Epílogo

756 139 98
                                    

Daniel

Me va a dar un soponcio delante de toda España y voy a hacer el mayor ridículo de mi vida, porque me tendrán que sacar del plató del Benidorm Fest en una camilla de ambulancia para revivirme.

Hace unos días, ganamos la semifinal del festival junto a siete artistas más. Fuimos los segundos favoritos del jurado (la primera fue una chica con una canción de estilo flamenco) y conseguimos la máxima puntuación del público, pero no voy a hacerme demasiadas ilusiones; todavía puede cambiar el panorama, a pesar de que Lapislázuli haya superado las dos millones de visitas en Spotify, nuestra canción sea una de las más escuchadas y hayamos pasado de cincuenta mil seguidores en Instagram a ciento veinte mil desde que se supo que participaríamos en el concurso. Yo he alcanzado los casi sesenta mil en mi cuenta; a veces, cuando estoy con Axel en el que será nuestro piso, ayudándolo a ponerlo bonito, y paramos para descansar, me entretengo en Instagram, pero enseguida me agobio y le pido que responda a algunos mensajes y comentarios por mí.

Todavía no asimilo esta situación como Casimiro aún no asimila que me esté empotrando a su hijo.

Y esta noche nos toca la final del Benidorm Fest, que será decisiva para elegir la canción que representará a España en Eurovisión. En este momento estoy con mis lapislázulis en nuestro camerino, esperando a que empiece el programa.

No sé quién ha tenido la brillante idea de dejarnos los últimos, con los nervios que tenemos. Candela lleva un rato atascando el baño porque tiene diarrea; Iris está sentada en el suelo, con las piernas cruzadas y escuchando sonidos relajantes de una aplicación (hoy le ha tocado el turno al sonajero de bebés) mientras respira hondo; y yo no paro de dar vueltas de un lado a otro.

Rober es que directamente pertenece a otra galaxia, porque en estos días no le he visto ni una pizca de nervios, ni ansiedad, ni nada. Está tan tranquilo en el sofá, respondiendo a los comentarios de sus seguidores en Instagram, haciéndose fotos, hablando con su abuela por WhatsApp y subiendo stories. Este tío no es de mi misma especie ni tiene sangre en las venas. Yo, si tuviera esa melena, me estaría dando tirones todo el rato.

Necesito a mi tranquilizante humano para que me calme. Me escaparía ahora mismo de aquí para que me diese uno de sus abrazos de oso amoroso, pero está fuera del recinto con Gerard, haciendo cola para entrar como público.

Candela por fin sale del baño e interrumpe mis pensamientos:

—Ay, por Dios, estoy a punto de arrancar el váter y colocarlo en el escenario para que sea mi taburete, por si me da otro apretón.

—Bravo esa elegancia. —Rober la aplaude.

Dejo de dar vueltas por el camerino y me tiro en el sofá con el móvil para molestar con mis dramas a Axel:

Daniel: «Estoy nervioso. Se me ha olvidado la letra»

Fisio Empotrador: «Cuando salgas al escenario y me veas, imagínate que estoy desnudo»

Daniel: «Así no ayudas»

Fisio Empotrador: «Pues imagínate que llevo el uniforme del trabajo»

Daniel: «Peor me lo pones, porque estaré pensando en arrancártelo»

A continuación, me envía un audio, o más bien un pódcast de cinco minutos, en el que con su voz tan relajante me intenta calmar y me infunda ánimos. A pesar del ruido de la gente que se escucha de fondo, Axel consigue que mis nervios disminuyan, pero solo me dura hasta que el programa abre sus puertas y comienzan a actuar nuestros contrincantes, que lo hacen dolorosamente bien. Solo recuerdo haber experimentado este nivel de ansiedad cuando le canté a Axel Love Story frente a tanta gente, pero por la gran carga emocional que eso conllevaba.

Ojalá reescribamos nuestra historia (Serie Lapislázuli #1)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu