Miel

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[El ambiente está cargado de tensión mientras Ana, Francesco y Álex se apresuran a salir de la casa, conscientes de que el tiempo se agota. Los sonidos de las sirenas se mezclan con el palpitar acelerado de sus corazones, creando una atmósfera de angustia y miedo.]

Ana: (mientras carga a Álex en sus brazos) Vamos, cariño, tenemos que irnos ahora mismo.

Francesco: (recogiendo algunas pertenencias con manos temblorosas) Estoy tan arrepentido de lo que pasó, Ana. Nunca quise lastimar a nadie.

Ana: (con lágrimas en los ojos) Lo sé, Francesco. Pero ahora tenemos que concentrarnos en mantenernos a salvo y proteger a Álex.

(Los tres salen corriendo de la casa y se adentran en el bosque cercano, tratando de mantenerse fuera del alcance de las autoridades. El sonido de los perros ladrando se mezcla con el crujir de las ramas bajo sus pies, mientras se adentran más y más en la espesura del bosque.)

Álex: (con voz temblorosa) ¿Por qué estamos corriendo, mamá? ¿Qué está pasando?

Ana: (tratando de mantener la calma) Estamos teniendo una aventura, cariño. Solo estamos jugando a las escondidas.

Francesco: (mirando hacia atrás con nerviosismo) Tenemos que encontrar un lugar seguro donde escondernos. No podemos arriesgarnos a ser atrapados.

(Continúan corriendo a través del bosque, con el corazón en la garganta y la esperanza de encontrar refugio antes de que sea demasiado tarde. La noche cae sobre ellos, envolviéndolos en la oscuridad mientras se enfrentan a un futuro incierto.)

( La escena cambia. Una tranquila calle adoquinada en Venecia, con canales serpenteantes y góndolas flotando en el agua. Ana, Francesco y Álex caminan juntos, con una mezcla de alivio y agotamiento en sus rostros. Los tres llevan consigo solo lo esencial, sus rostros cansados pero llenos de determinación.)

Ana: (mirando a su alrededor con asombro) Es tan hermoso aquí, Francesco. ¿Crees que estaremos seguros?

Francesco: (tomando la mano de Ana con determinación) Lo haremos todo lo posible, Ana. Mi familia tiene conexiones aquí. Nos ayudarán a empezar de nuevo.

Álex: (señalando hacia las góndolas con emoción) ¡Mira, mamá, barcos!

Ana: (sonriendo) Sí, cariño, son góndolas. ¿Te gustaría dar un paseo en una?

Álex: (asintiendo con entusiasmo) ¡Sí, sí, por favor!

Francesco: (con una sonrisa) Por supuesto que sí, conejilla. Vamos a hacerlo.

(Los tres suben a una góndola, mientras el gondolero los lleva a través de los tranquilos canales de Venecia. Ana y Francesco se miran el uno al otro, con una sensación de esperanza y renovación en sus corazones.)

Ana: (tomando la mano de Francesco) Creo que podemos hacerlo, Francesco. Podemos empezar de nuevo aquí, en Venecia.

Francesco: (acariciando suavemente la mano de Ana) Sí, lo sé. Juntos, podemos superar cualquier cosa.

(La góndola continúa su camino por los tranquilos canales de Venecia, mientras Ana, Francesco y Álex se aferran el uno al otro.)

(La escena cambia una vez más. Una habitación sencilla en Venecia, con sábanas colgadas del techo para crear una especie de toldo. Ana, ahora embarazada, se encuentra en el centro de la habitación, acariciando suavemente su barriga mientras mira con ternura hacia el futuro.)

Ana: (susurrando) Pronto estarás con nosotros, pequeño. Te amamos tanto, y estamos ansiosos por conocerte.

(La escena cambia bruscamente. Ahora vemos las sábanas colgadas, pero están teñidas de rojo, mientras se escuchan llantos desesperados en el fondo. La atmósfera es tensa y llena de angustia.)

Ana: (entre sollozos) ¡No puede ser! ¡No puede ser!

(Los llantos desesperados continúan, sumergiendo la habitación en un doloroso silencio roto solo por el sonido de las lágrimas y los sollozos de Ana.)
(Ahora la habitación está envuelta en un silencio pesado y angustioso. Francesco entra con paso apresurado, buscando a Ana. Su rostro refleja una mezcla de preocupación y ansiedad mientras observa a su alrededor.)

Francesco: (llamando suavemente) Ana... ¿dónde estás?

(Encuentra a Ana, quien está sentada en un rincón, con los ojos enrojecidos por el llanto. A su lado, un médico se encuentra de pie, con una expresión grave.)

Francesco: (acercándose con rapidez) ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

(Ana levanta la mirada hacia Francesco, y sus ojos llenos de lágrimas hablan más que las palabras que podría pronunciar.)

Ana: (con la voz entrecortada) Francesco... lo siento... lo perdimos...

(Francesco se queda sin aliento por un momento, su rostro se retuerce con una mezcla de dolor y furia.)

Francesco:(furioso)¡¿Qué?! ¡No puede ser! ¡No puedo creerlo!

(El médico interviene, tratando de calmar la situación.)

Médico: Señor, por favor, comprenda que hicimos todo lo que pudimos.

Francesco: (ignorando al médico, volviéndose hacia Ana con ira) ¡No puedo creer que esto haya sucedido! ¡No puedo creer que hayas dejado que esto pase!

Ana: (sollocando) Francesco, yo...

Francesco: (interrumpiendo bruscamente) ¡No quiero escucharlo! ¡Fuiste tú quien llevó el embarazo! ¡Fuiste tú quien tenía una sola responsabilidad y no pudiste hacerlo bien!

(Ana se encoge de dolor ante las palabras de Francesco, sus lágrimas ahora fluyen sin control.)

Ana: (con voz temblorosa) Lo siento, Francesco. Lo siento mucho...

(Francesco, enojado y desconsolado, sale de la habitación con pasos pesados, dejando a Ana sola con su dolor y remordimiento.)

(Cae el telón fin del primer acto)
             

Admirador Where stories live. Discover now