MI MADRE ESTA VIVA

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MADDIE

Las 10pm habían llegado Ian no había llegado, tampoco llamó o escribió un mensaje, era la segunda vez que me dejaba plantada.

Suspire con frustración, me alegraba que ayudara a su padre con los negocios, pero últimamente lo sentía muy extraño y ausente.

Revisé una última vez el celular vi un mensaje de Santiago.

"Mi madre está viva"—Envió.

"¿Qué de que hablas?"— respondí.

Tardo un rato en responder, los nervios me inquietaban, tenía muchas preguntas.

"Si resulta que me abandono"— respondió finalmente.

Llego un segundo mensaje al leerlo podía sentir ese dolor que lo consumía. No podía con la incertidumbre, así que tomé mi bolso y salí para su casa.

Al llegar me aparque fuera de la entrada las luces estaban apagadas, todo en silencio

Sean el jefe de seguridad salió a mi encuentro era el único que estaba en la puerta, todo estaba oscuro y silencioso, me acerque a él.

—Buenas noches, ¿Santiago está en casa? —Interrogue

—Buenas noches señorita Miller, si están en la alberca —informo un poco desconcentrado

—¿puedo ingresar o espero a Sheila? —pregunte.

—Puede ingresar el joven le ha pedido a todo el personal que se vayan a casa desde la tarde, incluso a Sheila, yo por mi parte decidí quedarme, pero no me moveré de aquí. —explico.

—¿Tan mal esta? —Interrogue a Sean, él asiente.

Sean conocía a Santiago desde que nació era un hombre de casi 55 años, trabaja con la familia desde hace casi 30años

—Sí, verla y hablar con usted le ayudará, pase me quedare aquí, cuidando—Dijo el hombre alumbrándome con una pequeña lámpara.

—Gracias Sean. —dije.

El solo asintió y volvió a entrar a la pequeña casita al fondo, donde estaba los controles de la puerta principal.

Caminé hasta rodear la casa de Santiago. Al llegar lo vi, estaba sentado en la orilla de la alberca con los pies en el agua, tenía esa mirada distraída, cuestionable y profundamente triste.

Me quité los zapatos despacio, y caminé hasta sentarme a su lado.

—¿Cómo estás? —Interrogue

—¿Qué haces aquí?, deberías irte no tengo ganas de ver a nadie. —Hablo.

—Lo sé, pero yo no soy nadie Santiago, era tu mejor amiga y te conozco desde hace 24 años, si alguien entiende soy yo—Dije.

Él me observo unos minutos, su mirada no tenía expresión que yo pudiera describir.

—Está viva, viva ¿Puedes creerlo? Todos estos años, pensé que había muerto, llore en su funeral, llore cada año en su cumpleaños, para el día de las madres cuando todo los del colegio llegaban con su mamá, envidiaba a los que podían despertar y desayunar con su madre. Sufrí tanto por su ausencia, sin embargo, ella no tuvo ninguna pizca de remordimiento al abandonarme —dijo con la voz dolida y la mirada enfebrecida.

Tenía el rostro endurecido, los ojos húmedos y enrojecidos, seguro había llorado, quizás no de tristeza como tal, pero sí de enojo.

—Santiago... —No puedo Maddie, esta maldita sensación dentro de mi está destruyéndome —dijo interrumpiendo.

JUEGOS DE SEDUCCIÓN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora