Capítulo 10

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Santa Mónica, verano de 2023


—¿Besaste a R? —La pregunta de Johan me devuelve a la realidad, siento mi cabeza como si hubiese hecho un viaje en el tiempo. De golpe, abandono ese túnel de memorias y regreso a la oficina de Cory. Todo da vueltas alrededor, suspiro con pesar.

—Hice con R más que solo besarlo —admito en tono bajo y cierro los ojos. Sin embargo, los recuerdos se amontonan, produciéndome un intenso dolor en el pecho; así que, vuelvo a abrirlos—. En retrospectiva, fui un niño muy tonto.

—¿Por qué lo dices? —pregunta Cory, extrañado con mi afirmación y me encojo de hombros antes de responderle.

—Al parecer, mamá siempre quiso protegerme de ellos. Yo, como corderito, no solo los seguí, sino que entré a la olla del estofado por cuenta propia. —Suspiro—. Karen me aconsejó acerca de las personas como ellos e hice oídos sordos. Dicen que la tercera es la vencida, pero Felipe me sermoneó acerca de lo que un adulto no debe hacer con un niño, ¿y yo qué hago? Enamorarme del agresor.

Tiemblo. Me levanto del sofá en un intento por contener el llanto y voy directo al minibar, pensé tomar algún té de Cory para calmarme, pero descarto la idea y opto por una botella de cristal elegante que resguarda algún licor fino, también agarro un vaso de vidrio cualquiera. Me sirvo un trago considerable con la intención de tomarlo en un tirón.

—Hasta el fondo —les digo a Cory y Johan que me observan, expectantes y preocupados. Una vez que el cálido licor ha descendido en mi garganta por completo, respiro con dificultad, el llanto contenido se libera y estrello el vaso contra la puerta en medio de un grito.

—¡Kevin! —Ambos vociferan, asustados y se levantan a la par. Vienen conmigo a toda prisa para intentar contener la rabia, dolor y frustración que me embarga. Podría romper cada maldita cosa en esta oficina, aunque no sirva de nada.

—¡Dime que no es cierto! ¡Dime que no es verdad, enano maldito! —le exijo a Cory desde el suelo, envuelto en lágrimas— Dime que mi mamá no fue otra víctima, ¡dime que no nací condenado a ser lo que fui! Dime que toda mi vida no ha sido solo un sueño de libertad.

Vuelco toda mi atención a Cory, él me contempla expectante, su cara de póker no me dice nada, aun así, intento ver algo en sus ojos dorados, pero estos solo arden, airados, antes de reclinar su cuerpo y nivelar su mirada con la mía para hablarme.

—Lo siento, no puedo hacer eso —admite serio y un escalofrío me recorre.

—Cory... —Es Johan quien parece regañarlo, tal vez por su tono o palabras, pero el enano le ignora y continúa con una mano en mi mejilla.

—No puedo hacerlo porque no tengo todos los hechos, solo hipótesis. No obstante, una cosa es segura: te juro que haré justicia por ti y por ella.

No digo nada, pero realmente deseo aferrarme a esa promesa que la tenacidad de su mirada respalda. Por un instante, desvío la atención hacia Johan, luce preocupado.

—También por ti, maldito puberto —le dice Cory y el chico asiente, nervioso—. Te fallé al no capturar a R, pero cada uno de los implicados en esto caerá. Eso se los juro, chicos. —Johan y yo asentimos en silencio, el enano continúa, saltando la vista entre ambos, una vez que me han ayudado a levantarme—. Y para eso, también necesito de los dos, todos estamos juntos en esto.

Cory fija la mirada en mí y mueve su cabeza como una pequeña afirmación. Sé a lo que se refiere y no deseaba darle la cara, pero luego de todo lo que ha pasado, necesito la verdad.

—¿Cuándo y dónde? —respondo con convicción, aunque dentro de mi pecho sigue desatada una revolución.

Cory sonríe un instante y ahora observa a Johan, yo también lo hago. Sus ojos tiemblan, parece librar una batalla interna con sus propios demonios. Al final, accede en una tímida afirmación silenciosa.

Entre sombras y sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora