Capitulo 4

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Antes de que Ariadne le pudiera responder, algo similar a un quejido surgió de entre los arbustos. Liam se dio la vuelta de manera rápida y ágil, apretó con fuerza la daga que tenía mientras la princesa giró su cabeza para no ver la macabra escena. Después de unos segundos, cuando sintió que ya no debía preocuparse por el sonido o contemplar tan aterradora vista, abrió los ojos lentamente.

-¿Qué era eso?.- Preguntó de manera casi inmediata.

Liam la ayudó a ponerse de pie. Tenía la falda y las medias de la academia percudidas en barro y tierra, la chompa había salvado a la blusa de ser ensuciada, pero su cabello no corrió la misma suerte. La pequeña coleta que llevaba puesta, tenía algunas pocas ramas, sin mencionar que parecía haberse peleado a jalones de pelo con alguna otra persona. En general, su aspecto no era presentable como se habría de suponer.

-Estas espantosa.- Por supuesto Liam se lo remarcó.- Debemos buscar cómo limpiarte o cambiarte de ropa.

-¿Vas a ignorar mi pregunta?

-Tú ignoraste mi petición de que te quedaras con el resto.

-No lo pediste.- respondió Ariadne.- Y permíteme decirte que no veo cómo una daga puede ayudarte a buscar señal para tu celular.

Ariadne se soltó el pelo para poder volverse a peinar. Se sentía muy avergonzada, sobre todo ahora que no lucía de la mejor manera. Creía que tal vez arreglando su cabello compensaría el daño a su uniforme, aunque solo estaba quedando peor que antes pues al no tener un espejo, el peinado que se hacía quedaba un tanto extraño.

-Regresemos con los demás princesa.- pidió Liam con una voz casi solemne, pero burlona. No parecía conmovido por haber terminado de matar a lo que sea que fuera ese animal. Daba miedo.

-Primero quiero ver lo que estaba entre los arbustos.- dijo con firmeza Ariadne.

-No creo que quieras...

-Sí quiero.

Con el poco porte que le quedaba en ese momento, hizo a un lado a Liam y caminó con pasos firmes hacia el montón de hojas donde antes había estado el joven militar. No tuvo que caminar mucho para comenzar a sentir un hedor terrible, este era tan fuerte que comenzó a dar arguedas involuntarias.

-¿Estás bien?.- la alcanzó Liam por el hombro.- Sería mejor que nos vayamos y...

Ariadne negó con la cabeza y avanzó, pero esta vez aguantando la respiración. Con cada paso que daba se sentía más mareada y menos valiente, deseaba haberle hecho caso a Liam e huir del lugar, pero su curiosidad pudo más. Cuando estuvo lo suficientemente cerca para ver el charco de sangre que se había formado cerca del supuesto animal, ahogó un grito y se volteó para mirar a Liam, pero este le daba la espalda como si estuviera inspeccionando algo más. Ariadne dio dos pasos más y quedó estupefacta por lo que estaba presenciando.

Aquello que pensaba era un animal, parecía tener forma humanoide.

Tenía la piel pálida, lucía desnutrido pues las costillas se le remarcaban tanto que por un momento pensó que la carne había encontrado la manera de rodear sus huesos dando ese efecto tan grotesco. Sus brazos esqueléticos parecían ser más largos que los de un humano promedio, esto no lo podía saber con certeza porque aquello a lo que había matado Liam, se encontraba en posición fetal. Los músculos de sus piernas estaban lastimados, los pies no parecían pies, si no más bien patas de algún animal salvaje. No encontraba palabras exactas para definir lo grotesco de la escena. Cuando levanto la mirada para ver el rostro...

Ariadne corrió hacia un viejo árbol que estaba al lado opuesto de dichos arbustos y con la respiración entrecortada y la mirada hacia abajo hizo inútiles esfuerzos para calmar las náuseas que sentía. Finalmente, no pudo resistir más y devolvió el desayuno de la mañana. Liam al escuchar las arqueadas que hacía Ariadne se apresuró en tomar los mechones de cabello que se habían soltado de su coleta y le frotó la espalda de una manera un poco brusca pero efectiva. Liam mantenía la mirada alejada del suelo donde se había formado un charco de vómito, no le parecía incomodar, pero como cualquier persona prudente, deseaba no verlo.

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