Capítulo 24

52 11 1
                                    

ROMMEL

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


ROMMEL

Ambrosía me había preguntado esa misma mañana si me encontraba bien. Había asegurado que parecía algo inquieto, y había señalado lo impropio que era eso en mí.

Estigia me había dicho esa mañana que la calma que trataba de aparentar día tras día desde hacía siglos había comenzado a derrumbarse. El muy idiota creía que podía hablarme de aquella manera. Ojalá no se lo llevase permitiendo desde que... desde que él era tan solo un adolescente de quince años bajo mi tutela.

Cuando, con una mano en su cintura, acerqué a Korina a mi cuerpo supe lo mucho que se equivocaban. No era inquietud lo que sentía; es más, jamás había escuchado a mi corazón latir tan rítmicamente, como el golpear de las olas del mar en la costa de mi reino.

Yo no estaba nervioso; yo estaba perdiendo la razón.

Porque todo aquello no debía estar pasando. No podía desear tanto su cercanía cuando su vida pendía de un hilo, cuyos extremos ni siquiera estaban en mis manos, sino en las de Xymen.
Xymen acabaría con todos los Cristales. Xymen pondría punto final a la vida de Korina.

Xymen podría, pero no estaba en mis planes permitírselo.

Pondría a Korina bajo mi tutela, a pesar de lo mucho que necesitaba apartarla de mí, y la protegería tanto como ella protegía a su hermana. Hasta que la guerra acabase; entonces, me desharía de ella porque ya no sería necesaria.

Respiré con toda la tranquilidad que pude, aspirando su olor.

Desde el primer día que había pisado el palacio de Arcadia, su olor había sido el único que había sido capaz de oler. No sabía por qué, pero lo odiaba. Ella estaba bloqueando mi poder con su olor a mora y a flor de lis.

Y a áster púrpura.

Cuando todo acabase, me encargaría de encontrar a la persona que le hubiese vendido ese perfume y la mataría con mis propias manos por haberme insultado a mí y al resto de Reyes Menores.

El áster púrpura había sido siempre, debido a su escasez, exquisito olor, color y apariencia, la flor de reinas y reyes.

Que una campesina la llevase encima era inaceptable.

Y yo podría quitarle el perfume a Korina, pero no iba a hacerlo. Gracias a este podría saber dónde se hallaba en cada momento, a pesar de que el olor fuese tan intenso que no me dejase oler nada más. Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. Todo por lo que Korina significaba para mi plan.

Sí, por eso.

Con mi mano derecha en la espalda baja de Korina, y la izquierda entrelazada con la suya, empecé a mover mis piernas. Primero, un paso hacia adelante, otro paso girando, otro hacia delante... y así sucesivamente.

El peón del rey (Coronas de Papel I) ©Where stories live. Discover now