Draco. «¿Cuál es tu juego, Malfoy?»

274 18 8
                                    

Desperté entre sudores fríos. Otra vez la misma pesadilla.

Otra vez, el rostro de Voldemort mientras forzaban la marca tenebrosa en mi piel. Y esa marca, ardiendo en mí en cada tortura o asesinato que presencié. Esa marca, ardiendo mientras mi brazo temblaba sosteniendo la varita que apuntaba a Dumbledore. Esa marca ardiendo mientras yo seguía temblando y conteniendo las lágrimas mientras veía cómo mi antiguo director caía al vacío. Esa marca ardiendo cuando el mismísimo Harry Potter fue llevado a la mansión Malfoy para reconocimiento. Y cuando juré que no estaba seguro.

Otra vez, esa infinidad de rostros, conocidos y nuevos, que habían sido víctimas de esa marca. Y de lo que significaba.

Al menos, al despertarme, ya no despertaba en la casa que, durante un año, había servido de cobijo para el Señor Tenebroso. Al menos, ya no escuchaba los pasos de mis compañeros mortífagos elucubrando y conspirando contra el mundo mágico. Al menos, ya no resonaba su voz en cada esquina de esa silenciosa mansión.

Aunque Hogwarts no era un lugar de paz. No para mí. Seguían quedando los resquicios y los escombros de la batalla. Los nombres de los caídos podían apreciarse tallados en cada pared. Y los ojos de los cuadros te seguían silencio.

De hecho, mis padres no querían enviarme a Hogwarts de nuevo para acabar el último año. Y lo entendía. Todo el prestigio de la casa Malfoy había caído en la más absoluta desgracia y ya no éramos bienvenidos en el mundo mágico. El Ministerio había invalidado todas las enseñanzas que se impartieron en Hogwarts mientras El-que-no-debe-ser-nombrado estaba al poder. Pero, ¿qué importaba haber finalizado unos estudios si el mundo mágico me daría la espalda por completo por haber estado en el bando perdedor? Eso era algo que Padre no dejaba de recordarme. 

Los Malfoy habíamos perdido lo que fuese que nos hacía respetados. Y solo quedaba odio, rumores y calumnias. Y todo por mi culpa. Porque no supe escoger bando. Porque, cuando escogí bando, no fui lo suficientemente leal a él como para luchar hasta el final con ese bando. Tampoco los antiguos mortífagos o aliados nos darían asilo. Porque yo había tenido que intentar proteger a Harry Potter. Porque no había podido asesinar a un viejo chiflado. Porque no había podido permanecer fiel a los valores de mis ancestros. Porque la guerra se me había quedado grande.

Pero yo solo era un niño. Y todas las noches tenía la misma pesadilla.

Finalmente, mi madre había logrado convencerlo de que me dejase terminar mis estudios. Esa sería la única forma en la que podría recuperar algo de poder para la familia.

Hogwarts había sido exactamente cómo esperaba, pero eso no lo hacía más fácil. Cada vez que recorría el pasillo, podía escuchar los murmuros de los estudiantes farfullando en mi contra. Podía sentir el odio de todas las miradas sobre mí. La casa Slytherin era la única que podía llegar a comprenderme. O la mayoría. 

Todos estábamos sufriendo el mismo desprecio. Pero yo, siendo un Malfoy. En concreto yo, siendo el único ex-mortífago estudiante. Yo, siendo el encargado de matar a Dumbledore. Yo me llevaba la peor parte. 

Y lo comprendía. Comprendía la desconfianza. Los rumores. El desprecio. El aislamiento. Lo comprendía todo. Pero eso no lo hacía menos doloroso.

El bando correcto había ganado la guerra. Y yo lo sabía. Pero yo nunca había tenido la opción de entrar en ese bando. Y ahora estaba pagando las consecuencias de una decisión que nunca quise tomar.

Me levanté de la cama, empapado de ese sudor que tan familiar se me estaba empezando a hacer. Llevábamos tan solo un mes de curso. Y yo ya estaba arrastrando el alma. Miré por la ventana. Aún era temprano. Es más. Aún era de noche. Pero no quería volver a dormir. Sabía que al cerrar los ojos, volvería a ver el rostro del que no debe ser nombrado. O el cadáver de Albus Dumbledore. O a aquella antigua profesora de Hogwarts siendo torturada y asesinada delante de mí. Y no estaba preparado para eso dos veces seguidas. Así que tomé mis cosas y me dirigí al baño a tomarme una ducha.

Besos de humo | Dramione & RonsyWhere stories live. Discover now