Parte sin título 20

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—Hoy no se cambiarán de lugares—, me levanté y pasé entregando las hojas por el lado izquierdo —Son solo dos preguntas y cada una vale cinco puntos. Lean, observen bien la pregunta y figura, recuerden que hay similares—, me paré detrás de ella, coloqué la hoja sobre el pupitre, me miró y le lancé un beso, infló su pecho y bajó la mirada —Tienen cuarenta minutos, saquen bien la punta al lápiz, recuerden que un milímetro de más puede afectar lo que quieren construir. En esto, las medidas deben ser exactas.

Culminé y agarrando una silla vacía me senté en la parte trasera y desde ahí los veía realizar el examen. Ella giró el rostro para verme, le quiñé un ojo y regresó la mirada a su hoja con una sonrisa.

¿Cómo era posible que una persona se convirtiera en todo tu mundo? Yo me había enamorado en muchas ocasiones, desde que era un adolescente, pero en mi vida había corrido riesgos, menos cometido las locuras que estaba cometiendo ahora. Quizás era porque aquellos amores no eran prohibidos y peligrosos cómo este, en ese tiempo era un adolescente sin complicaciones, ahora soy un adulto y con una gran culpa que me destroza por dentro.

El silencio perduraba en el salón, todos estaban concentrados en el examen, nadie podía percatarse de que mi mirada estuviera posada en ella.

Cuando me cansé de estar sentado caminé alrededor de los tres angostos pasillos que dejaban las filas de bancas, fui hasta el escritorio y ahí me senté, ella levantó la mirada y la dejó conectada a la mía. No sé por cuánto tiempo, solo sé que no pude quitar la mirada hasta que la sirena sonó.

—Exámenes sobre el escritorio—, ordené. La gran mayoría se levantó, otra parte seguía sin terminar, incluida ella.

Sabía que ya había terminado desde hace rato, pero supuse que estaba haciendo tiempo para quedarse un rato más.

Cuando ya todos se fueron, se paró al frente y lo primero que cuestionó fue —¿Por qué está ella aquí? —, miré hacia la puerta, me levanté y fui a cerrarla, era muy peligroso que alguien entrara y nos escuchara.

Tras cerrar la puerta volví y me paré en frente, agarré su rostro y le di un beso —Le devolvieron el trabajo, ahora será más complicado vernos en el instituto—, dije después de culminar el beso.

—¿Por qué? ¿Por qué será difícil? —, no podía enojarme con ella cuando no entendía y no medía el peligro, es que ella tan solo era una niña, una niña enamorada y no veía más que solo querer estar a mi lado —¿No quiere que ella lo vea conmigo?

—No es por las razones que estás imaginando. Es porque estoy en planes de divorcio y Rocío está buscando la mínima oportunidad para destrozarme. Si ella llega a descubrir que mantengo una relación contigo, no dudará en usarla en mi contra—, agarré el rostro entre mis manos y la miré fijamente —Crys, piensa con la cabeza fría. No solo pienses en lo que quieres, piensa también en el riesgo en que me pones o nos ponemos—, volví a mirar hacia la puerta —Debes salir, estar aquí encerrados es sumamente peligroso. Quítate de esa cabecita la idea de que me escondo porque aún estoy interesado en ella, porque eso no es así.

Comprendió, me dio un cortó beso y salió. Cerré los ojos y suspiré profundo una vez que se fue. Yo por mi parte volví al escritorio y me senté, me quedé pensando en ella, en mi familia, en Rocío, y en Jack.

No sabía si iba a soportar ocultarle esto por más tiempo, creo que una vez divorciado se lo diría, sin importarme nada tenía que hablar con sus padres y hacerle saber lo que sentía por ella y lo que quería.

Es que quería todo con Crys, mi niña hermosa era esa parte que necesitaba a mi lado, ella era mi complemento.

Estaba absorto en los pensamientos cuando la puerta se abrió, por consiguiente, se cerró, giré el rostro en dirección a ella.

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