Capítulo 20.

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Fantasías.

Isabella.

El amor es increíble.
Sentirás paz de inmediato sin embargo siempre hay pensamientos erróneos que nos hacen dudar por todo.
Nunca nos damos cuenta en que momento nos enamoramos, solo lo sentimos y dejamos las cosas al destino.

Era lo que estaba sintiendo justo ahora, fue tan ridículo de mi parte atacar a una persona sin poder al menos experimentar cierto acercamiento.
Mitchell me complicó la vida de una forma tan loca e inesperada.
Como es de costumbre, nunca puedo tomar las cosas con calma y la verdad es que caí en su terrible manipulación.

—Déjame ver si entendí, vamos ya a mitad de año, iniciaste una relación con Alessandro, tuviste sexo con Thomas ¿pero ahora dices que te gusta Mitchell?

—Si lo dices así suena mal —mordí mis labios con fuerza mientras lo procesaba bien.

—En realidad no soy nadie para juzgar, pero maldita sea, Isa. ¿Cómo le hiciste? Yo únicamente pude estar con aquel francés —sus ojos se abrieron al recordarlo—. Y realmente me llevé un trauma tremendo.

—Nunca me hablaste de aquel chico con nombre raro.

—Oh, créeme que no quieres saberlo.

El tema de los tres hombres me tenía muy confundida, y en definitiva la nueva emoción que acabó de crear no es buena.
No podía jugar como una adolescente cegada por la pasión y el momento. ¿O sí?

—Oye, eso pasó hace tres días, ¿hablaste con él? Imagino que sí porque estamos tomando el camino hacia su oficina, pensé que íbamos a cenar algo —continuó hablando.

—Mierda.

En ese instante me detuve. Inconscientemente, había creado una rutina a base de él, me distraía con facilidad y llegaba un punto donde ya era sofocante.
Ahora mismo no quería verlo, ya que no tenía las palabras adecuadas para hablar sobre aquel beso, porque sí, solo fue un beso, pero me fui con un pánico tremendo que me dejo la piel de gallina.

Él me había dejado unos cuantos mensajes de texto y agradecía que su mal temperamento estaba casi nulo.

—Bien, no importa, conozco un restaurante por aquí ¿Qué tal si lo olvidas por un instante y cenamos algo muy delicioso? Más delicioso que Mitchell desnudo —me guiño un ojo mientras me arrastraba hacia la siguiente calle donde según ella, era el mejor restaurante de pastas en la ciudad.

Ni siquiera tenía hambre, mi estómago hacía ruidos pero de nervios por ser tan estúpida y complicarme la vida, aunque decir verdad el olor que salía del local era magnífico.
Yo era de las personas que admiraban esos pequeños detalles de cada lugar, simplemente me gustaba.
Aquellas personas comiendo con delicadeza, las servilletas muy blancas, Mitchell viéndome desde una esquina con una sonrisa pícara.

Sí, sin pensarlo volteé la mirada y caminé con rapidez tratando de alcanzar al mesero que nos llevaba a nuestra mesa. En cuanto nos sentamos, sentí ya sus pisadas y el rico aroma que siempre invadía su oficina.
Mitchell tocó mi hombro un par de veces y arrastro su mano hacia mi nuca acariciándola...
Tenía la maldita fantasía de sentir sus manos como un collar de perlas.
Bueno, claro que saben a lo que me refiero.

—Yo... Sí, ah creo que iré al baño —Stephanie se levantó en tan solo un pestañeo.

Relaje mis músculos y respiré fuerte, su mano se alejó y traté de suponer lo que haría, desde ese momento no perdí su mirada al saber que caminaba hacia la silla del frente.
Este se acomodó en aquella silla y jalo mi mano con delicadeza para dejar un pequeño beso.

El Camino A Mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora