• Capítulo 1 • Fuego Siniestro •

957 50 5
                                    

Katy •

Guardaba mis pertenencias en el casillero cuando mi actual mejor amiga llegó con su invitación de cada viernes.
-¿Vienes al parque?
-No.
-No seas aburrida.
-No lo soy.
-Entonces ven.
-¿Y ser parte de una doble cita? No gracias.-Clary es una buena chica, pero está obsesionada con ser mi cuñada.
-Bien, lo siento por eso.
-¿Sientes llevarme a ciegas a una cita doble? ¿O sientes intentar hacer que me guste un chico que no es mi tipo?
-No era una doble cita, lo juro. Y por favor, no seas tan cruel con mi hermano, en verdad le gustas.
-Lo sé, pero es mejor que sea honesta y no le cree falsas ilusiones. ¿No crees? Además, Ash se molestaría.
-Que se joda Ash.
-Que buena amiga eres.
-No soy su amiga, Zac lo es.
-Como sea.
-Por favor, no me dejes sola.
-Tu novio estará allí.
-Ben no es mi novio. No quiero estar sola con Ash, ella sólo está interesada en mi hermano.
-Lo siento, estoy muy cansada, pero prometo que la próxima iré -Suspiro con algo de molestia.
-Bien. ¿Te acompaño a casa?
-No es necesario, ve y pasa una linda tarde. ¿Te veo mañana en el Starbucks?
-Zac estará de turno, pero pasaré a saludarte. -Clary se prendió de mi cuello. Hice una mueca pero no la detuve. A pesar de que odie los abrazos, es una batalla perdida pedirle a Clary que no lo haga.

Caminé hasta mi departamento. Vivir en departamentos para estudiantes tiene sus ventajas, biblioteca gratuita, comedor, gimnasio y por sobre todo, es económico. Es extraño que haya un edificio así en Idaho Springs, puesto que no hay universidades aquí, pero es un buen lugar si no quieres ser encontrado.
Faltaban tres cuadras para llegar cuando un camión de bomberos pasó a toda prisa. Un fuerte presentimiento se clavó en mi pecho, comencé a correr con la desesperación creciendo en mi interior. Llegué con los pulmones sangrando, pero ya no importaba. Mi corazón se detuvo. El edificio de departamentos estaba en llamas, el peor de todos era el mío. Llevando mis manos a la cabeza me dejé caer de rodillas al piso.
El aturdimiento me golpeó. Cuando llegué al pueblo, este lugar había sido lo único disponible. No podía correr el riesgo de compartir alquiler con un desconocido y salir del pueblo no era una opción. Por fin en años tenía una amiga, no iba a dejar a Clary.
Tres horas más tarde el fuego había sido controlado y las pocas pertenencias rescatadas fuera del lugar. Pasada la emoción inicial, pude pensar con más claridad. Debía buscar un lugar donde pasar la noche. Tomé la maleta con mis cosas y comencé a caminar.
Lo malo de vivir en un pueblo con 1700 habitantes es que no hay nada. Absolutamente nada. Faltaba apenas hora y media para el anochecer. Estaba exhausta y a punto de patalear y llorar como una niña.
Rendida tomé mi celular y marqué el número de Clary, tal vez podría pasar una noche en su casa. Un tono y no atendía, dos tonos y mis ojos se posaron en una casa grande, apenas visible entre las montañas. Estaba un poco retirado. Caminé unos ciento cincuenta metros por un pequeño sendero. Tenía un jardín grande pero un poco descuidado.
Tomé una fuerte respiración y golpeé mis manos. Una mujer de unos cincuenta años abrió la puerta. Me dio una cálida sonrisa y se acercó.
-¿Qué se te ofrece querida?
-Mucho gusto. Mi nombre es Katy Jones. ¿Me preguntaba si conoce algún pequeño departamento que pueda alquilar por aquí?
-¿Alquilar? No lo sé, tengo una casa de huéspedes allí. -Señaló en la dirección contraria al pueblo y pude ver una pequeña casa entre los árboles-.Pero está un poco en mal estado.
-Eso no es de importancia para mi. Verá, yo vivía en los departamentos estudiantiles pero hace unas horas el edificio se incendió, ahora no tengo a donde ir.
-¿Se incendió? -Miró en dirección a la aún existente columna de humo. -Oh Dios Mío. He estado todo el día en casa cuidando de mi esposo y no lo vi. -La sorpresa marcaba por completo su tono-. ¿Y no tienes alguna amiga?
-La tengo, pero me gusta tener mi propio espacio, ella sería mi última opción en este momento.
-Bien, no suelo alquilarlo pero creo que podría hacer una excepción. -Sonrió y se hizo a un lado para darme el paso.
-¿En serio? Oh muchas gracias Sra...
-Herondale. Marge Herondale.
-Muchas gracias Sra Herondale.

La casa era pequeña pero completamente amoblada y muy acogedora. La señora Herondale fue muy amable e incluso me sirvió un plato de sopa. Me despedí rápidamente y me metí a la cama, después de todo lo ocurrido necesitaba dormir al menos veinte horas. No tardé mucho en dejarme vencer por el sueño, caminar tanto me había dejado agotada.
Al rededor de las cuatro de la madrugada me desperté. El calor era insoportable, lo cual era extraño porque estábamos en septiembre, aún quedaban días con altas temperaturas ya que apenas se estaba retirando el verano, pero este era un tipo diferente de calor, tan fuerte como si estuviese rodeada de fuego. Tal como se sentía estar cerca de los departamentos incendiándose. Salí afuera en busca de aire pero allí se sentía aún peor. El aire se sentía denso y escaso de oxígeno. Caminé un poco y me detuve a contemplar el jardín ubicado justo en frente de mi puerta, necesitaba trabajar allí; había cientos de flores marchitas, el césped estaba demasiado crecido y había basura por todos lados. Seguí caminando, a un costado se vislumbraba un camino apenas marcado. Lo seguí por unos cuantos metros, escondido detrás de unos arbustos había un poso de agua. ¿Quién pondría un aljibe en este lugar? Me acerqué y parecía sentir como irradiaba calor. Nunca creí en las cosas sobrenaturales pero había algo extraño con él. Mi corazón se aceleró, creí escuchar susurros y me alejé. Me giré hacia la casa y me estremecí debido a la confusión, una densa niebla rodeaba todo el lugar, pero eso estaba mal. ¿Cómo podía haber niebla con tanto calor? Había algo siniestro en todo esto.
Me regañe a mi misma por pensar estupideces y volví a la cama. Seguro el calor me producía alucinaciones o me estaba volviendo paranoica.

La Maldición de Ladón. Where stories live. Discover now