Prólogo

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Hoy iba a secuestrar a alguien. 

Estaba a punto de cometer un delito, y aún no podía creerlo. El sudor frío resbalaba por mi frente aún estando en el carro. No estaba preparado para hacerlo, ¿O sí?, bueno, no es que tenga muchas opciones, si no lo hago probablemente el Halcón me mate a mí.
El aire acondicionado del coche estando en el punto más caliente no me quita esta sensación de frío que tengo, aunque estamos a una temperatura baja, me sudan las manos. 

 Mientras sigo pensando en lo que estoy a punto de hacer, suena mi celular de trabajo, y se preguntarán: ¿porqué cargar con dos celulares?, bueno, pues este prácticamente es un celular fantasma, ninguna acción que haga con él se registra en la base de datos del gobierno; su nombre aparece en la pantalla, y al contestar, trato de disimular lo nervioso que estoy.

 El Halcón dijo que me iba a llamar para decirme los datos más específicos de la persona a la que tengo que meter en la cajuela de la camioneta, así que saco una libreta para tomar pequeños apuntes y repasarlos antes de actuar.

 -Nuestro objetivo está dentro de la plaza, lleva puesto unos pantalones y chaqueta rosa, una bolsa negra grande y el pelo suelto bajo un gorro del mismo color de la bolsa -Me dice-.Y tal como esperaba oír, voy a tener que secuestrar a una mujer, pues el jefe dice que son las más fáciles de engañar. –Esperamos que salga en unos 10 minutos por la puerta oeste número 6 -Continúa diciendo-. Y has tu trabajo, sino ya sabes lo que puede pasar-. Dice con toda la tranquilidad del mundo y cuelga. 

 Y claro que se lo que me puede pasar, lo que es capaz de hacer, hace no mucho tiempo, Joseph no le llevo la cantidad de droga que le había pedido, y antes de que pudiera justificarse, una bala atravesó su corazón. 

 Pasados 6 minutos, enciendo el carro y me dirijo a la puerta que el Halcón me a dicho, por un momento doy gracias que haga frío pues en cierto modo me da dos ventajas: una, que no hay mucha gente en la plaza pues ¿quién quiere salir de su casa con un clima así?, probablemente nadie me vea metiendo a la pobre mujer en la cajuela, y mi otra ventaja es, que puedo ponerme bufanda y gorro, pues no quiero mostrar mi cara, por precaución, no sé que hubiera hecho si hubiese hecho calor, ¿cómo me habría cubierto el rostro? 

 Repaso por última ocasión mi plan a seguir –chocar con ella, tumbar mi celular y si se puede, algo que ella este cargando; perdonarme, sedarla y lo último y más importante, meterla en la parte trasera de la camioneta- repito en mi mente mientras pasa el tiempo, que parece avanzar más lento de lo común. 

 Ya casi no hay carros en el estacionamiento, pues está empezando a enfriar un poco más y eso hace que las personas decidan irse a casa. Si es mi día de suerte, no abra gente prestándome atención cuando este metiendo a una persona inconsciente en el maletero de mi camioneta. 

 Faltan menos de dos minutos para que salga la mujer por esas puertas según el informe que el Halcón me dijo. Pero no pasan dos, ni cinco, sino diez minutos hasta que una figura femenina sale caminando por las puertas del centro comercial.

 Y en ese momento, se me hiela la sangre, pues yo conozco a esa mujer, conozco a la persona que estoy a punto de secuestrar. 

PróditorUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum