijo Peter al joven que ahora yacía en el suelo.

— Él dice que esta bien, solo que no esta acostumbrado a tanto afecto. — le dijo White desde el sofá.

— ¿Puedo preguntarte algo? — Nemed asintió ante la chica — Tienes una venda sobre tus ojos, pero algo me dices que puedes ver perfectamente. ¿Por qué la llevas? — le preguntó Cora sin entender. La verdad tenía ganas de ver los ojos de ese chico. ¿Por qué se le hacía tan familiar?

— Cora. — la regañó Derek. Él quería que el castaño se sintiera tranquilo con ellos, su lobo le decía que debía de tratarlo bien.

— "Esta bien" — aclaró Nemed con sus manos.

— Nemed usa la venda en sus ojos porque están un poco dañados y tiene rasgos de Selene, si los mostrará podría estar en peligro. — les dijo White de manera tranquila.

— Oh. Lamento si te incomode.

Nemed sonrió levemente y revolvió el cabello de la chica.

Antes de que alguien pudiera decir algo más el castaño fue acaparado por los gemelos que comenzaron a hablarle sin parar.

Noah vio esa escena con ternura. Por un momento juró ver a Stiles conviviendo con sus hermanitos. Aunque eso jamás pasaría.

— ¿Estás bien? — le preguntó Peter a su esposo.

— Si. Solo recordé algunas cosas...

Peter abrazó a Noah con cariño. Derek los vio y no pudo evitar aferrarse a una cadena que rodeaba su cuello. El dije de esa cadena era una M con un lobo detrás, la encontró cuando vaciaron la habitación de Stiles y era un regalo para Derek. Genim le había dicho que Stiles estaba enamorado de él y que planeaba decirle sus sentimientos cuando terminara todo, pero jamás lo pudo hacer. Derek se quedó con aquel dije y desde ese día lo llevaba alrededor de su cuello.

Mike sonrió con tristeza. Era tan difícil poder oler todas las emociones de la manada, él también padecía mucho la pérdida de ese encantador niño castaño y deseaba verlo con todas sus ganas, pero ahora tenía que concentrarse en la vida que tenían en ese momento.

*

Conforme la vida pasaba las cosas se calmaban y la manada se acoplaba de mejor manera a los hermanos.

Nemed y White compartían habitación, no querían separarse. A pesar de que el de venda fuera más discreto era muy protector con el otro, veía cada movimiento que hacia y siempre estaba preparado para algo. La manada notó que Nemed nunca dejaba sus armas, nunca lo vieron vestido de otra forma que como lo conocieron el primer día o con atuendos similares. White parecía ser el más tranquilo, él ya le tenía mucho confianza a la manada.

Derek notó que esos dos les ocultaban muchas cosas, fuera de lo básico no les habían dicho más. Peter le comentó que lo más probable es que los chicos no se llamaran de esa manera. Entonces ahora ellos ni siquiera sabían los verdaderos nombres de los castaños.

Genim miró a su novio con una sonrisa y siguió a White fuera de la mansión. Tenía que hablar con él.

— ¿Qué necesitas? — le preguntó White una vez que se internaron en el bosque.

— Necesito que seas completamente honesto. Necesito saberlo.

White miró al otro con una ceja alzada, pero asintió.

— Hace tiempo tuve algunos sueños y el Nemeton habló conmigo. — suspiró — Me habló acerca de sus hijos, pero no eran dos sino tres. Ellos renacieron en esta época. — lo miró de manera seria — Yo soy uno de esos hijos. ¿Tú eres mi hermano? ¿Nemed es Mica?

— Lo descubriste más rápido de lo que pensaba. — miró al otro con una leve sonrisa — Nosotros somos trillizos, pero el Nemeton me crio y me alejó de ustedes. Nemed es Mieczyslaw, pero él decidió dejar esa vida cuando el Nemeton lo trajo a la vida nuevamente.

— ¿Por qué no quiere regresar? Yo estoy feliz de tenerlo de vuelta. Todos lo hemos extrañado.

— Puede que Mieczyslaw este vivo, pero lleva seis años lejos de ustedes, ya no es el mismo.

— Es manada.

— Si. Pero también es Nemed. La sangre en nuestras manos es demasiada, no nos arrepentimos. — suspiró mientras negaba con la cabeza — Creo que solo esta asustado de que sepan que no se arrepiente de la sangr en sus manos. En complicado.

— Lo trajiste aquí.

— Quiero que se de cuenta que pude regresar con su familia. Puede ser feliz, tener un hogar nuevamente.

— Los dos pueden tenerlo. Esta también es tu familia.

— Quizás.

— Lo es. Ahora dime tu verdadero nombre.

— Me llamó Dyzek, un gusto conocerte al fin mi querido hermano Genim Stilinski.

Nemed miró a sus hermanos desde la rama de un árbol. Sonrió y negó con la cabeza, sabía que Dyzek diría todo. Solo llevaban un mes con la manada y ya le había dicho todo y el pequeño Liam también lo había escuchado. El castaño suspiró y miró las cartas en sus manos, las había tomado de la habitación de Derek.

Tal vez era el momento de regresar a esa vida que había dejado en el pasado. 

Lobo StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora