El témpano: La historia del inmortal (IV)

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El primer enfrentamiento armado ocurrió diez días después.

No fue una gran batalla, ni un hecho trascendental, sino la simple ocupación de un puente de Párima por parte de una de las colonias de Tegrel. La nación militarizada no dudó en responder con fuego. A partir de ese episodio, la escalada fue en aumento. Dos semanas más tarde, Párima sufría un ataque doble desde el norte y desde el sur. Ácropos y Tegrel habían hecho una alianza.

La capital de la ciencia y la tecnología estaba siempre preparada para la guerra, por lo que fue capaz de defender sus fronteras con sus tropas estacionarias. Sin embargo, de prolongarse el conflicto, tarde o temprano precisaría reorganizar sus fuerzas e incrementar el número de soldados.

Mientras la guerra nacía en los límites entre las naciones, en Battlos Milau pasó días muy oscuros. Quería darle sentido a la muerte de su padre. Quería comprender el comportamiento de su primo, quien aún continuaba sin aparecer. Milau estaba convencido de que Seamus no había muerto... mas no tenía forma de comprobarlo. No desde su posición actual. En un sueño se halló en un teatro, sentado en la platea, y aunque trataba de alzar la vista hacia los palcos superiores, la oscuridad era espesa. Despertó en el escritorio de su padre, con la cabeza sobre las páginas de una enciclopedia con mapas de navegación. Entonces tomó una decisión. Para ver lo que había en los pisos más altos del teatro del mundo, el escenario le proveería un mejor panorama. Y la obra que se estaba desarrollando en ese momento era la de la guerra.

El ejército finalmente instó a los jóvenes de Párima a sumarse a sus filas. El llamado fue respondido en primer lugar por las familias más pobres; la paga segura y la promesa de tierras fueron demasiado tentadoras. También hubo algunos voluntarios entre los hijos de la nobleza, aunque por motivos muy diferentes. Entre ellos estaba Milau.

El joven aristócrata sabía que sus nuevas obligaciones para con el ejército interferirían con su rol como cabeza de familia, pero su madre fue comprensiva con su decisión.

—Puedes quedarte tranquilo en relación al manejo de los negocios familiares —le dijo ella—. Tu hermano Nicklas posee un cuerpo débil pero una mente muy despierta. Entre los dos nos esforzaremos para estar a la altura de tu padre —acotó con una mueca triste—. Si bien no me alegra que partas hacia la guerra, tampoco entorpeceré tu camino. Muchas penas hemos atravesado en poco tiempo, y lo único que deseo para ti es que te dediques a lo que realmente quieras hacer.

El joven Milau abrazó a su madre para ocultar su propio rostro. Estaba escogiendo un camino, pero no sabía si era el suyo. Solo tenía claro un objetivo:

Ascender en el ejército.


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El pacto entre Ácropos y Tegrel duró poco. Los filósofos traicionaron a los magos y se aliaron con los soldados de Párima para bloquear una ruta de comercio marítima. Luego el país de la tecnología traicionó a Ácropos y se quedó con el control total de aquella zona. A un año del inicio de la guerra, ya nadie podía confiar en nadie, y entonces la violencia recrudeció.

Incapaces de llegar a un acuerdo, las tres potencias arrastraron al conflicto al resto de las naciones de Lucrosha. Comunidades que habían convivido de manera pacífica con sus vecinos ahora se veían forzadas a luchar bajo banderas que ni siquiera eran las propias. Los pocos países libres del continente buscaron con desesperación el auxilio más allá del Océano, pero pronto entendieron que no había escapatoria. Aquello era un hecho inédito en los anales del mundo: los límites geográficos de la guerra se estaban borrando...

Mientras tanto, Milau trepaba peldaños en el ejército de su patria.

Su disciplina, su facilidad para aprender y, sobre todo, su voluntad de progreso, le permitieron completar el entrenamiento militar básico sin inconvenientes, posicionándolo como uno de los mejores de su promoción.

Etérrano III: Disparo del AlmaWhere stories live. Discover now