▬ CAPÍTULO PRIMERO

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⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera comenzó a tratarlo, realizando un proceso lento y seguro, atendiéndolo con cuidado y detalle en cada paso durante cada herida. Su paciente no era quejón en lo absoluto; quizá a veces pudiera soltar ligeros gruñidos sin moverse, a diferencia de muchos que sufrían espasmos enteros por tan solo un toque de la compresa al intentar secar la herida.

⠀⠀⠀⠀⠀Para cuando ella acabó de fijar los apósitos con algo de adhesivo —sabiendo muy bien que él solía moverse mucho—, retiró sus guantes en un mecánico movimiento para hacer que queden envueltos uno en otro sin necesidad de tocar la parte contaminada.

⠀⠀⠀⠀⠀—Todo listo —expresó la mujer, tocando de nuevo con sus manos descubiertas la piel de la espalda, probando que ningún adhesivo halara demasiada piel si él se estiraba.

⠀⠀⠀⠀⠀El hombre suspiró casi de forma jocosa, levantándose de la camilla para colocarse de nuevo sus prendas superiores.

⠀⠀⠀⠀⠀—Siempre sabes cómo dejarme como nuevo, Illya —apreció su trabajo, y tal como la fémina había sospechado, se estiró para comprobar la comodidad y lo poco engorroso de su trabajo sobre su cuerpo.

⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera no evitó sonreír con cierto orgullo que se refugiaba en la humildad servicial de su expresión, aceptando con gusto el halago a su trabajo, pero sobre todo a su dedicación. Evitando mirarlo directamente al rostro, bajó la mirada, deslumbrando cómo él terminaba de acomodarse los últimos botones de su roja camisa.

⠀⠀⠀⠀⠀—Muchas gracias por el reconocimiento. No sabe el honor que se me concede al tratarlo. —Su voz estaba decorada con educación y un respeto legítimo—. Aunque si me permite decir, estaría mejor si dejara a la mayoría terminar de cicatrizar, mi señor Nobile.

⠀⠀⠀⠀⠀El varón rio suavemente, restándole importancia a lo que dijo, declarándose con tan sencillo gesto como culpable de ello. Él simplemente no podía permanecer quieto, siempre buscaba un nuevo desafío que lo volviera mejor. Tartaglia era, sin dudar, un heraldo complicado, quizá por ser el más joven entre todos.

⠀⠀⠀⠀⠀—Son solo pequeños rasguños, si se abren, solo tengo que volver.

⠀⠀⠀⠀⠀Como de costumbre, su heraldo al mando era despreocupado a unos niveles que resultaban ser descarados.

⠀⠀⠀⠀⠀—Agradezco la confianza que deposita en mí, señor Nobile.

⠀⠀⠀⠀⠀Entre los fatui, la servidumbre era el pan de cada día. La lealtad era una palabra que revoloteaba  por cada tramo de la misma, incluso si esta llegaba a ser forzada. No es de extrañar que sus miembros sean fieles a su heraldo al punto de honrar su nombre y luchar por sus ideales. Illya era devota a Tartaglia, a su superior, a su heraldo; estaba en el completo gusto de tener la dicha de ser capaz de servirlo directamente y estar en contacto con esta figura política. En definitiva, ella había obtenido la bendición de su arconte cuando fue asignada a la división del Once de Los Once. Había sido un triunfo; la suerte le sonrió en su trayecto hasta ese momento en el que tenía el honrado lujo de trabajar directamente con él. En esta organización no había mayor orgullo que ese, y para Illya, llegaba a serlo más.

⠀⠀⠀⠀⠀—Tu servicio es siempre adorable.

⠀⠀⠀⠀⠀La voz juguetona de Tartaglia regalándole un halago fue más que bien recibida. Illya inclinó la cabeza, mostrando su servidumbre y agradecimiento a su superior. Un halago de él era como una suave caricia que la llenaba de honra. Estar en presencia de uno de Los Once y recibir su trato era la meta a conseguir, incluso, entre los de bajo rango.

⠀⠀⠀⠀⠀—Me place escuchar eso, señor Nobile.

⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera se tomó el lujo de mirarlo a los ojos pese a que no fuera muy recíproco, notando y detallando su rostro juvenil lleno de un toque infantil contagioso.

⠀⠀⠀⠀⠀Tartaglia solo liberó de sus labios aquella risa suave y melodiosa que él acostumbraba a hacer, viéndose inocente cuando la mejor manera de describirlo como un fatui era cual dios de la guerra. Quizá Illya no se caracterizaba por pisar frecuentemente el campo de batalla tras su servicio inicial, mucho menos de formar parte de la vanguardia —el lugar predilecto para Tartaglia—, pero aun así, conocía las sangrientas hazañas que él realizaba con una fiereza que daban de qué temer.

⠀⠀⠀⠀⠀Oh, vaya que las conocía muy bien…

⠀⠀⠀⠀⠀Al final, ella miró gratamente como el heraldo abandonaba el consultorio, dejando tras él una despedida que incluía la promesa de visitar de nuevo el lugar, dejando a Illya con una suave sonrisa y un sutil arrebol que él no podría ver.

⠀⠀⠀⠀⠀El sonido de la puerta cerrarse dejó un eco en el espacio, una señal de que estaba sola de nuevo, permitiéndose así retirar la máscara fatui y suspirar con agrado. Sostuvo con su mano izquierda el símbolo que la identificaba como una enfermera de la organización engañosa de una manera muy vaga y débil, apenas ejerciendo presión; su otra mano, en cambio, sostuvo su ropa en el lado izquierdo, apretando y arrugando un poco la acogedora tela, sintiendo su corazón retumbar de emoción en su pecho.

⠀⠀⠀⠀⠀El alistamiento de Illya Dmitrieva es inusual y poco visto. La inefable pasión que removía su ser y la motivaba a formar parte de una agrupación tan reprochable como los Fatui era una incógnita que se escondía profundamente dentro de ella, crepitando en una flama ardiente y llena de viveza.

⠀⠀⠀⠀⠀Si por alguna extraña razón se debía señalar un pecado capital para definir su motivación, sería, sin dudas, avaricia. Ese deseo inédito de querer hacerse con algo que estaba más allá de su alcance; el querer poner sus manos donde no debía y poder tomarlo por su cuenta. Por mucho que intentara reprimirlo, se hacía mucho más fuerte con el paso de los días largos que transcurría en Fatui. Era tan inalcanzable e insaciable.

⠀⠀⠀⠀⠀—Lo esperaré, mi señor Nobile.

⠀⠀⠀⠀⠀Fue un susurro suave y casi jadeante, manifestado para ser escuchado por ella y por nadie más.

⠀⠀⠀⠀⠀Su alistamiento no era más que una búsqueda arriesgada e inefable hacia Tartaglia. Un gusto culposo que poco a poco se hacía más grande…, casi como si quisiera consumirla.

⠀⠀⠀⠀⠀En su pequeño estado de euforia, Illya se permitió suspirar, calmándose poco a poco para retomar su labor diaria. Se acercó a la mesa auxiliar, tomó la tablilla y con caligrafía delicada colocó el nombre de Tartaglia como registro de su presencia en aquel vacío consultorio. ⠀⠀⠀⠀

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¡ Acá está el primer capítulo
de este short fic !

⠀⠀⠀⠀⠀Espero que este corto inicio haya sido del agrado. En verdad le tengo un buen gusto a la obra y espero que se desarrolle bien.

⠀⠀⠀⠀⠀Dedicado a mi hijita que está de cumple 🤧✨

¡ Gracias por leer ♡ !

You're the only one ── Tartaglia Where stories live. Discover now