Parte sin título 3

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Conteniendo la respiración asentí. Dio media vuelta y se fue, miré a Cleo y sonreí. Seguido fui tras de él, mis piernas temblaban y mis manos estaban completamente heladas, joder, que temblor el que se había apoderado de mí.

Cuando llegamos a la oficina había pocos maestros, entre ellos estaba su esposa, la cual me miró de forma normal y segundos después continuó en lo que se encontraba.

—Míreme a mí—, dijo Adiel con voz suave —No mire a los demás licenciados.

Succioné gruesa saliva y lentamente dirigí la mirada a él, conectar mi mirada con la suya fue un impacto al corazón. Este último se disparó como bombos y platillos, creo que incluso mi rostro se encendió porque una calentura recorrió mi cuerpo. Los ojos negros de Adiel no se despegaban de los míos, carajo que su mirada era intensa y asechadora.

De pronto me vi obligada a bajar la mirada, porque su esposa se acercó y le dio un beso, cuando eso sucedió sentí un nudo en mi estómago y unas inmensas ganas de llorar. Mordí mi labio e hice presión en mis manos.

—Te espero en el comedor amor—, dijo ella y se fue.

No pude alzar la mirada, porque mis ojos estaban iluminados. Joder que esto me estaba quemando.

—Señorita Bruce, quisiera saber, ¿qué es lo que sucede con usted? Es una excelente alumna con los demás profesores, pero conmigo no. Si usted piensa que porque soy el amigo de su hermano le regalaré las notas, está equivocada.

Lo que dijo me hizo enfurecer, era tan estúpido por pensar eso de mí, ¿cuándo me había visto pedirle a él o los licenciados que me regalaran notas? Jamás me había pasado por la cabeza pedirle una nota. Nunca me había rebajado a eso, y jamás lo haría.

—¿Quién piensa que soy? ¿Una alumna que acostumbra a pasar de año arrastrándose? ¡Que equivocado está profesor Adiel! —, dije alzando la mirada y clavando mis ojos iluminados, en los de él. Seguido me levanté furiosa y me propuse a salir. No obstante, su mano sostuvo la mía, y juro que en ese momento sentí que iba a desmayarme.

—No he terminado. ¿Quién le dijo que podía irse? —. Con mucho enojo me solté de su agarre. Miré a todas partes y no había ningún profesor, todos habían salido. Con mi corazón latente me volteé a verlo y vociferé.

—¿Qué más va a decirme? — Me crucé de brazos y le miré fijamente —¿Va a continuar humillándome y diciendo de cosas que jamás se me ha cruzado por la cabeza hacer?

—¡Disculpé si la ofendí!, pero creí que...

—Usted puede creer lo que quiera, profesor Adiel, pero no vuelva a decir esas cosas de mí. Porque no me conoce en lo absoluto.

Sonrió de medio lado lo que me hizo soltar un suspiro.

—Claro que te conozco muy bien. Recuerda que te conozco desde hace cuatro años.

Había dejado de tratarme de usted y ahora me trataba de tú, tal cual lo hizo el fin de semana. Sus ojos no se despegaban de los míos, me sentí incómoda con su mirada intensa, por lo que la bajé a sus labios y le vi sonreír. La volví alzar y volví a evadirla porque no podía mantener mi mirada, me era súper difícil, en realidad no sé cómo el la mantenía, quizás era porque no sentía lo que yo sentía.

—Crys, no debes molestarte por lo que te digo, al contrario, debes mejorar. Mira que por una materia puedes perder el año... No sé si soy yo el que está fallando, pero si es así quiero que me lo digas, así puedo buscar otra forma de ayudarte.

Si supiera que la única forma en que puede ayudarme es dándome besos y llevándome a las nubes con sus caricias seguro se negaría. Le vi recostar su trasero sobre el escritorio, se cruzó de brazos y continuó mirándome.

Mi Error FavoritoWhere stories live. Discover now