Al llegar a la alberca, me siento sobre en una de las tumbonas trato de relajarme.

—No puedes dormir— escucho su voz lo que me hace saltar por el susto.

— ¡Cielos! Pensé que dormías. — digo reacomodándome.

—Intente, pero primero desarregle la cama, no pude hacerlo así que decidí nadar. — explica.

—Lo lamento, no quería interrumpir—digo buscando mis zapatos

—No por favor quédate, no te preocupes — habla nadando hacia el otro lado.

La noche calurosa, indica el comienzo del verano, Santiago permanece en silencio, me observa una que otra vez.

— ¿Nadamos? —Interroga.

—De acuerdo — digo.

Empiezo a desabrochar el broche de mi camisón y saco los brazos lentamente, siento su mirada sobre mí, sin embargo, no me importa, lo deslizó con cuidado hasta que pasa mis rodillas y lo dejo caer.

He quedado únicamente en ropa interior, el me ve inquietantemente, sin embargo, empiezo a caminar para adentrarme en la piscina, extiende sus manos para ayudarme adentrarme.

El agua está fría sin embargo con el calor que hace, la piel eriza se vuelve agradable.

Dimos un par de vueltas, en estos momentos no sé qué siento, quizás el alcohol se me subió a la cabeza, pero no puedo más.

Ese beso no fue suficiente para mí y podría jurar que tampoco para él.

Intercambiamos miradas en ellas hay deseo, seducción sé que no es un juego si damos un paso más cualquier línea que hayamos trazado se borrará lo peor de esto, no parece importarnos a ninguno de los dos.

Terminamos tan cerca uno del otro, la respiración agitada, mis ojos dejaron de verlo y fueron directo a sus labios, pone su mano sobre mi espalda y esta se arquea por la sensación explosiva dentro de mí.

Mis labios tocan nuevamente los suyos, empieza siendo nunca beso suave pero la intensidad va subiendo, rodeo su cuello con mis brazos y me toma por los muslos cargándome, mis piernas rodean su cintura para sostenerme. Nos separamos para respirar, pero nos es imposible el aire entre nosotros se ha vuelto pequeño y muy nuestro.

Quiero más de él, no me importa nada, mi cuerpo lo necesita.

Salimos de la piscina como podemos

Caminamos hasta las tumbonas se sienta sobre ella.

Me quedo de pie frente a él. Ambos tratamos de calmar nuestro deseo, sabemos que esto va más allá y si nos equivocamos tendremos que enfrentarlo.

Aun así, no necesitábamos palabras para entendernos.

Paso una pierna de cada lado y me subo sobre él, nos volvemos a besar intensamente.

Sus manos empiezan a tocarme, mi piel se enciende enseguida, había olvidado la sensación que las yemas de sus dedos causaban sobre mi piel

—Si hacemos esto no habrá marcha atrás— susurra.

— ¿Quieres que pare? — digo mientras mi mano acaricia su torso.

—Es lo que queremos — responde.

Sonrió y vuelvo a besarlo mis manos bajaron hasta su pene esta duro.

Pasa sus labios sobre mi clavícula, mientras una de sus manos aprieta mi trasero y la otra mi seno.

Desabrocha el brasier dejándolo caer, me observa con esa mirada ardiente y detenida es la misma mirada de la primera noche, asombrado como si fuera la primera vez que me ve desnuda.

JUEGOS DE SEDUCCIÓN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora