27-Matteo

4 0 1
                                    

Cuando llegamos a mi casa lo saludé a Andrew con un beso.

-¿Puedo entrar?

-¿Eh?

-¿Puedo entrar a ver?

-Ah... Sí...

-Solo si querés, sino me voy y listo.

-No, no entrá, pero está todo desordenado.

-Na, no pasa nada, vivo con una hermana de catorce años, estoy acostumbrado al desorden.

-Bueno, no hay mucho que mostrar, es bastante chico, pero se puede decorar y que quede lindo, supongo.

-Me gusta.

-¿En serio?

-Sep, está bueno que es chico y lo podés mantener fácilmente, además de que tener todo un espacio para vos solo.

-Fácilmente.... ¿Qué era fácilmente?

-Es como hacer algo de forma fácil.

-Ahhhh ok, ok. Entonces sí, supongo que es más fácil.

Entramos a mi habitación, llena de cajas y con solo un colchón inflable tirado en el piso.

-Creo que eso está pinchado.- Digo señalándolo.

-¿No tenés un colchón?

-Nop. Ni plata para comprar uno. Debería conseguir un trabajo.

-Deberías. Si querés te ayudo.

-¿Seguro?

-Sip. ¿Qué te gustaría hacer?

-La verdad no sé, solo necesito un lugar donde trabajar y conseguir plata como para comer. Aunque mejor si no me alcanza para comer.

-No es mejor, y podes trabajar en una cafetería o así.

-Sí, solo...- Solo me da muchísimo miedo hablar con la gente- no me gusta ese tipo de trabajo.

-Bueno, ¿qué cosas te gustan?

-Leer, escribir y cocinar.

-Mmm... son trabajos que llevan tiempo, te diría que trabajes como mesero o algo parecido.

-Sí, lo que pasa es que soy... bastante antisocial, esos trabajos no van conmigo, pero puedo probar.

-Aver, probemos.

-¿Qué?

-Probemos. Yo te digo lo que quiero pedir y vos me tomás la orden.

-...Ok.

-Solo no hagas como el mesero del restaurante que ni nos dio la carta.- Dice entre risas.

-Jaja, voy a intentar.

-Ok, entonces te pido un licuado de banana y un tostado.

Devuelta ese miedo, no tanto como cuando hablo con otras personas, pero ese miedo de que me estén examinando de pies a cabeza a ver si tengo algún defecto, y ni hablemos de mi acento.

-¿Matteo?- Sacudo la cabeza.

-Perdón, me concentro, pero, ¿licuado de banana y tostado?

-Fue lo primero que se me ocurrió. Entonces, un licuado de banana y un tostado por favor.-Hago el que anoto y digo:

-Ya se lo traigo.

-Muy bieeen.

-No es tan complicado decir solo una oración.

-Por eso, no hay que tener muchas habilidades para que te den el trabajo.

-Es verdad.

-Contame de tu familia.

-¿Eh?

-No sé casi nada de tu familia.

-Sabes cómo son mis papás conmigo.

-Sí, pero de tu familia en general, ¿Cómo son?

-No sé, nunca me hable mucho con mis abuelos, ah, son españoles, por eso sé español, aunque no mucho.

-Yo creo que sabés re bien español.

-El acento no me lo sé.

-Se va practicando, además es re difícil el acento de Argentina.

-Bueno... te sigo contando, no tengo tíos maternos, pero tengo un primo que nació hace poco.

-¿Por qué viniste a Argentina?

-Oh. Porque mis papás vieron fotos lindas.

-¿En serio?

-Sep. Aveces son bastante boludos mis papás.

-Ey. Mirá, ya te sabes un insulto en español.

-Sé bastantes, pero no los digo porque se me nota mucho mas el acento.

-A mí me gusta.

-A mí no.

-Tenés que dejar de auto criticarte tanto.

-Es difícil

-Te entiendo.

Más allá de las sombrasWhere stories live. Discover now