Capítulo 9.2

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Después de un par de minutos cuando creyó que ya se había ido asomo su cabeza por la columna en la que se escondía y soltó un suspiro de alivio, relajo sus músculos y cuando estaba decidida a continuar su recorrido a la habitación del personal una voz detrás de ella la sorprendió.

-Perdida supongo.

Ariadne soltó un pequeño grito de susto y se giró rápidamente.

-Me asustaste.

- Creí que estabas en otra ala del castillo.

-Asi es, solo vine a verlos como prometí- explicó Ariadne más calmada.- Ya que te veo aquí creo que cumplí mi promedio ¿no es así?.

-Sí.- reconoció Piero algo avergonzado.- Muchas gracias.

-¿Y tú qué hacías fuera de tu habitación?

-Creí haber escuchado unas voces, quería investigar. Probablemente eran algunos guardias. Perdón, estoy muy nervioso, este lugar no me gusta nada.

-Mejorará con el día.- prometió la princesa intentando dar la más de sus reconfortantes sonrisas.

El adolescente tenía el cabello completamente despeinado, quería decir que estaba intentando dormir antes de que Liam lo levantará. Que poco silencioso era para ser un militar con tantos secretos.

-¿Compartes habitación?- quiso cambiar el tema Ariadne

-Algo así, en realidad es una zona grande con habitaciones individuales. La mía es la primera y está al lado de la de Amber. Ronca demasiado para mí gusto.

-No creí que se quedarían dormidos tan rápido.

- Fue un viaje agotador para todos. Aun así, el enfermero está muy ocupado haciendo anotaciones, lo he escuchado escribir casi por media hora sin parar.

-Tienes buen oído - reconoció Ariadne.

Piero agachó la cabeza y murmuró un gracias.

-Debes estar exhausto. Te dejaré dormir.

-Antes de que te vayas.- dijo Piero con la voz temblorosa.- ¿Mañana vendrás a vernos?

Ariadne comenzaba a sentir una culpable responsabilidad hacia ellos. Internamente deseaba dedicar los siguientes días a acomodarse al nuevo ambiente de Lyene, estudiar un poco e intentar relajarse, cosa para lo que tenía cada vez menos tiempo. Necesitaba tiempo para pensar.

-Sí, me daré un tiempo.- afirmó Ariadne.

Ya no había nada de qué hablar. Piero dio una pequeña reverencia y se dirigió a su habitación.

Ariadne se quedó quieta unos instantes por si existía la remota posibilidad de que a Liam se le ocurriera aparecer siniestramente.

Como no fue el caso, regresó por el estrecho pasillo escondido por el que había llegado y continuó el camino hasta su habitación.

Conforme caminaba sentía el característico olor a cedrón del palacio. Un olor que evocaba unos recuerdos que le parecían tan cercanos pero al mismo tiempo tan ajenos. Parecían ser tan momentáneos y reconfortantes como el té que les servía la institutriz después de jugar toda la tarde bajo la lluvia.

Las llamadas de atención eran tan pequeñas ante la gran felicidad que causaba sentir la fría y refrescante lluvia encima de sus vestidos de chifón.

Ariadne encontró la puerta que tan bien conocía. Era amplia e imponente. Era la residencia de su tío Benjamin.

Camino unos cuantos metros más y encontró una puerta más pequeña pero igual de bien decorada. Conocía que había sido usada para acoger a importantes diplomáticos a lo largo de los años por lo que se le hacía muy extraño entrar en ella. Fue así como regresó a su realidad. El olor a cedrón se tornó amargo como el té sin azúcar.

SireyWhere stories live. Discover now