CAPÍTULO 21 ¿ASÍ FUE COMO EMPEZÓ?

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Salvador sintió el impacto, ese maldito le había disparado, era tan malo que había fallado, era lógico jamás había disparado un arma, él sí, la gente de Iván lo había enseñado. Miró como su brazo sangraba, pero sabía que no era grave, más bien era un rozón, esperaba que Iván se calmara ya después de esto. Para un juego, ya había sido suficiente.

La risa de Iván se escuchaba por lo alto, mientras que Fernando con el arma aún en su mano, no daba crédito a lo que había hecho, había intentado matar a un hombre, de verdad lo había hecho, pero no había dado en el blanco, nunca había tomado un arma siquiera, no sabía que la fuerza del disparo movería sus manos y lo harían fallar, pero no se atrevía a apuntar de nuevo, no quería hacerlo, sin embargo, sí de eso dependía salvar a su hermano, lo haría, lo volvería a hacer una vez más.

Su padre vino a su mente por segunda ocasión, y se volvió a preguntar, ¿así habría empezado? ¿alguien lo habría obligado por alguna razón? No lo sabía, pero fuera por lo que fuera siempre lo había juzgado y ahora se daba cuenta de qué tan fácil era cruzar la línea, sobre todo si no dependía de uno mismo.

_ Eres un idiota y un fracasado. - se acercó Iván arrebatándole el arma. _ te voy a enseñar cómo es esto, y como se hace. - se dirigió hacia Salvador.

_ Toma. - dijo. _ Es tu turno acaba con tu "amigo"

Fernando vio como él no lo dudó, con rapidez tomó el arma y apuntó a su cabeza.

_ Sé que tú no querías hacerlo. - dijo a Fernando. _ pero yo no soy tú, _ a mí no me importa terminar contigo, si con eso me salvo yo. Aprende idiota, que de verdad los amigos no existen. _ te veo en el infierno. - sonrió y puso el dedo en el gatillo.

Fernando lo miró a los ojos, no era ningún cobarde como todos decían, simplemente odiaba la violencia y no quería ser parte de ella. Pero ahora estaba atrapado más que nunca, y más que nunca pensaba en su padre, ahora él estaba en su lugar, con la vida de su hermano dependiendo de lo que él hiciera, porque había sido un idiota al involucrarse con gente que no le convenía, y no tenía excusa, porque desde el principio su razonamiento le decía que los nuevos amigos de Salvador, no eran de fiar, pero como su amigo, casi su hermano confiaba en ellos y le aseguraba que no eran malos, él se había confiado. Ahora estaba ahí delante de él, con un arma apuntando a su cabeza y el que se decía su amigo a punto de jalar del gatillo, y lo peor, que no había arrepentimiento en su mirada, solo un brillo de triunfo, había ganado sobre él y eso lo alegraba, mientras que a él lo entristeció, pero no había nada que hacer. No se doblegaría ante él, ni ante la muerte. Deseaba tanto tener a su padre enfrente y decirle que apenas ahora empezaba a entender un poco de su mundo y que a pesar de que seguía teniendo tantas dudas y tantas preguntas, deseaba tener un acercamiento con él y hablar todo eso que lo inquietaba, pero ya no había tiempo, a él se le había terminado.

Miró la sonrisa maliciosa en el rostro de Salvador, no apartó la vista de su rostro, se iría mirándolo a los ojos, esos ojos que parecía que despedían chispas, no podía creer que hubiera emoción en él, por darle muerte a otra persona, pero la había, sus ojos lo revelaban.

Fueron minutos, quizás segundos, en los que sus miradas se enfrentaron, él esperaba escuchar la detonación y sentir el disparo, y lo hizo, escuchó, pero no sintió, por el contrario, solo pudo ver la expresión de aquellos ojos sorprendidos, y luego como su brillo se apagaba al instante, aún antes de caer.

Lo siguiente que su mente atónita, pudo percibir, fue a su amigo tirado en el piso, sin movimiento y en medio de un charco de sangre, que segundo a segundo se hacía más grande. Luego al que se decía amigo de él, mirando su cuerpo inerte, con un gesto de satisfacción y a su alrededor, varios hombres con una sonrisa en sus rostros, entre ellos David, otro que se decía su amigo. Estaba asqueado, su estómago estaba revuelto y su cabeza empezaba a dar vueltas, no podía soportar más, pero no era su decisión y no dependía de él, el quedarse o alejarse.

_ Así es como terminan los inútiles. - escuchó la voz de Iván regodeándose de su hazaña. _ y también los que no hacen bien su trabajo o se resisten a hacerlo. - dijo refiriéndose a él.

_ ¿Por qué? - fue lo único que atinó a decir.

_ ¿Te refieres a porqué me deshice de él, y no de ti? - lo miró burlón. _ Porqué a ti todavía te necesito, solo estoy retrasando tu momento. No te preocupes tarde o temprano le harás compañía. Por lo pronto vamos a esperar, solo te doy hasta mañana para que tus abuelos cambien de parecer, les estarás marcando cada cierto tiempo, pero con cada rechazo que recibas tu gente la pasara mal.

Se preguntó cuál gente y la sangre se le heló cuando pensó en Lily, si tenían a Braulio, seguramente también a ella.

_ Será un placer conocer a tu hermanita. - dijo con malicia. _ además, está tu tía, sería una lástima que muriera, aunque ya no importa mucho, ella está más para allá, que para acá. La verdad no creo que aguante mucho en nuestras manos, lástima que dependan de ti y de tus testarudos abuelos, se supone que son los que te quieren, con su actitud, yo lo dudo. - dijo burlón. _ atenlos, amordacen a este también y déjenlos por ahí. - ordenó antes de salir con todos sus hombres.

Horas más tarde regresaron con su teléfono y se lo aventaron luego de desatar sus manos y quitar su mordaza.

_ No caeremos en tu juego. - escuchó la voz de su abuelo, cuando contestaron una de las muchas llamadas. _ Deja de involucrar a tus hermanos, además ya te dijimos que ni aún si fuera verdad lo que dices no podemos ayudarte. - y con eso habían colgado.

Iván había cumplido su palabra, una vez más su hermano había pagado las consecuencias, aunque a él no lo habían tocado, quizás para hacerlo sentir aún más culpable y había funcionado, claro que se sentía culpable, y más cuando él merecía estar recibiendo ese castigo y no su hermano, de su hermana había escuchado, no por Iván, si no por lo que sus hombres comentaban entre ellos, que no la podían localizar, eso quería decir que gracias a Dios no estaba en poder de ellos, pero su tía si, aunque aún no la llevaban a ese lugar.

Angustiado regresó al presente, esos hombres estaban locos, eran unos dementes sin corazón y él un idiota que había puesto en peligro de muerte a toda su familia, a aquellos que más quería, su estupidez y su orgullo no lo habían dejado ver más allá de lo que quería ver.

La noche se hizo larga y eterna, ninguno de los dos podía dormir, esa gente no los dejaba con el escándalo qué tenían, para ellos era una fiesta, mientras que él y su hermano, se hallaban atados, con los ojos vendados y amordazados, por lo que no le podía preguntar cómo se sentía o darle alguna palabra de ánimo, lo peor era que los tenían en el mismo lugar, pero separados de modo que ni siquiera tenía el consuelo de tocarlo o sentirlo, solo lo escuchaba quejarse del dolor cuando intentaba moverse para cambiar de posición. Era todo lo que podía percibir de él.

Empezaba a amanecer, cuando la puerta del lugar se abrió con estrepito.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now