59. Día normal 🌃

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MELANIE DASHTON

Como estaba castigada, lo único que podía hacer, era salir, única y exclusivamente a comer o ir al baño

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Como estaba castigada, lo único que podía hacer, era salir, única y exclusivamente a comer o ir al baño. Así de jodida estaba la cosa.

Me tenían como prisionera en mi casa, y lo último que esperaba, eran más problemas innecesarios.

—Ya termine de barrer y trapear —le dije a mi mamá. —¿Ya puedo salir con mis amigas y Allison?

—Mmm —mi mamá se lo pensó—. ¿A dónde irán?

—Al boliche —respondí. —¿Entonces si me dejas salir?

—Pero ponte un suéter, si no, no te dejo salir.

***

Las cosas al final salieron bien para mi. Tras haberme puesto un suéter de color negro, y después de eso, salí de casa después de que Allison viniera por mi.

—Hola amor —le dije con una gran sonrisa.

—Hola bebita —respondió Allison, besándome.

—¿Nos vamos?

—Sí.

Finalmente nos fuimos al lugar acordado, y cuando llegamos, nos bajamos, sintiendo el infernal calor abrasador.

Estamos a 40° grados. Y literal, me siento como si estuviera en el mismísimo desierto de Sahara, ahora mismo.

Abrimos la puerta principal, y entramos. Y agradecí, que tuviera aire acondicionado adentro.

—¿Dónde te dijeron que iban a estar, Lucía y Camila? —me preguntó Allison.

—En la zona de bebidas.

—Vamos. 

Caminamos hacia la zona de bebidas y allí nos las encontramos. Lucía bebía vodka, mientras que Camila, agua.

—Hola —las saludé cuando llegamos con ellas.

—¿Qué tal tía? —respondió amistosamente Lucía.

—Te diría que todo bien, pero este calor me está matando —contesté sincera.

Por eso y más razones soy team frío.

—Coño es verdad —comentó Lucía. —¿A cuántos jodidos grados estamos ahora mismo? 

—A 40 grados —respondió Camila.

—¡Joder! —exclamó Lucía. —Nos vamos a asar.

—Peor que eso —refute yo.

Lucía no pudo estar más de acuerdo conmigo.

—Les comenté que también vendrían Paúl y Saúl. —habló Allison.

—¿Ah sí? ¿Y dónde están? —preguntó Lucía.

—Ya no tardan en venir.

—Vale —dijo por último, Lucía.

Nosotras pedimos dos bebidas. Pero me dió curiosidad probar y saber a qué sabe, el vodka. Así que lo termine probando.

Sentí como me quemaba la garganta, pero sorpresivamente el sabor me gustó.

—¿Te gustó? —me preguntó Allison.

—Para mi sorpresa, sí —respondí.

Y posteriormente, llegaron Paúl y Saúl al establecimiento.

—Son ellos —informó Allison.

—Vamos a saludarlos —dije yo.

Acto seguido, caminamos hacia ellos, y nos saludamos

—Hola chica pato —dijo Paúl.

—¿Por qué me dices chica pato? —pregunté sin poder evitar soltar una carcajada.

—Allison, querida, por favor dile a la lenta de tu novia porque le digo chica pato, a la chica pato.

—Jajaja —no pudo evitar reírse, Allison—. Te dice así... Porque, le conté hace mucho, que me gustabas.

—¿What? —dije yo—. ¿Cómo así? No entendí.

—Lenta —repitió Paúl entre risas. —Quiere decir, que antes, le gustabas a Allison. Duh.

—¡Si, eso si entendí! —me apronté a decir. —¡Lo que no entiendo...! ¿Es hace cuánto?

—Hace unos meses cuando aún éramos amigas —confesó Allison.

—¿Queeeee? —dije yo sorprendida.

—A veces ya no sé quien de las dos es más lenta —dijo Paúl—. Si tú, Allison, o... Tú chica pato.

—¡Ay, no te burles! —pedí apenada y ruborizada.

Paúl levanto sus manos inocentemente y Allison negó con la cabeza.

—Bueno, ¿vamos a jugar o qué tíos? —habló Lucía apareciendo en escena.

—Sí —respondió Saúl. 

—¡Pues venid!

.

.

.

Todos fuimos hasta con Lucía y Camila, y cuando llegamos, nos colocamos para jugar al boliche.

—No sé sacar —dije yo en el último momento.

—Yo te enseño —contestó Allison, se colocó detrás mío y me enseñó a sacar.

—Gracias, mi vida... —decir esos emotes en público, me daba vergüenza.

—¡Dijo mi vida! —dijo Paúl en voz alta. —¡Qué adorables son! ¡Re cutes!

—Ay... —dije yo apenada.

—Te amo —susurró Allison.

—Y yo a ti, chica con complejo de escritor.

Allison sonrió con satisfacción y fue la siguiente en encestar el balón o pelota, no tengo idea de cuál de las dos sea. Y como era de esperarse, encestó bien y terminó tirando todos los objetos de manera perfecta.

—Supera eso, Saúl —dijo la menos competitiva.

—Fácil —farfullo Saúl, logrando encestar de forma perfecta.

—¿Cómo le hacen? —pregunté yo.

—Ni idea —me respondió Camila.

Ella tiro el balón-pelota, y no encestó ninguna.

—Soy un asco en esto —le comentó Camila a su novia.

—Mira, bebé así se hace...

Sonreí y miré a mis dos amigas.

Quien me diría, que ahora, estaría con mi crush inalcanzable disfrutando de la vida, junto a mis dos inseparables amigas, como novias. ¡Quien lo diría! Amo mi vida.

Comienzo a amar más la vida.

A disfrutarla más.

Pero sobre todo, comprendí, que no es lo mucho que hay en tu vida, sino lo que llevas por dentro.

Lo que llevas dentro del corazón.

Porque ahí, es donde se guardan las mejores experiencias.

Definitivamente las mejores.

TODO POR UNA APUESTA OMEGAVERSE YURI Where stories live. Discover now