Capítulo 6

112 8 2
                                    

Ariadne se movía de manera frenética de un lado a otro de la habitación tanto como se lo permitían las piernas mientras Liam intentaba seguirle el paso por si perdía el equilibrio.

-No hay necesidad de llevarse toda la habitación, su alteza.- dijo el militar algo molesto por la reacción que había tomado la princesa.

-No pienso regresar en un buen tiempo, debo llevarme la mayor cantidad de cosas.- balbuceo Ariadne mientras recogía algunas prendas del suelo.

Liam giró los ojos y tomó del piso los objetos que la princesa deseaba recoger y se los entregó.

-Si continúa forzando su cuerpo de esa manera la recuperación tardará más de lo debido.

Después de haber terminado la charla con su hermano Ariadne había aparentado por unos minutos encontrarse en calma, había retenido el aire y procuraba verse lo menos sorprendida posible, su cerebro parecía haberse hecho agua pues no podía desarrollar ningún pensamiento coherente, solo sabía que debía mantener la compostura, cosa que obviamente no le estaba resultando.

-Baja mis cosas, ya nos vamos.- ordenó Ariadne con la mirada perdida.

-A quién debo llevar es a usted, no a sus cosas, de eso se encargará otro personal.- le aclaró Liam extendiendo la mano.

Ariadne pensó que sería inutil insistir en que la dejara sola y podría llevarse un problema con su hermano si veía que no la ayudaban a movilizarse.

La princesa algo nerviosa tomó la mano del militar quien para su sorpresa se sobresaltó cuando sintió los helados dedos de Ariadne. Sin embargo, se mantuvo en silencio y la ayudó a salir de la habitación.

Ariadne dió una mirada rápida a los pasillos, a su sala y al pequeño escritorio que se encontraba por la entrada del edificio donde le correspondía vivir por si se percataba de algún otro objeto que quisiera llevarse. Al no encontrar nada de valor continuo caminando lentamente mirando al suelo.

Aquella situación era muy similar al día anterior en el que se conocieron, solo que en aquella oportunidad había encontrado algo más entretenido el encuentro. Ahora, solo podía pensar en su acompañante como un cómplice más de los secretos de su hermano y si no era eso, tan solo como un personal más de aquel hogar.

Mientras caminaban por el pasillo que habían recorrido la noche anterior, Ariadne pensó que no extrañaría del todo la capital, no había mucho que hacer o apreciar desde que su padre desapareció. El ala del palacio que les correspondía se había vuelto como una prisión y su dama de compañía, quien alegraba un poco su estadía ahí, la había dejado. No la podía culpar, estar a salvo era lo más importante durante esos días, tenía la esperanza que cuando todo se calmara, la enviarían a Lyene para hacerle compañía.

-Princesa

-Dígame

-Hay algo que se me olvidó decirle

-Que novedad.- Ariadne giró los ojos.- ¿Ahora qué pasa?

-Debido al ajetreo de la tarde no pudimos enviar a Piero y Amber a sus casas, en el camino al aeropuerto decidimos que los trasladaremos.

-Sus familiares deben estar preocupados.- comentó la princesa sin una pizca de preocupación en su voz, a esas alturas no era posible esconder su mal humor.

Liam se percató de inmediato y dejó el tema de lado, debió saber que si era difícil tratar con su hermano enojado, debía ser el doble de estresante también hacerlo con ella. 

Mientras aún caminaban al paso que le permitía sus piernas un hombre de blanco subía las escaleras del palacio con rapidez. Liam se puso frente a ella y espero a que el desconocido personaje se presentará, pues parecía completamente despistado.

-Buenas noches.- saludó Liam con voz altanera, no le parecía muy respetuosa pero tampoco lo iba a regañar por eso.- Esta ala del palacio está restringida, ¿puedo ver su permiso?

-Oh ahí esta, princesa.- saludó el hombre de blanco ignorando completamente a Liam.- Soy Frank no sé si me recuerde.

-Señor, su permiso.- Liam sonaba molesto.

-Claro, usted fue quien nos atendió ¿A qué debo su presencia?- respondió Ariadne haciendo a un lado al militar.

Aun estando a oscuras pudo observar el rostro de aquel señor, que parecía en realidad ser más un joven, tal vez de la edad de su hermano. Era pelirrojo y de rizos definidos, podía ver algunas pecas en su rostro y otros lunares en la zona del cuello, sus ojos celestes eran acompañados con una pestañas largas le daban un aspecto infantil, su altura que pasaba por media cabeza a la de Liam a primera vista podría parecer imponente. Sin embargo, su postura relajada y su expresión facial eran suaves y acogedoras.

No pudo evitar compararlo con Liam quien si bien le parecía algo más atractivo, siempre irradiaba un aura enigmática, aunque su presencia inspira curiosidad y fascinación, también había un aire de incomodidad que rodeaba su figura.

-Disculpe por la intromisión pero, se me pidió que le avisara que su traslado será con un personal asignado ¿Sabe dónde puedo ubicar al joven Liam? Su majestad me pidió que le hiciera llegar el recado.

Liam tosió.

-Soy yo.

-Oh, disculpe.- sonrió Frank.- Su majestad lo espera en la entrada para asignarle sus labores.

Liam parecía malhumorado y desconcertado, se inclinó levemente ante Ariadne para indicar que se retiraría no sin antes lanzarle una mirada llena de desconfianza a Frank.

-La ayudare a bajar Su alteza.

-Gracias.- sonrió Ariadne.- ¿Sabe usted cuál ha sido el personal asignado? Mi hermano no me había comentado nada sobre eso, creí que viajaría sola.

-Ha sido una decisión de último minuto influenciado tal vez por la señorita Louise. Aparte del resguardo nacional en la ciudad de Lyene parece que el joven Liam se encargará de la seguridad, tendrá un personal médico y uno de limpieza.

-Asumo que el personal médico será usted.

Frank casi tropezó después de escuchar esa frase y apretó la mano de Ariadne con demasiada fuerza quien hizo una mueca de dolor pero, no dijo nada.

-Disculpe, está muy oscuro aquí. Sí, yo seré quien la acompañe mientras se requieran mis servicios.

La princesa decidió no continuar con la conversación pues temía que dijera algo que lo exaltara y lastimara su mano nuevamente.

El recorrido hacia la puerta trasera del palacio se hizo pesado entre las miradas que Frank le lanzaba y la tensión palpable que flotaba en el aire. A pesar de sus esfuerzos por disimular, Ariadne podía sentir cada uno de los escrutinios de Frank sobre ella. Caminaban en silencio, el suave murmullo de sus pasos resonando en el pasillo vacío. Ariadne mantenía la vista al frente, concentrada en mantener una expresión serena y distante.

A cada paso que daban, la tensión aumentaba, convirtiendo el aire entre ellos en un campo de batalla silencioso. Ariadne se mordió el labio inferior, conteniendo el impulso de voltear a verlo y exigirle una explicación por sus miradas insistentes. Pero se contuvo, consciente de que eso solo empeoraría las cosas y acentuaría su mal humor.

Finalmente, llegaron a la puerta trasera del palacio, y Ariadne exhaló un suspiro de alivio interno. Su hermano la esperaba frente a la limusina impaciente mientras que Liam tenía abierta la puerta para ella con una mueca de disgusto en el rostro, parecía ser que no le había caído bien la noticia de Edgar.

No vio a nadie más esperándola por lo que supuso que tanto el personal que la ayudaría con la limpieza como Amber y Piero se encontraban ya dentro. 

SireyWhere stories live. Discover now