Parte sin título 24

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—No me gusta que hagas estas cosas, ¡Por Dios! Piensa en las consecuencias, en lo que pudo pasarte y en lo que puede suceder que estés aquí. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado?

—¿Y dónde más podrías estar? —, reproché.

—Tengo familia Crys, estoy tratando de recuperarla.

—¿A quién? ¿A la profesora Rocío? —, mi corazón se apretó al hacer esa pregunta, tenía miedo de que dijera que sí.

—¿¡Qué pregunta haces!? Hablo de mi madre y hermana—, suspiró, me miró por un segundo y luego se acercó a la mesa, agarró las llaves y dijo —Vamos, te dejaré en casa.

—¿Dejarme? —, negué.

—Crys—, se acercó y tocó mi rostro —Entiende que no es bueno que estés aquí, si tu familia descubre que no estás en la cama empezarán...

—Mi mamá sabe que no estoy en la cama, todos creen que estoy en casa de Cleo en una pijamada.

—¿¡Qué!?

—Fue la única forma que encontré para poder estar un tiempo a solas, sin miedo a que nos descubran, sin miedo a que nos interrumpan, sin miedo al tiempo ni espacio—, pasé las manos por su cuello, me empiné desde los dedos de los pies para darle un beso —No quiero irme, no voy a irme porque quiero y deseo estar contigo—, lo besé suavemente, no correspondía a mis besos, pero sé que moría por hacerlo.

—Crys—, musitó —Estás loquita—, su pecho empezó a subir y bajar con rapidez. Enterré mis dedos en sus cabellos, y con los ojos cerrados froté suavemente mi nariz en su mentón.

—Estoy loquita por ti Adi.

Solté un suspiro, lo miré fijamente sintiendo el estómago rodeado de mariposas, más cuando me besó con ansias, deseo, pasión y cuando sus manos atraparon mis nalgas y me elevó al nivel de sus caderas.

De camino a esta nos comimos las bocas soltando más de un grueso suspiro. Al estar dentro, Adiel me bajó, me dio la vuelta dejándome de espalda, apartó mi cabello a un costado y empezó a dejar cálidos besos por todo mi hombro y cuello, logrando así empapar mi panti.

Sus manos se metieron debajo de mi blusa y acariciaron mi vientre, luego subieron a mis senos y las apretó con suavidad. Jadee ante ese contacto, más cuando su lengua ingresó a mi oído.

¡Por Dios! Me sentía resucitada.

Cuando Adiel retiró mi blusa sentí un frío recorrer mi cuerpo, pero inmediatamente sus brazos lo rodearon dándome ese calor que necesitaba.

Una de sus manos rodó por mi vientre introduciéndose dentro de mi pantalón llegando hasta la pelvis dónde su dedo masajeó mi clítoris.

Ante ese toque moví mis caderas y ajusté más las piernas, pero con su pie, Adiel movió mis talones abriendo más mis piernas para que su mano pudiera entrar más, y su dedo resbalarse en mi intimidad.

—¿Estás segura? —, preguntó en un susurro.

Aunque mi cuerpo temblaba, aunque tenía algo de miedo yo quería, si quería ser su mujer, quería entregarme por completo. Esto era lo que había pasado soñando desde que lo volví a ver, era de esta forma que lo imaginaba.

Me giré, mis pezones rozaron la suave tela de su blanca camiseta, levanté el rostro y conecté la mirada con la suya —Quiero, yo quiero Adiel.

Suspiró profundo, me acercó devorando así mi boca, sus dedos soltaron mi pantalón, seguido introdujo sus manos dentro de este por la parte trasera y me apegó a él, mientras tanto sus labios arremetían contra mi cuello y hombro con ansiedad.

Mi Error FavoritoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant