Extra¹

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Bienvenida

Mis últimos días podrían considerarse raros, pero no me disgustaban; de hecho, me encantaba, aunque eso también me asustaba.

Sabía que estaba... ¿confundido? desde aquel día y noche en la que todo había cambiado. Nunca pensé que mi reencuentro con Tom después de tantos años sería así, teniendo ambos... sexo.

Debería alejarme y asquearme, pero... me gustaba. Empezaba a querer más, y cuando me lo daba, lo hacía tan bien que me hacía delirar.

No sabía que caras estaría haciendo pero parecía encenderlo, si no fuera así, entonces, ¿por qué aumentó la velocidad?

Mis gemidos eran la prueba de lo mucho que disfrutaba. Tom tocaba esa parte de mí de manera deliciosa, que me hacía gritar y temblar bajo su cuerpo... su cuerpo.

— Puedo acostumbrarme a esto. — Lo escuché decir en mi oído.

Yo solté un chillido mientras me aferraba a él.

Sin embargo, también me di cuenta de que algo había cambiado.

Estuve quedándome con mi madre y mi hermano durante casi un mes; desde el primer día, casi todas las noches, después de que nuestra madre se acostara a dormir, nos convertíamos en un par de animales en celo para follar.

Pero después de la segunda semana, algo pasó: Tom se mostraba más cariñoso y el sexo no parecía sexo, si no todo lo contrario, como si me tomara con amor, como si fueramos una pareja en su luna de miel, y ya está, no pude describirlo mejor: parecíamos una pareja recién casada.

— ¡Aahm, vas pr... — Mis labios temblaron. Me tenía entre sus brazos mientras me penetraba con fuerza. Era tan delicioso que dolía, no podía hablar, era exquisito. — ¡Rápido! — Chillé, abrazándolo por el cuello.

— No quiero soltarte, Bill. Me
gustas... — Al escuchar aquello solté un quejido de sorpresa.

— Me gusta tu cuerpo. — Se corrigió, pero aún así lo pensé.

Me alejé lentamente de su cuello para verlo a los ojos. Sabía que algo pasaba con él; podía sentirlo.

— Tom... — Quería hablar, pero no me lo permitía. Me había besado con posesividad, aunque también percibí algo de ternura.

Al callar mis palabras con un beso, fue suficiente para ceder nuevamente y corresponderle con ganas, hasta que retomamos el movimiento en nuestros cuerpos.

Me hacía ahogarme en gemidos.

Me acerqué más a Tom y comencé a dar saltos más rápidos al estar encima de él, por lo cuál, me separé del beso ocasionando que se escuchará el chasquido de nuestras bocas.

Me encantaba y no quería parar.

Estaba perdiendo la cabeza.

Pero...

— No puedo... — Me dijo en un susurro para abrazarme con fuerza; sentí su rostro ocultarse en mi cuello. Me mostré confundido al principio pero luego me preocupe al sentir sus lágrimas en mi piel.

Tenía razón, algo le pasaba.

— ¿Qué ocurre? — Debía ser algo muy malo para que llorara cuando estábamos juntos, en un momento tan íntimo.

No me contesto pero alejó su rostro de mi cuello y con gentileza me recostó en la cama, no sabía el porque pero luego sentí como se colocaba a un lado mío, abrazándome con fuerza.

La calentura se me había bajado por completo; me hubiera molestado pero era mi hermano de quién hablábamos, aún si era raro.

— Tom. — Lo llamé.

Nuestras miradas chocaron, quedándonos viendo fijamente.

— No sé qué me pasa. — Finalmente me dijo y ocultó su rostro en mi pecho desnudo.

Suavemente levanté su rostro por el mentón. Nuestras miradas volvieron a encontrarse, y pude ver algunas lágrimas en sus ojos.

— Cuéntame que te atormenta,
amor.  — Susurré mientras con mis dedos borraba sus lágrimas del rostro.

Vi cómo me miró con sorpresa, seguramente por el nuevo apodo, pero luego noté una sonrisa en sus labios, a la par que se lanzaba sobre mí, atrapándome en sus brazos.

— Mi corazón es raro. — Murmuró.

Me puse a pensar, torciendo los labios hasta que pude sentir como se ponía sobre mí.

— ¿Por qué lo dices? — Pregunté curioso.

Tom se acercó a mi rostro y abrí mis piernas al sentir como me las separaba, queriendo meterse entre ellas.

— Late muy fuerte, tanto que parece que está por salirse... Me da miedo porque me pasa cada que estoy contigo. — Sentí un cosquilleo en mi estómago junto con un calor en mis mejillas por lo dicho.

— ¿Eso no pasa cuando estás enamorado? — Susurré.

Estábamos muy cerca del otro, tanto que nuestros labios rozaban. Nuestras respiraciones eran calmadas pero sentí un temblor en las manos que sostenían las mías.

Entre abrí los labios al querer ser besado, pero al pasar los segundos, no me dió mi beso.

— Entonces creo que me gustas. — Dijo finalmente y yo solo sonreí con vergüenza para posteriormente, aventarme a sus labios.

Eso fue mi respuesta.

El beso lento que compartíamos era mi respuesta a su confesión; donde transmitimos todo lo que experimentamos con nuestras emociones y sentimientos desde que nos vimos por primera vez hace ya un mes.

Estaba tan concentrado en sus labios que, sin darme cuenta, ya estaba dentro mío, teniendo mis piernas rodeando su cadera.

No pude seguir el beso por la forma en la que se hundía en mí, era tan lento pero profundo que me sacaba quejidos y jadeos de disfrute.

— Billy... — Dijo en un jadeo.

— Mmh. — Me solté de su agarre en mis brazos y decidí a abrazarlo por el cuello.

— Quiero grabar cada parte de tí en mis memorias. — Me conmoví por aquello y lo apegue más junto a mi cuerpo.

— Hazlo, amor. — Dije nuevamente aquel apodo cariñoso, que parecía gustarle a Tom porque juraba que veía sus ojos más grandes y brillantes, junto con unas orejas de cachorro imaginarias, como si fuera un perrito obediente a lo que dice su amo.

Solté un gemido por las fuertes embestiadas que daba. Había aumentado la velocidad en el movimiento de sus caderas sin dejar de sostenerme con firmeza. Una de sus manos estaba en mi muslo para evitar que me alejará, y la otra en mi cintura dónde presionaba en caricias mi piel.

Oculte mi rostro en su cuello si dejar de abrazarlo fuertemente; ahora el que estaba lagrimeando era yo pero del placer que recibía.

— Precioso, eres el único.— Fue lo que dijo, pero solo pude responder con balbuceos. Mi cabeza estaba hecha un lío, más bien, todo de mí.

Bonitas noches las que seguirían.

30 Días (Toll)Where stories live. Discover now