Empecemos a caminar hacia la casa.

Nos adentramos, en la sala ya estaba Lexie y Santiago, hablando sobre un caso o algo.

—¿Quieren un café? —cuestiona ella.

—Si gracias —dice Polh.

—Emilia, les traes un café por favor —pide ella.

—Y bien Polh ¿en dónde te estas hospedando? —cuestiona.

—En el Milán, Maddie me lo recomendó—dice sonriéndome.

—¿Por qué no se queda con nosotros, digo esta casa es muy grande —sugiere?

El me observa, Lexie no era tonta y yo tampoco al final de cuenta era abogada sabía qué hacer y decir.

—No, no quiero dar molestias, no estaré mucho tiempo por acá. —explica.

Mia se integró a la conversación para evitar que siguieran interrogando a Polh.

Entonces mi teléfono vibro, un mensaje llego.

"Te veo en una hora, ven sola" me buscabas, bien aquí me encontraras.

El imbécil no necesitaba remitente sabía perfectamente quien era.

—Lo siento, debo irme ocurrió algo en la empresa y debo encargarme —digo con nerviosismo.

—Te acompaño, luego me voy al hotel— No, no es necesario —intervengo rápido.

—¿Está todo bien? —cuestiona Lexie.

—sí, solo es un pequeño asunto y debo resolverlo yo misma. —explico con una sonrisa forzada.

—¿No quieres que te acompañemos? —cuestiona Mia.

—No, no es necesario, gracias por favor sigan hablando, los veo más tarde —digo en busca de mi bolso.

—Yo también debo retirarme, tengo una junta, nos vemos —dice Santiago desprendiéndose de los demás.

El sale antes que yo así que espero a que se vaya, para que no vea que camino tomare y arriesgarme a que me siga, sabía perfectamente que me notaba extraña y en cualquier momento podría meter sus narices en donde no debía y era lo que menos necesitaba.

Al pasar unos minutos empecé a conducir hacia el lugar en el que me había citado.

Era un café alejado de la ciudad, quizás a unos 45 minutos.

Finalmente llegue a lugar, estaba ubicado en un área boscosa, era silencioso.

Inhalé profundo un par de veces y empecé a caminar hacia la recepción.

—Hola, me esperan —digo nerviosa.

—¿Cuál es su nombre? —cuestiona el chico.

—Maddie Miller—digo.

—Sígame por favor —dice con media sonrisa.

Mientras avanzaba entre las mesas mis manos sudaban, me parecía increíble que después de 8 años finalmente lo tendría cara a cara.

—Por favor —me indica el chico.

Mi mirada cae sobre aquel hombre que tenía la mirada hacia la mesa, esa melena rubia que brilla más de lo común por los rayos del sol.

Al escuchar las palabras del chico levanta la mirada en su rostro a una sonrisa que a mi parecer es macabra.

Había olvidado la sensación y el escalofrió que provocaba en mí, esos ojos azules que se tornaban oscuros cuando la ira y el enojo lo consumían.

JUEGOS DE SEDUCCIÓN (+18)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ