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Los ojos se me llenaron de lágrimas al reconocerle, al saber que estaba vivo después de tantos meses de zozobra y resignación al creer que no había conseguido salir de las cuevas

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Los ojos se me llenaron de lágrimas al reconocerle, al saber que estaba vivo después de tantos meses de zozobra y resignación al creer que no había conseguido salir de las cuevas.

—¡Cass!

Sin poderlo evitar, salí corriendo a su encuentro, tropezándome con la falda del vestido y lanzándome a sus brazos, que ya me esperaban abiertos. El choque le hizo trastabillar, pero sus manos me sostuvieron como siempre lo habían hecho en el pasado: sin dejarme caer, manteniéndome firme. Entre lágrimas y sollozos, palpé cada centímetro de su cuerpo, queriendo cerciorarme de que era real, de que estaba allí, conmigo. Que no era ningún tipo de truco.

Cassian también tenía la mirada húmeda mientras sonreía y reía ante mi escrutinio.

—Te he echado de menos, Jem.

—Pensé que estabas muerto —susurré, haciéndome daño con esas palabras. Con ese intrusivo pensamiento que me había acechado en mis momentos más bajos, cuando la oscuridad que acechaba en la prisión estaba de tragarme entera—. Aunque una parte de mí se forzó a creer lo contrario. Y mientras estuve en Vassar Bekhetaar... me consolaba querer creer que habíais logrado sobrevivir. Que tanto mi padre como tú estabais vivos.

El nudo en la garganta se me estrechó con virulencia al saber que ambos estaban bien, que ambos habían logrado sobrevivir. Seguí aferrada a Cassian con demasiada fuerza, casi haciéndole daño.

—¿Cómo es posible? —la marabunta de preguntas que daban vueltas dentro de mi cabeza hizo que sintiera vértigo. A través de la leve luz que entraba del exterior, me fijé en que mi mejor amigo llevaba el pelo un poco más largo; su habitual expresión risueña y divertida había sido sustituida por un gesto adusto, demasiado serio para lo que era habitual en Cassian.

El chico que estaba ante mí era mi mejor amigo, el chico con el que tantos recuerdos compartía, quien había estado a mi lado en mis mejores y peores momentos..., pero había algo distinto en él. Aquellos largos meses de separación desde la emboscada habían hecho mella en Cassian de igual modo que la prisión lo había hecho en mí.

Los ojos castaños de Cass parecieron ensombrecerse y pude atisbar la fina línea de sus labios frunciéndose.

—Es una historia demasiado larga y no tenemos mucho tiempo juntos —fue la evasiva respuesta que recibí.

Hundí los dedos en sus brazos al oír que nuestro encuentro estaba cronometrado. El pánico se expandió por mi pecho al pensar que iban a separarme de su lado otra vez, después de saber que estaba vivo.

—¡No! —me negué en rotundo, dispuesta a quedarme aferrada a su cuerpo para que nadie pudiera separarnos—. Puedes quedarte aquí, en palacio... Podemos encontrar la forma de que no vuelvan a separarnos. No sabes lo mucho que te he echado de menos, Cass —mis palabras brotaban a tropel, llenas de desesperación—. No puedes dejarme atrás de nuevo. No puedes marcharte.

LA NIGROMANTE | EL IMPERIO ❈ 2 |Where stories live. Discover now