XXXV.- Los Doctores del Pavor

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Stiles rio al ver el puchero de Liam mientras corría lejos de Theo.

Desde que los mellizos Hale había llegado se unieron bastante bien a la manada y sobre todo a su pequeña y alocada familia. Con todo lo que había pasado Noah decidió vender la casa, Stiles estaba agradecido de que su padre al fin pudiera cerrar por completa la herida que había dejado la partida de su madre. Ahora vivían en el edificio del loft de Derek, el Hale no les cobró nada por ser familia y les dio el loft del último piso que contaba con un espacio enorme y tres pisos con habitaciones de sobre. Con la llegada de Malia y Theo las cosas habían cambiado y ahora eran nueve personas así que en ese lugar podían tener sus propias habitaciones. Newt había reído ante la casa de su novio al saber que tendría su propia habitación, el rubio también quería tener su espacio como los demás. Los Hale se habían adaptado mucho más rápido de lo que pensaron, todos eran amables pero no encimosos así que poco a poco comenzaron a acercarse y crear un lazo, lo que ayudó mucho con su relación en manada. Mike también pasaba mucho tiempo con toda esa familia loca así que se había acercado bastante a sus sobrinos.

En ese tiempo Theo le había confesado a Stiles que le gustaba Liam y que la verdad solo quería una oportunidad. El delta rio y le deseo buena suerte.

Así que ahora Liam se había ganado su garrapata personal y eso podía entretener bastante a su alfa.

— No deberías divertirte tanto con esto. — le dijo Lydia mientras negaba con la cabeza.

— No puedes negar que es bastante entretenido, mi pequeño cachorro y mi amigo, son muy cómicos.

— Con lo sobreprotector que eres con Liam pensé que estarías un poco enojado.

— Nah, Theo es una buena bestia y sé que mi cachorro podrá controlarlo.

Justo en ese momento escucharon un quejido de dolor y los sobrenaturales pudieron oler la sangre. Liam miraba con el ceño fruncido y su brazo en el aire a Theo, quien estaba sosteniendo su nariz con dolor y la sangre salía de ella.

— Ves. — le dijo Stiles al pelirroja que solo asintió y suspiró.

Derek sonrió al oler el orgullo y la ternura de parte de Stiles, es como si él supiera exactamente lo que sus betas harían y como se sentían. No tiene idea de lo que harían todos ellos sin Stiles.

*

Stiles gritó con fuerza mientras sus ojos cambiaban una y otra vez de humano a delata y así repetidamente. Estaba colgado de la pared por unas esposas bastante ajustadas que lo hacían sangrar sin descanso, sus rodillas apenas tocaba el suelo. El sudor, la sangre y otros fluidos se habían vuelto parte de él. Solo tenía sus tejanos puestos, estaba descalzo y sin playera pero su torso estaba cubierto por miles de heridas, sus pies tenían quemaduras de tercer grado y su rostro estaba mallugado, quemado y herido. Apenas podía ver, respirar, pero lo que si podía sentir era un increíble dolor. No tenía idea de cuanto llevaba ahí. No sabía lo que estaban haciendo con él. No entendía sus razones. Solo quería ir a casa.

Los doctores del pavor habían llegado de noche, su jeep había fallado y estaba reparándolo cerca del instituto, pero luego llegaron y se lo llevaron. Los primeros días se esforzó tanto por no gritar cuando lo golpeaba o le inyectaban cosas, evitó tanto pero llegó un punto donde no lo soportó. Ya no tenía fuerza y solo quería cerrar los ojos y no volver a abrirlos para no sentir ese dolor. Sabía que su manada lo buscaría, sabía que estaban igual de asustaos que él, pero también sabía que lo más probable es que llegaría muy tarde. Solo esperaba que no sufrieran tanto y que Peter cuidara de Liam y Theo. Oh, Derek, solo le hubiera gustado decirle como se sentía. Se arrepentía de muchas cosas, pero ahora no iba a poder enmendarlas.

Las lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin control alguno.

*

Derek entró corrieron a ese laboratorio asqueroso. Después de tres meses al fin habían dado con el paradero de los Doctores del Pavor. Se habían llevado a Stiles y estaban desesperados, pero Derek temía que llegaran muy tarde. Al entrar se encontró con tres cuerpos derretidos, no quedaba nada de ellos y sabía que eran esos locos, podía olerlos. Buscó por todas partes hasta que encontró una puerta oxidada, de ahí provenía el olor al sangre seca y fresca, alcantarilla, químicos y otros fluidos. Abrió la puerta con terror y lo que encontró logró que su mundo se cayera a pedazos.

Se acercó de manera temblorosa, las lágrimas ya estaban cayendo sin control de sus mejillas. Rompió las cadenas y tomó el cuerpo entre sus brazos soltando sollozos de dolor.

— ¡Por favor no! ¡MIERDA! NO. — lo abrazó con mas fuerza y comenzó a mecerse levemente — No hice nada por ti. No me dejes. Por favor. Te amo. ¡AAAAAAAAAAAAAAAA!

La manada lo encontró de esa manera.

Derek abrazaba el cuerpo sin vida de Stiles.

Noah cayó al suelo en shock.

Peter se quebró.

Thomas quiso correr y gritó con todas sus fuerzas mientras era detenido por Newt.

Isaac se deslizó hasta el suelo, su mirada no podía despegarse de Derek.

Camden se sostuvo de Jordan sin poder creer lo que veía, no podía ser verdad.

Theo y Liam había caído al suelo sosteniendo su pecho sabiendo que algo dentro de ellos se estaba rompiendo con fuerza y sin piedad.

Todos se quebraron sin poder evitarlo.

Mieczyslaw Genim Stilinski había muerto.

*

Derek miraba como el amor de su vida era enterrado, como aquel ataúd bajaba de manera lenta. Muchas personas habían ido al funeral, pero él solo podía sentir su profunda tristeza no tenía el menor interés en los demás, solo quería que esa pesadilla terminara, quería despertar y poder hablar una vez más con Stiles, escuchar su risa, verlo sonreír, quejarse. Daría por tenerlos ahí a su lado.

Liam y Theo no estaban mejor, estaban muy mal, apenas podían levantarse, estaban vivos gracias al lazo que tenían con Peter, pero ellos siempre iba a ser los betas Stilinski nunca serían los betas Hale.

— Acababa de recuperarlo. — susurró Theo con dolor y apeas pudo decirlo.

Liam se aferró a él con fuerza, con la que podía.

Thomas lo miró, pero no dijo nada.

Derek miró al cielo, las gotas de lluvia pronto lo cubrieron por completo.

Y ahí en medio de todo el caos de la tristeza yacía un joven castaño viendo a lo lejos.

— Es hora de irnos.  

Lobo StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora