Capítulo 8

23 2 0
                                    

Dary




Han pasado unos días.

Y aquí me encuentro preparando el desayuno balanceado, Maya ha tenido que salir  a comprar no sé qué.

Con nerviosismo  le sirvo el desayuno al Mafioso -  Él no dice nada - ,  Solo se termina la comida mientras yo lo observo desde la cocina.

No sé por qué estoy tan nerviosa.  Espero tranquilamente a que se marche y organizo todo, la verdad es que no tengo nada que hacer después del desayuno, así que me pongo a preparar galletas de mantequilla. Me animo ya que hay de todo.

Es lo único  bueno que aprendí de mi amiga Eliza, no había pensado en ella.

Siento una gran tristeza, preparar  esto para variar me distrae.

Unas horas más tarde, tengo listas las galletas, salieron muchas. Por lo que busco  bolsitas y  coloco  diez,   se las voy a dar a Royal,  

¿Debería darle  al jefe?

Es amo.

No debería,  es un ser irritable y despreciable.

Muy bien, me encamino a la entrada y me detengo en seco.

Mierda no puedo salir, pero quiero, me  asomo por el ventanal y veo a  tres guardias,  miro a mi alrededor, no veo a Royal y tampoco al mafioso - me acerco  a ellos.

Dos arrugan la cara al verme, uno  de ojos rayados y el moreno.  El otro tío, tiene el cabello teñido de blanco y solo él me observa con curiosidad.

— ¿Quién eres tú?  - pregunta  uno de ellos  malhumorado.

— Hola - saludo  tímida.

— ¿Tu eres nueva aquí niña? - pregunta esta vez el  moreno de   cabello largo.

— Si - digo algo triste - ,  ayudo a la señora Maya en la cocina.

Los tres no dejan de mirarme.

— Hice galletas para todos, demasiadas diría yo. 

Le tiendo la pequeña canasta.

El moreno sonríe alegre.

— Muchas gracias.

El de ojos rayados es muy simpático, pero  mira las galletas con desconfianza.

— Eres muy  amable y todo eso, pero  nadie hace estas cosas - dice este - , ¿No estarán envenenadas?

Oh por Dios.

—      No seas ridículo. –  me atrevo a decirle – no lo están.

El entrecierra los ojos.

—    Venga ya, coge una –  anima  el moreno – están buenas.

Dice tras probarlas.

El después de dudar coge una y se la mete a la boca.

— Sí, es verdad están buenas – agradece el ojos rayados  -  Gracias,  ¿Cómo te llamas?

—  Soy Dary, mucho gusto.

El segundo parece ser el más alegre.

—    Soy Gideon – se presenta muy alegre  - él es Fisher –  señala al  moreno.  –  y mi amigo el carismático es Max.

Él y yo nos  observamos por  unos segundos, de pronto,  él me sonríe y me sonrojo. 

—    ¿Dónde están los demás? – Me atrevo a decir - Todavía quedan más galletas.

Atrapada en la Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora