[Aftermoaning]

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Matthew se encontraba sobrevolando los coloridos cielos que adornaban la Ensoñación. En busca de su jefe, quien no hace unos minutos estaba entregando un mensaje a su extraña amiga exorcista, Johanna Constantine.

El motivo del mensaje no lo sabía del todo; más que el hecho de que una "traviesa pesadilla", confundida por un demonio, había tomado posesión del cuerpo de una novicia. Aquello había causado terror en la parroquia donde vivía y, desafortunadamente, provocó que la joven víctima quedara inconsciente y traumatizada. Por cómo narraba Johanna la situación, supuso que su jefe podría adivinar que pesadilla había sido, ya que aquella provocaba constantes estragos en el reino. Y Matthew se lo confirmaría luego de ver cómo le había dejado el rostro a la mujer.

Cuando entregó el mensaje, Constantine no estaba contenta; resulta que la pesadilla estaba sumamente intranquila luego de haber cumplido su labor atormentando a un soñador, sometido a un sofocante estrés. Quizás, eso provocó que se fugara de la Ensoñación y buscara desahogo en la Tierra. Sin embargo, no estaba muy acostumbrado al planeta y se vio obligado a manipular a alguien. Poseyó lo primero que vió: la joven novicia.

“¿Podrías decirle a tu jefe que tiene suerte de que se lo regresé entero? La pobre muchacha trataba de separarse de eso, y simplemente no cedía. Era a la buena, o verme obligada a entregárselo en un frasco.”

Matthew definitivamente debía contarle lo que había pasado con esa pesadilla. Sólo esperaba que su jefe fuera misericordioso con la criatura. Aunque “misericordioso” era una palabra grande para describirlo.

Logró ingresar a la biblioteca atravesando mágicamente una ventana que Mervyn se encontraba limpiando. Ubicó a Lucienne y la encontró, siendo abrazada de la cintura por Gault, leyendo un libro.

— ¿Interrumpo algo? —habló el cuervo, soltando un graznido.

— ¡Oh! Hola, Matt. —le saluda Gault con una sonrisa.

— ¿Qué tal tu entrega, paloma mensajera? —pregunta la bibliotecaria muy burlona.

—En términos simples, estuvo bien. —camina hacia una pila de libros de la mesa y se sienta en ella. —Aunque el jefe tiene que poner en su lugar al causante.

Lucienne suelta una risita. —Apuesto que ha sido Glob, es el segundo más desastroso después del Corintio.

—Ni lo menciones. —habló el conserje del castillo, mientras secaba el trapo que no hace unos minutos había ocupado. —La última vez que nuestro señor permitió que saliera al reino de la Vigilia, terminó arrancándole los ojos a un pobre bastardo. Espero y no haya dejado una víctima.

—Eh, sí. Dejó víctima. —aquello captó la atención de todos los presentes. Procedió a prestar atención. —Una joven novicia. La dejó con un trauma de por vida. Constantine estaba furiosa.

—Ay mierda. —murmuró asustado el espantapájaro.

— ¿Te dijo el nombre? —habló Lucienne, dando toques en el brazo de Gault como una señal de que va a levantarse. El sueño obedece.

—Creo que su apellido era Vermont, y su nombre empezaba con h.

La elfina morena nota que, irónicamente, el cuervo estaba sentado justo encima del libro de la novicia que menciona. “Harriet Vermont” está escrito en tinta dorada en un lomo aterciopelado rojo. Toma la pila de libros y, con un movimiento nada cuidadoso, aparta a Matthew de su asiento.

El cuervo quiere protestar por ser despojado de su asiento, hasta que se da cuenta de lo escrito en la pasta. —Oh, estaba sentado en ella.

Lucienne procede a acomodarse los lentes y a hojear el libro. No tarda mucho en llegar a la página reciente.

Mervyn, Gault y ella ven las hojas de lo ocurrido con la pesadilla fugitiva. Las expresiones en shock de sus rostros son más que suficientes para darle a entender a Matthew que lo que le hizo no era nada bonito. Fue confirmado el azote provocado por Lucienne al cerrar el libro, al mismo tiempo que Mervyn y Gault apartaban sus miradas.

Se le escapó un graznido, por inercia.

—Eh, Matthew. Creo que es prudente que mejor no lo leas. —le sugiere la ex-pesadilla, algo incómoda.

—No sé cómo me voy a quitar eso de mi mente. —Mervyn se cubre los ojos, mientras sostiene donde se supone que está ubicada su “puente de la nariz”.

—A nuestro señor no le va a gustar saber esto. —concluye la bibliotecaria.

[•••]

Morfeo se despertó con los rayos de sol golpeando su rostro. Abrió su ojo e instantáneamente volvió a cerrarlos con fuerza al mismo tiempo que giraba su cabeza. ¿Así era como sentían molesto el sol los humanos cuando se despertaban? Eso lo hizo sentirse orgulloso, por notar que la humanidad admiraba su trabajo con los sueños.

Abrió los ojos con tranquilidad, mientras comienza a sentir el aroma de un café. Morfeo procede a sentarse, soltando un quejido de dolor debido a su cadera.

—Hola, paloma. ¿Te duele mucho?

Habló la melodiosa voz de Hob, quien traía dos tazas consigo. Morfeo se sonroja peor que un tomate al ver que él estaba sin camisa y usando pantalones cortos, notando un poco de su falo semi erecto. Trataba de no mantener la vista ahí, aunque no podía evitarlo.

Gadling asienta unas de las tazas de café que traía en la mesita de noche, mientras con brazo libre le da un abrazo a su eterno novio que seguía desnudo.

Gadling asienta unas de las tazas de café que traía en la mesita de noche, mientras con brazo libre le da un abrazo a su eterno novio que seguía desnudo

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(Imagínense a Hob sin camisa 😏. Sólo la usé para representar la escena del párrafo)

—Anoche sí que fue una noche loca, ¿eh? Me sorprendió en serio. —dice muy coqueto mientras lo besa en su despeinado cabello negro.

Morfeo seguía sonrojado, aún más al notar que tenía huellas de chupetones y mordiscos en su pecho. Más sorprendido quedó al levantar la vista y ver un gran chupetón en el cuello de su amante.

Inmediatamente, llegaron flashbacks de lo que había hecho anoche. Se aterrorizó.

—No fuí muy apresurado, ¿verdad? —pregunta apenado.

—Amor, fuiste fenomenal. La mejor noche que jamás olvidaría. —le besa su mejilla, haciéndolo sonreír.

Procede a darle su café y a rememorar aquella noche mientras degustaban sus bebidas.

Ya vestido, pero un poco adolorido de la cadera, Morfeo abrazó fuertemente a su humano temiendo alejarse de él nuevamente. Hob huele su cabeza sintiendo la tristeza de su amante por tener que marcharse.

—Tengo que volver a mi reino, a terminar con mis deberes. —dice mientras apoya su cabeza en su nuca, y sintiendo los latidos del corazón de su inmortal. — ¿Puedes convencerme de que me quede?

Hob sonríe, y corresponde al abrazo. — ¿Es importante que los termines? Si es así, tienes que hacerlo. También desearía que te quedaras un poco más, mi paloma.

Morfeo gruñe, molesto. No esperaba ni quería oír esa respuesta. Levanta la cabeza y lo mira fijamente en silencio. Aquel que aprovecha Hob para plantarle un beso en sus labios, beso que corresponde el Eterno.

—Te veré pronto, mi amor. —se despide el Señor de las Pesadillas, con una sonrisa, mientras se desvanece en el aire de la habitación.

—Aquí te espero siempre, mi paloma. —murmura aquel humano perdidamente enamorado.

💛[Un Amanecer Eterno]💛Where stories live. Discover now