Capítulo 27.

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Amo mi vida imperfecta.

Isabella.

Despertar con el hombre que me tenía consentida de pies a cabeza era lo más hermoso que podía sentir, su cálida piel rozando la mía, sus labios carnosos y rosados estaban entre abiertos haciendo un lindo puchero. Aunque, lo odiaba, Mitchell tenía unas pestañas tan lindas que yo ni con rímel podía lograr.
Era mi hombre perfecto, un hombre con el que siempre había soñado. Me sentía la fea de la relación.

Habían pasado casi tres semanas desde su "oficialización" de ser novios, estaba claro que yo aún se seguía haciendo la difícil, realmente no me creía la gran cosa pero si me quiere de verdad tendrá que conquistarme todos los días de su vida. Era eso o nada, y con gusto aceptó, gracias a Dios.

Las cosas cada vez se ponían más intensas, mis salidas eran cada vez más cortas y hasta a veces me limitaba a solo salir una vez por semana. Nos habíamos encerrado casi todos en casa de Mitchell, las amenazas como tal lo dijeron se hicieron conocer, tanto así que Mitchell había dejado a una persona de su confianza en su empresa.
Aunque creo que él temía más por su hermana y por mí.

Intenté despegarme de sus brazos porque necesitaba con urgencia ir al baño, me tenía abrazada como si fuese su peluche.

—Hey, niño, necesito ir al baño —le susurre mientras acariciaba su rostro.

—¿Uhm? No —me apretó aún más contra su cuerpo.

Sonreí como tonta al ver su reacción, sus ojos se habían empezado a cerrar con fuerza.
Me acerqué a su rostro y empecé a dejarle pequeños besos, él se dejó sin decir nada y sentí como me acariciaba la espalda.

—¿Por qué eres tan linda? —pregunto con ese tono rasposo de su voz.

—¿Te parezco linda? —él asintio—¿En serio? ¿Linda? Mitchell, ¿ya viste mi cabello? Esta todo loco por el moño que me hiciste y por si fuera poco estoy con ojeras del diablo, ¿Aún así te parezco linda? —abrió un ojo, me observó bien y luego hizo una mueca.

—Mmmm, tienes razón, no eres linda —me dio un pico rápido—. ¡Eres hermosísima, joder! Me vuelves loco.

Reí ante su ingenioso comentario y aproveché que me soltó un poco para escaparme de él y pararme en dirección al baño.

—Gracias por decirme eso, pero ahora si no hago pipí, voy a morir.

Gruñó y se cubrió la cabeza con la sabana.
A mí también me volvía loca.

Después asearme, fui hasta la cocina donde lo encontré mezclando harina y más alimentos en un bowl.
Nisha estaba en la barra hablando con él sin levantar la mirada de su celular.

—¿Es obligatorio ir? —preguntó ella.

—Solo será una hora, a mí tampoco me gusta la idea pero es para mantener una buena imagen y no hacerlos creer cosas que no son.

—Al carajo con lo que piensen, Mitchell—se levanto para saludarme con un beso en la mejilla después de verme—.Hola cariño —dijo— ¿Dormiste bien?

—Sí, gracias por preguntar—le mostré una de mis mejores sonrisas—. ¿Ir a donde? —pregunté alternando miradas hacia los dos por si alguien tenía una respuesta.

Nisha soltó un suspiro, seguido se peinó el cabello con fuerza y se recostó en la barra.

—El periódico más importante de New York esta de aniversario y obviamente invitaron a Mitchell —lo miró casi queriéndolo matar—. Pero por si fuera poco quiere obligarnos a las dos a ir a esa tonta fiesta de pura gente intelectual.

El Camino A Mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora