Viernes

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Habían pasado cerca de dos semanas desde que Chiara había visto por primera vez a Violeta en el aeropuerto de Mahón tras un par de intensos meses hablando por mensajes. Verla en persona fue lo último que necesitó para saber que estaba realmente jodida, pues estaba claro que los sentimientos que sentía hacia aquella chica no iban a irse fácilmente. Por el contrario, estos solo crecieron y crecieron con el paso de los días y sus conversaciones infinitas.

Lo que sentía por ella había llegado a un punto crítico, y terminó de confirmarlo con la última videollamada que compartieron, en la que Violeta se abrió en canal frente a ella, hablándole de sus sueños, sus metas y sus miedos. Chiara vio en ella otra faceta distinta, una que le gustaba tanto o más que las que ya conocía. Con el corazón encogido se dio cuenta de que adoraba a aquella chica desde todos sus ángulos, con sus virtudes y sus imperfecciones. Se había enamorado y ya no sabía cómo parar.

Se le hizo más difícil aún cuando Violeta empezó a ser más y más cariñosa con ella, cuando a veces hablaba sin pensar y soltaba cosas que hacían a Chiara pensar que había esperanza. Violeta estaba siendo un reto y, aunque le doliera en lo más profundo de su corazón, no podía simplemente "desengancharse" de ella.

Fue por ello que cuando, desesperada por buscar el regalo perfecto para Violeta, Ruslana le sugirió ir a verla de sorpresa no tardó ni dos segundos en aceptar la idea con la mayor ilusión que había sentido en su vida. Martin intentó detenerla y recalcar todos los inconvenientes que esa idea que le parecía tan descabellada podía acarrear, pero nada fue suficiente para parar a Chiara, que ya de había propuesto ir allí para pasar el fin de semana con Violeta y hacer que disfrutara de su cumpleaños como nunca en su vida.

Sabía que a Violeta no le hacía mucha ilusión el día de su cumpleaños porque al estar lejos de su familia se le hacía muy triste y solitario. Ella no podía viajar a Granada, así que a Chiara se le ocurrió la que según ella era la mejor idea de todas: si Violeta no puede ir a ver a su familia, entonces intentaré llevar su familia a Violeta.

Habló con Denna y con Suzete, que le dieron el visto bueno a todo y le pasaron el número de Tana. Y habló con Joan, que sería su plan B si, por cualquier cosa, el plan se torcía.

Todo parecía listo y en orden. Vería a Violeta todo un fin de semana, tenía una muy buena sorpresa para ella y Claudia la ayudaría con su regalo material. Todo era perfecto. O eso parecía hasta que un día Violeta le contó de sus problemas con Lucas. No le quiso dar mucha importancia ni llevarse esa información a su terreno, pero cuando borracha Violeta le confesó que el problema que llevó a que la pareja se tomara un tiempo era lo mucho que ella la quería, lo mucho que hablaba de ella y lo imposible que se le hacía no pensar en ella todo el día, Chiara se preocupó. Parecía que Violeta se le estaba medio declarando en ese momento, pero desde la rabia, y eso no le gustaba. También sabía que el alcohol a veces hacía que la gente dijera tonterías, por lo que le quitó importancia.

Sin embargo, que el día antes del viaje Tana solo le soltara indirectas y le contase cosas de Violeta que ella no sabía (como que en realidad compró dos lámparas de ositos y que eran bastante caras o que en Navidad veía su vídeo cantando todo el tiempo), hizo que el nerviosismo y la inseguridad se apoderasen de ella. De repente todos los inconvenientes que había mencionado Martin le parecían enormes problemas. ¿Y si era verdad que Violeta sentía algo por ella y la odiaba por haber hecho que Lucas le pidiera un tiempo? Violeta no volvió a hablarle después de aquella conversación en la que, borracha, le dijo que la quería más de lo que debería y, aunque ya tuviera todo listo, el miedo a llegar y encontrar rechazo en sus ojos la inundó.

"Sé valiente, Chiara, acuérdate del día del aeropuerto, sabes que si no vas te arrepentirás". De nuevo las palabras de Claudia haciéndola reaccionar a tiempo para coger el avión con Tana, que había comprado el vuelo con escala en Menorca para no llegar sola a Barcelona. Con las manos temblorosas, Chiara ajustó su cinturón de seguridad. "Barcelona, allá vamos"





Número equivocado! (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora