❈ 12

1.8K 253 18
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Concentré toda mi atención en la poca comida que había apilado en mi plato, dando por zanjada la patética y desesperada petición de Jedham de no romper nuestra endeble alianza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Concentré toda mi atención en la poca comida que había apilado en mi plato, dando por zanjada la patética y desesperada petición de Jedham de no romper nuestra endeble alianza. Ignoré la molestia en mi rostro a causa de los golpes que recibí la noche anterior, después de que un nigromante decidiera intervenir en la refriega, evitando que la chica que estaba en silencio a mi lado pudiera llegar más lejos con sus intenciones de demostrarle a ese hijo de puta con aires de grandeza que no iba a ceder a sus deseos, que no iba a permitir que la mangoneara a su antojo.

Lo cierto es que no había sido del todo sincero con ella y mi pésimo humor no estaba directamente relacionado con lo sucedido, al menos no por completo.

Jedham no había sido la responsable de que, tras abandonar el comedor comunitario, mientras intentaban atender a un lloroso nigromante con el orgullo y el ego gravemente herido, uno de los que había sido compañero en el pasado decidiera hacer un par de comentarios en voz lo suficiente alta como para que pudiera escucharlo con claridad, dándome a entender que me recordaba, haciendo que perdiera el poco control que tenía tras aquel infernal día, echándolo todo a perder.

Pero eso era algo que Jedham no necesitaba saber.

Mi instrucción como Sable de Hierro me había ayudado a saber cómo mantener mis emociones bajo llave, mostrándome cómo tener las riendas en casi cualquier situación. Había hecho que ese joven que se propuso vengar a su madre, acabar con todo aquel que se había atrevido a menospreciarla sin tan siquiera conocer su historia, sin tan siquiera reconocer que era una víctima más, dejara atrás esa espiral de violencia y odio en la que había estado viviendo desde que descubrió toda la verdad.

Me había ayudado a llegar lejos...

Hasta que cierta pelirroja con un abrasivo fuego en su interior que me resultaba tan dolorosamente familiar se había cruzado en mi camino, entorpeciéndome una y otra vez. Alejándome de mi verdadero objetivo.

Contuve un suspiro de frustración, removiendo aquel mejunje grisáceo que nos habían intentado vender como gachas. Todo mi cuerpo temblaba de agitación por los recuerdos que despertaba Vassar Bekhetaar sobre mi pasado allí; habían sido unos años duros, donde muchos no lograban sobrevivir y los pocos que quedábamos teníamos que lidiar con heridas que iban mucho más allá de lo físico.

LA NIGROMANTE | EL IMPERIO ❈ 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora