Capítulo 33

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Abrí el cuaderno y hundí la pluma en el tintero —ambos eran regalos de Rommel—

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Abrí el cuaderno y hundí la pluma en el tintero —ambos eran regalos de Rommel—. Acerqué la punta al papel y comencé a escribir como llevada por el pánico.


Carta XIV.

Primera mañana del viaje de Lapetium al Reino Mayor de Ruivindel.

Querida Didi:

Este cuaderno no tiene páginas suficientes para explicarte qué es Lapetium y qué es el Reino Mayor de Ruivindel, tan solo puedo garantizarte que no se tratan de invenciones mías y que, cuando nos volvamos a ver, te explicaré con todo lujo de detalles todo lo que sé y llegue a saber sobre ambos.

Antes de nada, tienes que saber varias cosas. Haré una lista para no olvidarme (el orden depende de cuál venga primero a mi mente y no por la importancia).

1. Los Cristales tenemos poderes. Podemos absorber los dones más puros, es decir, solo los de los Reyes Menores.

2. Mi hermana está conmigo desde hace unas semanas.

3. Estoy en un barco que se dirige al Reino Mayor de Ruivindel, gobernado por Sémele.

4. Sémele, una de las Tres Divinidades y hermana de Aledis.

5. Las Tres Divinidades existen.

6. Sémele nos ayudará a matar a Psychikos, que es, muy probablemente aliado de la tercera divinidad: Xymen. Esta quiere matar a todos los Reyes Menores y a todos los Cristales. Quiere acabar con todos, básicamente, menos con los Mágicos, a los que tiene pensado poner bajo su mando, muy probablemente, para esclavizarlos.

7. He absorbido el poder de dos reyes: el de Psychikos y el de Rommel. El del segundo casi me mata, por cierto.

8. Respecto a este último rey, ahora trabajo para él. Soy una espía, lo cual significa que, si me pillan poniendo esto por escrito, la cosa puede acabar mal para mí.

9. Por lo anterior, tengo que buscar un buen escondite para el cuaderno.

10. Respecto a lo anterior, no hay ningún buen escondite en el camarote que nos han adjudicado a mi hermana y a mí.

11. Volviendo a Rommel, confío en él.

Rommel me confesó ayer varias cosas sobre sí mismo.


Dejé de escribir, notando el rubor emergente en mis mejillas y el calor que crecía en el interior de mi pecho al recordar lo sucedido en Styx.

"Lo sucedido...".

Negué con la cabeza.

Esa mañana, al despertar, no había estado segura de si había ocurrido o no. No lo había estado hasta que me crucé con Rommel al subir la rampa para entrar al barco. Me había mirado durante un segundo, me había cogido el pesado cargamento que estaba subiendo al barco y, con un gesto de cabeza —sin mediar palabra—, nos había obligado a mí y a mi hermana a subir y dejar de ayudar a transportar el cargamento. De no ser por el fugaz vistazo que le echó a mi boca, habría deducido que todo lo sucedido en el río, incluida la existencia de este mismo, habían sido fruto de mi imaginación. Y, de no ser por la mirada que le eché yo a sus labios y el recuerdo de lo suaves que los había sentido sobre los míos en el río Styx, tampoco habría creído que había sido real.

El peón del rey (Coronas de Papel I) ©Where stories live. Discover now