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- ¿Midoriya el presidente de clase? – Kaida arrugó su nariz algo disgustada con las palabras del chico de la cinta, no estaba muy segura de dicha decisión, ese chiquillo no era más que un manojo de nervios cuando se encontraba frente a la clase.

Sero estaba recargado en las rejas de la azotea, su cabello se mecía con tranquilidad, el viento estaba siendo amable y apacible para dejarlos comer en paz, llevaba consigo el aroma fresco de la mañana, mientras Mina y Denki compartían el espacio junto a Kaida en el suelo. La luz del sol acariciaba sus rostros, y cada bocado de su almuerzo parecía más delicioso bajo la amabilidad de los rayos matutinos. Quizá su hermano si que tenía algo de razón y las cosas en la escuela no iban a ser tan malas.

- ¡Yo voté por mí! – chilló Mina con una carcajada.

- ¡Tambien yo! - Denki la siguió con otra risotada. Los tres pares de ojos cayeron sobre la pelinegra, ella soltó su celular, sintiéndose presionada por los codazos de la pelirosa.

- No estaba interesada, así que voté por Yaoyorozu; el otro día, en el entrenamiento me di cuenta de que es muy lista y analítica, mm... - sorbió de su cajita de jugo – además, es alta y muy bonita – la risa de Sero no se hizo esperar - ¿Qué?

- ¿Alta? Eso no tiene nada que ver.

- ¿Realmente respetarías una orden de Mineta? – murmuró arqueando una ceja, el pelinegro no dudó en darle la razón – ella es muy seria, yo quería que ganara.

La apacible atmósfera en la azotea se vio abruptamente interrumpida cuando la alarma resonó junto a una sirena roja parpadeando frenéticamente en la puerta de acceso. El estridente sonido cortó el aire como una cuchilla afilada, ensordecía a los jóvenes y teñía de urgencia el hasta ahora sereno día. Ishibashi, instintivamente, se puso de pie y tiró de Mina, obligándola a avanzar frente a ella mientras el viento desordenaba sus cabellos. Algo se sentía mal. 

Mina, con los ojos abiertos de par en par, se aferró a la mano de Ishibashi, sintiendo cómo el pulso acelerado de su amiga resonaba a través del contacto. 

Violación del nivel 3 de seguridad. Estudiantes, evacuen de inmediato.

Ellos, junto a los demás pequeños grupos en el lugar, no dudaron en bajar a paso veloz las escaleras. Los pasillos estaban repletos, la mano de la chica con cuernos se aferraba fuerte a la suya, todos parecían asustados y sumando la incertidumbre, la gente se movía frenética alrededor de los cuatro, los cuerpos los aplastaban, los sofocaban.

Lograron llegar a unas escaleras un poco menos concurridas, sintiéndose al fin respirar al parar en el descanso con camino al piso de abajo. La alerta seguía lastimando sus oídos, pero al menos, ya no sentía que pronto serían comidos por una enorme ola de gente. La niña rosa, con ojos grandes llenos de miedo, miró a sus compañeros con la esperanza de encontrar consuelo en sus rostros. Kaida estiró una mano en medio de los cuatro, generando una brisa fresca que la hacía sentirse un poco menos agobiada.

- ¡Chicos! – la voz de su compañero Kirishima les llegó desde el inicio de las escaleras. Kaida no pudo evitar rodar los ojos con desagrado al ver la compañía del chico - ¡Es todo un caos! – Bakugo no dudó en ver de arriba abajo al grupo, ni siquiera intentó entablar una conversación. Era despreciable.

Todo. Todo en esa escuela siempre parecía ser un caos. ¡No tenía ni un mes dentro y aquello parecía un circo! Todo pasaba rápido y la mayoría de cosas no parecían hacerle sentido a la pelinegra; desde Midoriya renunciando a su puesto como presidente de la clase para dárselo al cuatro ojos de Iida, hasta la decisión de sacarlos a un lugar de entrenamiento un par de días después de una extraña violación de los medios a la escuela. Entendía la premura para prepararlos, pero, ¿Por qué no solo entrenaban en la arena escolar y dejaban a Momo como presidenta?

Taste of Gale (Katsuki Bakugou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora