Salida

1.3K 137 4
                                        

- ¿Y? Preguntó a Mon.
- ¿Y qué? Respondió apenas.
- ¿Cómo te fue?
Sam esperó a su ex afuera de aquel edificio, aunque se había resistido bastante a que la pelinegra la esperara hasta terminar su entrevista de trabajo, aceptó. Por el bien de Sumi trataría de llevar una relación cordial con la noble.

- Mmm, no sé, espero me llamen.
Mon respondió desanimada.

- No entiendo cómo no tienes trabajo, eres la mejor en lo que haces.

- Tenía un muy buen trabajo en Londres, me encantaba.

- ¿Y qué pasó?

- Se volvió demasiado demandante, no podía cuidar a Sumi.

Sam se sintió mal por eso, ella debió estar ahí para ambas.

- Ahora será diferente, yo cuidaré de ella, y de ti también.

- Sam, no confundas las cosas. ¿Qué haremos ahora? ¿Qué planeas hacer? Preguntó Mon.

- Primero quiero recuperar el tiempo con mi hija, estar en su vida, hacerme cargo de sus gastos, llevarla al mejor colegio.

- Ya asiste a un buen colegio.
Mencionó con un poco de fastidio Mon. Sabía que Sam era exagerada y muy mimada, no quería que Sumi tuviera esa educación.

- Hay mejores. También quiero que lleve mi apellido y comparta mi título.

- ¿Realmente crees que un título es tan importante?

- No, pero quiero que lleve algo mío para siempre. Respondió dulce.

- Sumi ya debe estar por salir ¿puedo acompañarte y llevarlas a su casa después? Cambio el tema Sam.

- ¿No tienes qué ir a trabajar?

- No, ya se harán cargo, ahora tengo cosas más importantes.

- Sumi estará feliz de verte.
Mon sonrió e inmediatamente cambió su semblante, no quería que esa barrera cayera, volteó a ver la ventanilla del auto.

Sam sonrió ligeramente y arrancó el vehículo.

- Creo que si debimos parar en la juguetería para recibir a Sumi con un regalo.
Le dijo pensativa Sam a Mon mientras esperaban sentadas en una banca a que Sumi saliera del colegio.

- No quiero que la mimes.
Regaño a la mayor.

- Es que, quiero agradarle.
Mencionó con timidez. A veces Sam podía ser como una pequeña niña también.

Mon aguantó mostrar una sonrisa.
- Ya le agradas, apenas te ha visto tres veces, pero ella sabe todo de ti.

- Gracias por eso.
Sam volteó a ver a Mon directo a los ojos, sus miradas permanecieron clavadas por un momento hasta que la menor bajo la mirada.

- ¿Gracias por qué? Preguntó sin darle importancia.

- Por hablarle a Sumi de mi.

- Mami, mommy. Si vinieron.
Sumi corrió hacia ellas.

- ¿Cómo te fue hoy? Preguntó Mon a la pequeña mientras le ayuda a cargar su mochila.

- Bien mommy, pero ya quería verlas.

- Yo también quería verte.
Sam abrazó a Sumi, no sabia si alguna vez se quitarían las ganas de llorar al sentir el calor de su pequeña hija.

- Mami ¿trajiste tu auto?
Sam asintió y la niña se emocionó.

- Pero mami tiene que cosas que hacer amor, nosotras iremos a casa en taxi.
Mintió Mon.

- No mommy, yo quiero ir en el auto de mami.
Frunció el ceño mostrando enfado.

- Yo puedo llevarlas, es más seguro.
Sam miró a Mon, y esta no respondió, parecía estarlo pensando. La pelinegra dijo "por favor" en voz baja.

Mon volteó los ojos y sin querer aceptó.

- Mommy, este auto es muy bonito. Dijo Sumi emocionada, sentada en el pequeño asiento de la parte de atrás.

- Si, pero no te acostumbres demasiado. No es un auto para niños. Mon le dijo a su hija.

- Compraré uno nuevo para que estén cómodas y seguras. Agregó Sam a la conversación.

- No es necesario. Respondió Mon.

Sam sabía que no iba a ser sencillo mejorar la relación con Mon, tenía que ganarse su confianza una vez más.

- Mommy, me prometiste un helado ¿recuerdas?

- Lo compraré después de comer, te lo prometo.

- Mommy ¿Tú también quieres un helado?  Si te portas bien y comes toda tu comida mi mami puede comprarte uno también.

Sam rio con la forma tan elocuente de hablar de Sumi.

- Me encantaría, mi sabor favorito es chocolate.

- Igual que el mío, somos iguales. Dijo emocionada.

- ¿Está bien si las llevo a comer? Y después vamos por ese helado.
Preguntó en voz baja y un tanto insegura Sam.

- No, este día ha sido demasiado. Hablaremos después.

- Por favor, es solo que quiero pasar tiempo con mi hija, después de hoy te prometo que te daré tu espacio para que asimiles todo.

Mon suspiró y asintió aceptando la propuesta de ir a comer.

En el restaurante Mon no podía dejar de mirar la química que tenían Sam y Sumi, parecía que compartían la misma neurona. Hablaban, jugaban y reían tanto.

Desde el momento en que buscaron quedar embarazadas se imaginó algo así, salidas a tomar helado, compartir la tarde. Pero a diferencia de sus sueños, estaban lejos de ser la pareja perfecta.

Sam llevó a ambas a casa de los padres de Mon, habían pasado todo el día juntas y la noche estaba cayendo ya.

- Gracias por traernos. Dijo Mon mientras bajaba a Sumi del auto tomándola de la mano.

- No tienes que agradecer. Si quieres mañana puedo venir por ustedes para ir al colegio.
Se ofreció Sam.

- Dijiste que me darías espacio. Mon le dijo en voz baja para que Sumi no escuchara.

- Si mami, me gusta que me lleves a la escuela y estemos juntas.

Mon puso cara de enfado y Sam supo que había sido indiscreta, una niña no puede escuchar algo y no ilusionarse.

- Escucha Sumi, recordé que mañana tengo mucho trabajo, pero nos veremos muy pronto ¿ok? Sam se arrodilló para hablar con su hija y darle un beso en la frente.

- ¿Me lo prometes? Dijo triste mostrando su meñique para hacer una promesa.

- Te lo prometo. Sonrió Sam y enlazaron sus dedos.

Sam le dio su teléfono a Mon.

- ¿Podrías guardar tu número? Ya sabes, aún tenemos mucho de que hablar.

Mon anotó su número en el teléfono de Sam.

- Solo por favor dame un par de días

- Te lo prometo.

Algo en comúnWhere stories live. Discover now