[Una decisión tomada]

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Aunque los seres inmortales, como los dioses o los Eternos, no tenían la necesidad de dormir, Sueño no podía evitar sentirse agotado. Albergar una vida en su vientre lo mantenía constantemente alerta. Su naturaleza no requería ese descanso que los mortales usaban para reponer energías.

Ahora se sentía más expuesto, después de haberle revelado a su querido humano inmortal todo lo que había sucedido. Podía sentir el abrazo y el consuelo de Hob ante su repentino (y vergonzoso, según él) llanto. Nunca se había mostrado tan vulnerable y sensible, cuando solía ser un rey frío de puño firme y algo insensible. Quería tener la mente clara para darle a Hob la noticia, pero al recordar todo lo que le provocaron esos malditos chocolates, no pudo resistir el derrumbe de su barrera emocional y se echó a sollozar.

El abrazo de Gadling y sus palabras de aliento, que le aseguraban que no era culpable y que lo respaldarían en cualquier decisión, lo habían hecho sentir más vulnerable y emocional.

Ahora, se había despertado y se sentía nervioso por estar en esa situación. Estaba en su habitación, en su palacio, de eso no había duda. Pero no estaba solo. Y no hacía falta mirar para saber que era verdad.

—Me alegra que hayas descansado un poco. —dijo una voz suave y sintió un escalofrío al verlo sentarse al borde de su cama. —Te quedaste profundamente dormido después de que soltaste todo ese dolor. Me preocupé mucho por ti, mi amor.

Sueño se sintió conmovido por sus palabras, y se acurrucó más cerca de él. —Gracias, Hob. Eres muy amable conmigo. —susurró, mirándolo con gratitud. — ¿Cómo puedes ser tan bueno, después de todo lo que he vivido?

Gadling le sonrió, y le dio un beso en la frente. —Porque sé lo que es sufrir, y no quiero que nadie más lo pase. Y porque te amo, Morfeo. Te quiero mucho.

Él se siente triste y confundido, por un lado, sabía que no debía comer esos chocolates, pero por otro lado la nota de su hermana le había tentado. —Fue un error, lo sé, pero no pude resistirme. —susurra con lágrimas en los ojos.

Sueño siente el calor de la mano de Gadling en la suya, un gesto de solidaridad y, quizás, de arrepentimiento. —No tenías forma de saberlo, ni yo tampoco cuando pasó. No me di cuenta de que te habían drogado. Si lo hubiera sabido, habría parado. —acarició su mejilla con la otra mano. —No te culpes, mi paloma.

Hob...

Se acercó a él con ternura y, sin que el inmortal se lo esperara, se sentó a su lado y le rodeó con sus brazos, transmitiéndole todo el cariño de su corazón. Gadling le devolvió el abrazo y le plantó un beso en su frente.

—Te amo, Sueño. No te dejaría solo en esto, jamás lo haría.

Unieron sus frentes, otro gesto de amor, y Morfeo sintió la tensión de su cuerpo disiparse.

Yo también te amo, Hob Gadling. Perdóname por haberme comportado así, estaba asustado. —Morfeo, abrazando a Hob con ternura, susurra con una voz emocionada.

Hob lo tranquiliza, acariciando la espalda de Sueño para calmarlo. Sin embargo, no quitaba el hecho de que tenían que hablar de un tema de vital importancia.

—Bueno, sobre el embarazo... —empezó Hob, intentando no agobiarlo con el tema. —¿Te gustaría tenerlo? Respetaré lo que decidas, no te voy a presionar.

Morfeo se quedó sin palabras, ahora tenía que resolver eso. Después de que se disipara la duda que tenía sobre la reacción del inmortal ante lo que había pasado esa noche, debía aclarar ese otro asunto.

El Eterno de los Sueños se acarició el vientre; estaba un poco nervioso, pero menos que cuando le había dado la noticia de su embarazo. —Antes de contestar a tu pregunta, permíteme hacerte una a ti. ¿Quieres y sueñas con ser padre de nuevo? —le pregunta con una chispa de esperanza en sus ojos.

Hob, que todavía tiene su mano entre las suyas, deja escapar un suspiro. Esa pregunta provoca que Gadling se sumerja en un sentimiento de nostalgia y quizá tristeza, al evocar la pérdida de su esposa Eleonor, su bebé que no llegó a nacer y su hijo mayor Robyn. La muerte de su primogénito siempre es un tema que le resulta muy difícil abordar o siquiera mencionar, por lo trágico y prematuro que fue. Recuerda a su hijo como un chico alegre, sonriente, inocente y respetuoso, sus momentos con él en su infancia y juventud, pero sobre todo su fallecimiento. A pesar de haber sido padre por primera vez, y de que estaba a punto de serlo por segunda vez, no negaría que le hubiera gustado serlo de nuevo, y esta vez, con el ser que más ha amado durante sus siglos de relación. Sin embargo, solo era su deseo. Tenía que escuchar el de Sueño.

—No puedo negar que me ilusiona la idea de tener otro hijo. Sería una nueva oportunidad de ser feliz y de darle amor a alguien que lo necesita. —el humano sonríe con emoción. —Ser padre de nuevo sería el mejor regalo que la vida me podría dar.

El Eterno lo mira con nostalgia y tristeza, mientras sostiene su vientre con la mano. No puede olvidar su fracasado matrimonio con la musa Calíope y la trágica muerte de su hijo Orfeo y su prometida Eurídice. Reconoce, con profundo pesar, que no fue un buen padre para su primogénito, al no dedicarle suficiente tiempo por sus obligaciones como gobernante de la Ensoñación. Aunque Orfeo era inmortal por ser parte Eterno, no podía escapar del sufrimiento. Aún recuerda haber tomado su cabeza cortada cuando al fin acabó con su dolor, y haber sentido su sangre en sus manos y sus ropas. Cuando le contó a Calíope lo que había hecho, ella lo rechazó con furia y nunca más se hablaron. De todas sus relaciones fallidas, ninguna le había dolido tanto como su único matrimonio.

Después de salvarla de un escritor tirano que la explotaba para sus novelas, se reconcilió con su exesposa. Al fin, la herida abierta por la muerte de su hijo se había cerrado y no quedaban resentimientos entre ellos.

Ahora, al lado de su nuevo amor, que aguardaba una respuesta a su cuestión, suspiró. Su mano, que antes sujetaba su vientre, ahora le acariciaba el mentón a Hob con ternura y amor. Sonrió, ruborizando sus mejillas. Eso enamoró aún más al humano.

Me alegra oírte decir eso, porque yo también siento lo mismo que tú. —sus ojos azules se llenaron de lágrimas, esos ojos que lo hacían más humano de lo que podía imaginar. —Ya fui padre una vez, Hob. Y te lo confieso, no lo hice muy bien. Si pudiera volver atrás en el tiempo, cambiaría muchas cosas con Orfeo. Ahora que ya no está a mi lado y que estoy embarazado, solo lo veo como una nueva oportunidad. —Hob lo observa, admirado por su valentía. —Hob Gadling, quiero tener a este bebé. ¿Quieres criarlo conmigo?

— ¿Es una broma? ¡Claro que sí! Me encantaría criar a este bebé contigo, Sueño. Quiero formar una familia contigo.

Después de escuchar esa propuesta, Hob lo abrazó de inmediato. Aunque estaba un poco sorprendido por su reacción, se sintió aliviado y le devolvió el abrazo. El sonido de la risa eufórica de Hob y sus lágrimas de felicidad fueron un momento que Sueño guardaría en su memoria por toda su vida eterna.

💛[Un Amanecer Eterno]💛Where stories live. Discover now