Draco. «Me agrada esta faceta de ti»

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Tal y como me había pedido Granger, yo empecé a avisarla cada vez que fuese a la biblioteca para investigar algo. O simplemente para estudiar. Solía disfrutar de su compañía en silencio.

A veces, desviaba la mirada de mis pergaminos y libros para mirarla a ella. La veía con la varita tras la oreja, las cejas ligeramente fruncidas por la concentración y las puntas de los dedos manchadas con tinta. La veía pasar las páginas y veía cómo sus ojos castaños recorrían las palabras con velocidad. Veía sus labios moverse, como si estuviese hablando para sí misma.

Otras veces, sentía sus ojos sobre mí. No me atrevía a levantar la mirada y comprobarlo, pero cada vez que ese sentimiento me asaltaba, hacía mi mejor intento por verme bien. Enderezaba los hombros, intentaba dejar a un lado el cansancio y el aburrimiento y me esforzaba en concentrarme yo también.

Sin embargo, era fácil que mi mente vagase a otros momentos.

Por ejemplo, recordaba cómo un par de semanas atrás, un pequeño grupo de nacidos de muggles se había presentado en la biblioteca, tal y como yo les había citado. Recordaba cómo se habían mostrado nerviosos, tímidos e, incluso, temerosos. Pero traté de sonreír con la mayor amabilidad posible y, al fin, conseguí que se abriesen a mí. 

Me platicaron sobre sus dificultades qué conceptos no entendían aún del mundo mágico. Me platicaron sobre lo difícil que se les hacía practicar algunos conjuros y sobre lo mucho que les avergonzaba preguntar a los profesores cuando el resto de la clase tenía esos conocimientos desde hacía años.

Me hablaron de lo complicado qué era mantener su vida familiar y escolar parejas, pues sus padres no entendían la escuela y al escuela no los entendía a ellos.

Los que habían repetido curso, debido a la guerra el año anterior, me hicieron comprender lo difícil que había sido adaptarse a un régimen y posteriormente al opuesto. Me confiaron lo inseguros que se sentían, la desconfianza de que eso fuese a ser su nueva estabilidad.

Les sugerí que yo mismo me encargaría de darles clases de refuerzo para sus asignaturas y, desde entonces, los había vuelto a ver los lunes y miércoles en esa misma sala. En la última sesión, incluso se unieron algunos alumnos de otros cursos que aún no comprendían del todo la sociedad. Dividíamos las reuniones entre lecciones de cultura mágica y lecciones de Hogwarts y la mayoría de ellos, habían conseguido más soltura con la magia.

También mi mente divagaba y repetía una y otra vez las conversaciones que había tenido con Pansy. Después de nuestra discusión en los jardines, algo había cambiado en ella. Había vuelto a las comidas con nosotros, y, desde fuera, podía parecer que seguía siendo dicharachera y animada, pero la conocía mejor que eso. Y había algo de taciturno en sus silencios. Sin embargo, yo no había vuelto a insistir. Y ella no había decidido sacar el tema de nuevo.

—Malfoy —escuché.

Cuando levanté la cabeza de los libros, vi que Granger me dedicaba una sonrisa entre amable y divertida.

—¿Sí? —pregunté, algo despistado. Sentía incluso la lengua entumecida. ¿Cuántas horas llevaba sin hablar?

—Deberíamos irnos. Es tarde.

Hizo un gesto con la cabeza, señalando a la señorita Prince. Yo asentí, mientras bostezaba. Tenía razón, para varias. Empecé a recoger las plumas y pergaminos desperdigados por la mesa y ella me imitó.

—Me agrada esta faceta de ti —confesó en voz baja.

—¿Ser un ratón de biblioteca como tú?

Ella rio con suavidad.

—No exactamente. Me gusta ver lo determinado que eres. Me gusta que te lo tomes tan en serio. Me gusta saber que realmente puedo confiar en tu palabra. Y, no te mentiré, me parece muy tierno que estés tan enfrascado en las lecturas que apenas seas consciente de tu alrededor. A mí también me suele suceder.

Besos de humo | Dramione & RonsyWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu