Capítulo 12.

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Con dolor...
Para papá.

Isabella.

El peso de la culpa me ponía nerviosa, queria guardar este secreto por el resto de mi vida pero no se podía ya que todo era muy abierto.
Nada duele más que sentirse una mala amiga y nada duele más que la mirada juzgadora de Thomas, mientras apreta los labios con fuerza para no invocar al demonio con sus trabalenguas llamándome la atención por ser tan cabeza hueca. Él había visto a Alessandro en en sillón y se le habían puesto los pelos de punta, veía en su rostro el tremendo estrés. Sabía que en cualquier momento me mataría, así que evité contarle del beso con Mitchell.

No me quedaba más que sacar suspiros para relajar el ambiente que parecía tan agonizante. Sabía que él quería hablar, y realmente yo no quería explicar todo por la forma en que pasaron las cosas.

—No es algo serio —emití en susurros.

—Podria ser heterosexual por ti, pero ¿Él? ¿Porqué él? De tantos hombres en el mundo, ¿acaso quieres vivir algo irreal?

—No es algo irreal, no estamos viviendo nada solo fue algo y si veo que no da, entonces le digo que ya no deseo continuar y punto.

—No Isabella, no es fácil. Tú no vas por el mundo buscando a hombres así y si no funciona allí queda —gruño enojado—. Te la pasas aconsejandome día tras día, ¿Y para qué? Para que luego hagas lo mismo o incluso peor.

—¡Ya! Cuando te equivocas yo te ayudo... ¿No es así? —él asintió despacio sin ganas—. Entonces tú ayudame, ¿eso es lo qué hacen los amigos no? Se ayudan a pesar de sus malditos errores.

—Ya, ¿Por qué él? —indagó resignado.

—Una mujer siempre quiere lo mejor para ella, a pesar de todo el lavado de cerebro, siempre elegimos al más tierno y fuerte para que nos proteja. No iremos por el lado tóxico o manipulable porque eso no es cariño ni amor de verdad.

—A veces siento que eres tan cursi pero fría y dura a la vez —rodé los ojos y me acerque hacia él, abriendo sus brazos cruzados para abrazarlo.

—En estos momentos soy la chica cursi que necesita el abrazo de su mejor amigo porque en cualquier momento se puede desmoronar.

Thomas me apretó fuerte pero sin esperar más tiempo se separó de mí para caminar hacia la pequeña sala.
Moria de la vergüenza por como me miraba, mientras Alessandro dormía profundamente en el sillón tapado entre algunas mantas y era muy gracioso ya que sus pies salían de este porque era muy grande.

Ayer entre plática y algunos chistes innecesarios, la madrugada llegó y preferí que Alessandro se quedará conmigo debido a que se terminó mi vino favorito él solo.

—Espero que no hayas hecho alguna tonteria, eh —me regaño.

—Claro que no, solo platicamos y nada más.

—Lo voy a levantar —se acercó a él y casi tropezando logré agarrar su mano para que pare.

—No —susurre—. Aún es temprano, deja que se levanté solo... Iré a bañarme.

—¡Ay! Pero que se levante ya, esta muy viejo —mientras hablaba el sonido chilloso del intercomunicador perforó mis oidos y boto a uno de los O'Sullivan de mi sillón.

Cerré los ojos con fuerza mientras escuchaba la risa de Thomas burlandose, Alessandro me dio una mirada rápida con las mejillas sonrosadas y yo quise transmitir un "Lo siento".

—¿Si?

—Señorita Isabella, su madre está aquí y pide verla de manera urgente —sentí una respiración en mí cuello, volteé imaginandome ver a Thomas pero el se encontraba en la cocina.

El Camino A Mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora